El reciente lanzamiento de una misión conjunta de Francia y China desde la provincia china de Sichuan llamó más la atención por cómo desecha el país asiático sus propulsores espaciales que por el satélite en sí.
Un nuevo lanzamiento. El sábado a las 7:00 UTC despegó desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang un cohete CZ-2C de la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC).
El cohete puso en órbita un satélite franco-chino llamado SVOM, el nuevo observatorio más potente del mundo para la detección de estallidos de rayos gamma, explosiones cósmicas de corta duración que son extremadamente violentas y emiten rayos de alta energía.
Una nueva lotería. Minutos después del despegue, la primera etapa del cohete se separó de la segunda etapa e inició su regreso a tierra en caída libre, hasta impactar en un monte frondoso cerca de la plataforma de lanzamiento. Los habitantes de esta zona rural de China, que se habían acercado a contemplar el lanzamiento espacial, vivieron un breve momento de pánico al ver que el propulsor se acercaba con una densa estela amarilla.
Una estela altamente tóxica. El cohete CZ-2C utiliza propulsión hipergólica, más barata y manejable que la propulsión criogénica, pero el característico color amarillo de sus gases de escape es producto del tetróxido de dinitrógeno (N₂O₄), un oxidante muy tóxico y corrosivo.
Por su parte, el combustible, la dimetilhidrazina asimétrica (UDMH), está clasificada como un carcinógeno y puede causar daño grave en el hígado y otros órganos. En 1975, durante la misión Apolo-Soyuz, tres astronautas estadounidenses estuvieron cerca de sufrir graves lesiones al quedar brevemente expuestos a estos propelentes.
La regulación laxa de China. Prácticamente todos los cohetes desechables del mundo caen en zonas previstas del océano, pero la regulación espacial china (bastante laxa en comparación con la europea y la estadounidense) permite que cohetes como el CZ-2 y los propulsores laterales del CZ-3 caigan cerca de zonas pobladas, impregnando con combustible tóxico todo lo que encuentran a su paso.
Soluciones. China ha probado a añadir rejillas aerodinámicas a estos cohetes para guiarlos lejos de las zonas pobladas, y está estudiando el uso de paracaídas y otras tecnologías de reutilización para el futuro, pero las imágenes grabadas el sábado, imágenes que se vienen repitiendo desde hace años, demuestran que no tiene mucha prisa por cambiar las cosas.
La falta de regulación estricta en China le otorga una ventaja económica competitiva y ha permitido que su programa espacial crezca rápidamente. El coste ambiental y humano de este crecimiento es cuestionable.
Imágenes | CASC, Weibo
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