Así es la misión con la que la NASA quiere buscar vida en la luna Europa

"Todos estos mundos son vuestros, excepto Europa. No intentéis aterrizar allí". Los fans de la ciencia ficción reconocerán, seguramente, esta cita de una obra de Arthur C. Clarke, una obra en la que se especula con una posibilidad que los científicos barajan desde hace años; que debajo de la cobertura helada de Europa, luna de Júpiter, haya vida. La actividad volcánica de Ío, otro satélite del gigante gaseoso, puede ser más espectacular y, en los últimos tiempos, los estudios que la sonda Cassini ha hecho de Titán, luna de Saturno, pueden haberse llevado, con razón, la atención mediática, pero Europa ha estado siempre ahí, agazapada a la espera de que las agencias espaciales volvieran a interesarse en ella.

La última vez que una sonda estudió en profundidad el sistema de Júpiter fue con la misión Galileo, entre 1989 y 2003, y después, naves de paso por allí como Cassini y New Horizons (en dirección a Plutón) ofrecieron nuevas imágenes del planeta y de algunos de sus satélites, pero no ha vuelto a haber una misión dedicada exclusivamente a él. No ha vuelto a haberla hasta ahora; la misión Juno llegará a Júpiter el próximo verano y, para 2022, está previsto que la ESA lance JUICE, una misión que estudiará el planeta y sus lunas heladas. Y, más o menos para la misma época, veremos por fin una expedición dedicada sólo a Europa y con un claro objetivo: su océano subterráneo.

El océano alienígena

Europa es el más pequeño de los cuatro satélites de Júpiter descubiertos por Galileo Galilei (los otros tres son Ganímedes, Ío y Calisto), pero su superficie totalmente helada lo ha hecho destacar siempre de ellos. Las sondas Voyager ya permitieron obtener las primeras imágenes cercanas de esa corteza de hielo, y las fracturas presentes en ella, más la ausencia de cráteres de impacto en buena parte de su superficie, llevó a los científicos a especular que había algún tipo de actividad debajo del hielo, y que esa actividad podía deberse a un océano subterráneo global.

No sería la única luna joviana con esa característica, ya que es muy posible que Calisto tenga también agua líquida bajo su superficie, pero en Europa se da una serie de circunstancias que la convierten en especial. Para empezar, su cercanía a Júpiter (es el cuarto satélite más próximo) implica que su tirón gravitatorio provoque fuerzas de marea en su interior que generan calor y pueden mantener en estado líquido el agua del subsuelo. Además, el telescopio espacial Hubble ha detectado lo que parecen emisiones de vapor de agua desde la luna, y se cree que hay presencia de sales en su hielo.

Los científicos sospechan que el océamo subterráneo de Europa puede tener las condiciones para albergar vida

"Creemos que Europa tiene los ingredientes para la vida. No sólo agua líquida, sino también, probablemente, los elementos adecuados y la energía química que podrían permitir la vida", explicó a la web Vox Robert Pappalardo, científico de proyecto de la misión de la NASA al satélite, y que resume así el principal interés que despierta Europa. Si se confirma la presencia del océano subterráneo, y que es líquido, ya se habrá dado un gran paso hacia el hallazgo de, al menos, otro entorno favorable a la vida en el Sistema Solar.

Para ello, todavía hay que averiguar mucho más sobre la estructura interna de la luna. ¿Posee algún tipo de actividad en su interior que cause algo parecido a los volcanes submarinos de la Tierra, alrededor de los que se ha encontrado una vibrante vida? ¿Recibe elementos orgánicos a través de impactos de asteroides o cometas? ¿Cómo es de gruesa su corteza helada? La respuesta a todas esas preguntas podría tenerla esa misión a Europa de la NASA que no tiene un nombre oficial (era Clipper hasta hace unos meses).

Europa, de cerca

Europa, vista por la misión Galileo. Foto de NASA/JPL-Caltech/SETI Institute.

La misión consistirá en un orbitador que realizará varios sobrevuelos cercanos del satélite. No puede orbitarlo porque el entorno de radiación es demasiado intenso, y "freiría" los sistemas de la sonda, así que se ha optado porque la nave orbite Júpiter y, cada dos semanas, visite Europa de un modo similar a lo que Cassini ha hecho con Titán. Sólo que, en esta ocasión, la nave no tendrá ningún otro objetivo, sólo tendrá ojos (e instrumentos) para Europa.

En total, los diseñadores de la misión prevén que se realicen 45 sobrevuelos, en los que se fotografiará la superficie del satélite y se estudiará su composición y su estructura interna. La carga científica de la sonda ya ha sido aprobada por la NASA y, entre los nueve instrumentos que llevará, se incluyen algunos que estudiarán también su campo magnético. Carol Raymond, investigadora principal de uno de ellos, ICEMAG, explicaba en su día que:

"La naturaleza del océano del subsuelo y cómo interacciona con la superficie es crítica para evaluar la habitabilidad potencial de Europa. El conocimiento de las propiedades del océano nos ayudará a entender la evolución de Europa y permitirá la evaluación de los procesos que han creado ciclos de material entre las profundidades y la superficie".

La gran esperanza es encontrar huellas de la presencia de formas de vida en la luna, formas de vida que los científicos creen que podrían ser similares a las que, posiblemente, haya en el lago Vostok, un lago subglacial enterrado en la Antártida durante más de 15 millones de años. Un equipo de científicos rusos taladró su superficie en 2012 y aseguró haber obtenido muestras de la existencia de ADN de bacterias nunca vistas hasta el momento, pero su descubrimiento fue muy discutido. Otro equipo volvió a taladrar en el hielo sobre el lago el pasado mes de febrero, y ese método de exploración es, curiosamente, uno de los que se ha propuesto en varias ocasiones para Europa.

Un agujero en el hielo

La misión que la NASA lanzará a Europa consistirá de un orbitador que se aproximará bastante a ella, pero ha habido otras propuestas en las que la exploración de la superficie iba a realizarse in situ, con un aterrizador y hasta con un robot que taladraría la corteza helada del satélite, en busca de su océano subterráneo. De hecho, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y la Universidad de Uppsala (Suecia) estudiaron el diseño de un pequeño submarino, de un tamaño parecido a dos latas de refresco juntas, que pudiera introducirse por un agujero en el hielo de la superficie de Europa y explorara así lo que hubiera por debajo.

Sin embargo, esa posibilidad nunca salió adelante. Tampoco lo hizo Laplace, un ambiciosa misión conjunta de la NASA y la ESA que debía estudiar la magnetosfera de Júpiter y sus satélites Ganímedes y Europa. Habrísa estado formada por dos sondas: JEO (Jupiter Europa Orbiter) y JGO (Jupiter Ganymede Orbiter), que se habrían repartido el estudio de las lunas, pero los problemas de presupuesto terminaron por cancelarla. La ESA, sin embargo, siguió con su parte de la misión y la renombró JUICE, mientras la NASA optó por un orbitador un poco más "sencillo" en Juno.

¿Qué secretos guarda Europa bajo su corteza helada? ¿Realmente puede albergar vida? Y si es así, ¿sería muy diferente de la que habita los océanos de la Tierra?

Imagen | NASA/JPL-Caltech, University of Arizona

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