Estudiar Bennu puede darnos pistas sobre el origen de la vida en la Tierra. Por ahora nos ha dado una sobre el suyo propio
OSIRIS-REx es una de las misiones espaciales más ambiciosas desarrolladas en los últimos años. La nave partió hacia el asteroide Bennu, recogió muestras de su superficie y después las trajo de vuelta a la Tierra. Los responsables de la misión llevan desde septiembre analizando estas muestras.
Una nueva pista. Y este análisis ha arrojado una nueva pista sobre el origen de Bennu. El indicio se encuentra en el fosfato de la muestra, y apunta a que la procedencia de esta roca espacial se podría encontrar en un “mundo oceánico”.
121.6 gramos. El estudio se basa en uno de los primeros análisis de la muestra traída a la Tierra por la misión OSIRIS-REx. Una muestra de 121,6 gramos de roca y polvo procedente del asteroide Bennu.
Este no es el primer análisis realizado sobre este material. Los estudios preliminares indicaban ya la presencia de un polvo rico en carbono, nitrógeno y compuestos orgánicos. Estos son, explica la NASA, componentes esenciales de la vida tal y como la conocemos.
Los primeros análisis de la muestra también indicaban la presencia de minerales arcillosos como la serpentina. Este material es semejante al que en nuestro planeta se da en las dorsales mediooceánicas, lo que ya nos remite a tierras sumergidas.
Fosfato de magnesio-sodio. El hallazgo de estos materiales fue acorde a las expectativas. La NASA escogió Bennu por tratarse de un asteroide formado en los primeros millones de años de vida del sistema solar. La agencia quería estudiar en estos materiales primigenios los “secretos del pasado del sistema solar y la química prebiótica que podría haber conducido al origen de la vida en la Tierra”.
Sin embargo el hallazgo de fosfatos de magnesio-sodio supuso una sorpresa para el equipo. El motivo es que los sistemas de detección remota de la sonda OSIRIS-REx no habían encontrado trazas de este tipo de compuestos.
¿Mundo oceánico? Según explica la propia agencia, la presencia de este tipo de material es un indicio que apunta al posible origen de Bennu en un mundo acuático. Este hipotético cuerpo podría haberse tratado de un “antiguo, pequeño, [y] primitivo mundo oceánico”.
Confirmar esta hipótesis requerirá un estudio más profundo del material, explica el equipo en una nota de prensa. “Bennu potencialmente podría haber sido una vez parte de un mundo más húmedo. En cualquier caso, esta hipótesis requiere una investigación más profunda”, agregaba Dante Lauretta, coautor del estudio.
El reciente análisis fue detallado en un artículo publicado en la revista Meteoritics & Planetary Science.
Un viaje de siete años. La misión OSIRIS-REx partió en septiembre de 2016 al encuentro de Bennu. En octubre de 2020 la misión de la NASA arrancó parte del regolito superficial de este asteroide gracias a su brazo robótico equipado con el mecanismo de captura TAGSAM (Touch-and-Go Sample Acquisition Mechanism).
A finales de septiembre de 2023, tras poco más de siete años de misión, una cápsula aterrizaba en el desierto de Utah con la mayor muestra no adulterada procedente de un asteroide jamás recogida. La alusión al hecho de que la muestra no fuera adulterada es clave: contamos con numerosas muestras de asteroides que alcanzan la Tierra como meteoritos, pero estas se ven afectadas por las condiciones de la entrada y de su llegada a nuestro planeta.
El calor y el agua afectan a su composición química, pero al llegar protegidos en una cápsula, la muestra ha llegado lo más íntegra posible. “Estos hallazgos destaccan la importancia de recolectar y estudiar material de asteroides (…) especialmente material de baja densidad que típicamente se quemaría en su entrada a la Tierra,” añadía Lauretta.
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Imagen | Lauretta, Connolly, et al., 2024.
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