Bill Gates se une a la lista de millonarios dispuestos a poner cohetes en órbita
Hubo un tiempo en el que entre Bill Gates y Elon Musk existió una cierta cordialidad e incluso estuvieron a punto de colaborar en alguna iniciativa filantrópica conjunta. Sin embargo, el carácter explosivo de Elon Musk dinamitó todos los puentes y la relación entre ambos millonarios se enfrió.
Uno de los puntos de fricción fue el enfoque de la colonización de Marte, donde los millonarios tecnológicos chocaron frontalmente, tal y como se refleja en la biografía de Elon Musk. "Le dejé que me explicara su pensamiento sobre Marte, lo cual es un pensamiento un tanto extraño", le dijo Gates al biógrafo de Musk. Esa diferencia de opiniones tal vez haya sido una de las razones que ha llevado a Bill Gates a meterse en la carrera por la tecnología de lanzamiento de cohetes espaciales, poniéndole las cosas un poco más difíciles a SpaceX de Elon Musk.
Stoke Space, la rival de SpaceX financiada por Bill Gates. Durante toda su trayectoria, las inversiones de Bill Gates parecían ir orientadas a mejorar las condiciones de vida en la tierra, financiando desde la Fundación Bill y Melinda Gates proyectos de igualdad, educación, sanidad y apoyo al desarrollo.
Sin embargo, esa tendencia ha dado un giro inesperado cuando el fundador de Microsoft y otros accionistas invirtieron 100 millones de dólares duplicando el capital de la compañía para impulsar el programa espacial Nova de Stoke Space, una startup aeroespacial que podría entrar en competencia directa con la empresa de Elon Musk.
Nova va a por los Falcon. El programa Nova consiste en el desarrollo del cohete pesado reutilizable más robusto del mundo, que pondría en jaque el monopolio que SpaceX ha tenido en los últimos años en el lanzamiento de satélites reduciendo los costes ante la posibilidad de recuperar los propulsores. El proyecto Nova es realmente ambicioso ya que competiría incluso con los Falcon 9 de mayor capacidad de SpaceX y a menor coste.
La recuperación de los cohetes no es suficiente. La primera demostración de fuerza de Nova es el cohete Hopper2, que dispone de dos módulos adicionales de lanzamiento que hacen posible el reabastecimiento en órbita de otros módulos.
El primero de ellos tiene siete motores GNL (Gas Natural Licuado) y de oxígeno (LOX) y permite ampliar la zona de despegue o aterrizaje. El segundo módulo que es el que permite poner en órbita satélites o reabastecer a otros módulos en órbita, y cuenta con un escudo térmico con un sistema de enfriado regenerativo con un motor modular de hidrógeno y oxígeno que le permite descender desde la órbita a un punto de aterrizaje vertical con mayor precisión, tal y como hacen los cohetes de SpaceX tras su lanzamiento, pero desde menor altura.
Unos primeros resultados muy prometedores. El módulo Hopper2, que es como se ha llamado a la segunda etapa del cohete destinada a ponerse en órbita, ya ha sido sometido a su primera prueba de vuelo. Aunque está en una etapa temprana, los resultados han sido muy satisfactorios. Ha conseguido despegar sin contratiempos, mantenerse suspendido a 10 metros y ha vuelto a descender al punto de aterrizaje previsto demostrando que los motores y el software de control funcionan.
El uso de este segundo módulo y su innovador escudo térmico abre la puerta a que no solo pueda regresar a la Tierra, sino que puede alunizar o descender a cualquier otro planeta, recuperar satélites averiados desde su órbita e incluso utilizarlos como “puntos de recarga” intermedio para viajes a Marte o misiones de exploración.
La clave para llegar a Marte no solo la tiene Musk. Este nuevo planteamiento de repostajes en órbita y cohetes reutilizables tal vez sea uno de los elementos clave en el futuro de la industria aeronáutica que incluso facilitaría las operaciones de mantenimiento a sistemas de satélites de comunicación como Starlink de SpaceX.
Con esta inversión, Elon Musk vuelve a ponerse en el punto de mira de Bill Gates. No es la primera vez que el fundador de Microsoft se posiciona de forma estratégica en el mercado para convertirse en futuro socio imprescindible para sus rivales. Lo hizo en el pasado con Apple, cuando la inversión en 1997 de 150 millones de dólares de Microsoft salvó de la quiebra a la compañía de Steve Jobs.
Imagen | Stoke Space
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