El tipo de roca y formación que se encuentra en un desierto de la Patagonia podría ser un error histórico de más de 20 años
Oficialmente, tenemos un único registro bien documentado en el planeta bajo la nomenclatura geomorfológica “cráter de impacto simple”. Se trata del Lonar Lake, en India, con un diámetro de 1,8 kilómetros dentro de una meseta volcánica de la era Mesozoica (hace más de 60 millones de años). Sin embargo, es posible que durante todo este tiempo se nos hubiera pasado algo mucho más grande y, posiblemente, histórico. El enclave: un inhóspito paraje de Argentina.
Un cráter y dos orígenes. Situado en la provincia de Chubut, en la Patagonia central argentina, se encuentra el cráter de Bajo Hondo (en el interior de la colosal meseta volcánica de Somuncurá). No es un cráter normal, ya que su “taza” tiene un diámetro de 4,8 kilómetros bordeando la ladera del volcán Talapaga. Precisamente esta ubicación parecía responder a su origen, y desde hace dos décadas se catalogó como "caldera volcánica basáltica" que nació de los residuos que escupió el volcán.
Sin embargo, aquella primera impresión podría estar equivocada. ¿Y si ese agujero masivo se hubiera producido por una roca gigante de 250 metros que vino del espacio? De ser así, el tremendo impacto que se dio hace algo menos de 10 millones de años originó Bajo Hondo, y lo que comenzó como una hipótesis, está tomando forma de hecho con una investigación in situ.
Campo de cráteres. Lo cierto es que la zona ya era conocida por tener una serie de estructuras creadas por el impacto de meteoritos. Hablamos del campo de cráteres de Bajada del Diablo (así se llamaba en honor a un caserío cercano), un área que se cree constituye uno de los espacios de dispersión de cráteres que recibió el mayor número de colisiones del planeta, cuya formación tiene varias hipótesis abiertas (principalmente, o un asteroide, o el núcleo de un cometa compuesto por hielo).
El meteorito cobra fuerza. En marzo, el Instituto de Técnica Aeroespacial (INTA), en colaboración con la Armada Española, daba luz verde a la investigación comparativa de los planetas terrestres a través de un enfoque magnético de la corteza del proyecto “Minotauro”. Bajo Hondo podría ser clave para entender los procesos de formación y evolución planetaria.
El hallazgo de componentes como aluminio, níquel y cobalto en las muestras tomadas reforzaba la teoría de que el cráter era el resultado de un impacto meteórico masivo, abriendo nuevas puertas para la investigación geológica. Como explicaba esta semana a InfoBae el investigador Maximiliano Rocca, “tiene todas las características físicas geomorfológicas de un cráter de impacto del tipo simple. En cuanto a sus formas encaja a la perfección con un gigantesco cráter de impacto de meteoritos gigantes”.
Cráteres de impacto. La NASA los define como el resultado del impacto (no exclusivo de la Tierra) de un objeto, asteroide o meteorito contra la superficie de otro sólido de mayor tamaño, como un planeta o una luna. En el caso de Bajo Hondo, su interior fue durante mucho tiempo geológico un lago, y parte de su suelo está cubierto por sedimentos lacustres en la actualidad.
Dicho de otra forma, el cráter es un registro de los cambios climáticos ocurridos en la zona durante los últimos 10 millones de años, uno que tiene también los bordes levantados más de 100 metros respecto del suelo circundante, lo cual es una característica típica de, en efecto, los cráteres de impacto.
De medidas y definiciones. Si atendemos a la geomorfología, existen dos tipos de cráteres, los simples (circulares en forma de taza de no más de 5 kilómetros de diámetro), y los complejos (circulares con alternancia de anillos elevados concéntricos y valles hundidos). La media histórica nos indica que un asteroide abre un cráter cuyo diámetros suele ser 20 veces su tamaño. Siendo así, se piensa que el posible de Bajo Hondo era de 250 metros de diámetro, es decir, el de tipo simple más grande del mundo.
Además, como señala Rocca al medio, “en Bajo Hondo no existen claras evidencias de que haya habido alguna vez erupción de lavas basálticas. Esto es fundamental para descartar su origen por vulcanismo”. Con todo, los investigadores recuerdan que la topografía y la red de drenaje indican que la estructura es bastante más reciente que las rocas de la meseta, por lo que la hipótesis del vulcanismo no está cerrada del todo.
Como la Luna, o Marte. Los investigadores de INTA quedaron seducidos por el cráter por una cuestión muy sencilla. El increíble parecido de las aberturas detectadas en enclaves como Marte y la Luna con los de Bajo Hondo. Además, indican que el tipo de roca que forma la meseta de Somuncurá es muy parecido a la piedra que se puede encontrar en el planeta rojo o la propia Luna (Marte, por ejemplo, se cubre casi en su totalidad de basaltos).
De ser así, sus implicaciones serán mucho más grandes. No solo porque estaríamos ante el primer caso de estructura “a caballo” entre simple y compleja, sino que, de confirmarse, estaríamos ante un alucinante y sorprendente análogo de los cráteres del tipo simple ubicados en la superficie de la Luna y Marte, pero localizado aquí en la Tierra, en la Patagonia argentina.
Imagen | INTA, NASA
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