La última idea de un grupo de científicos para hacer Marte habitable: lanzar y esparcir "purpurina" al cielo del planeta

Situaciones tan complejas como la habitabilidad del Planeta Rojo necesitan medidas extraordinarias. Esta es, sin duda, una de ellas

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La idea es que algún día Marte sea un lugar habitable para la humanidad. Hoy sabemos que el ingrediente clave, agua, es factible, pero necesitamos mucho, muchísimo más, para que el Planeta Rojo deje de ser una utopía. Por eso se suele hablar de “terraformar” y en los últimos años hemos escuchado todo tipo de proyectos para hacer Marte a “nuestro gusto”. El último esfuerzo seguramente no lo vimos venir: en esencia, lanzar polvo en suspensión para hacerlo habitable.

El estudio. El trabajo partió de uno de los grandes desafíos de Marte: su calentamiento, el mismo que hasta ahora parecía implicar la producción de gases de efecto invernadero en el lugar. Además, con el añadido de que la mayoría de los ingredientes necesarios no están disponibles allí, e incluso si lo estuvieran, el método propuesto probablemente requeriría miles de años.

Así, publicado en la revista Science Advances, los investigadores cuentan que han desarrollado un método basado en el uso de nanobarras metálicas inyectables en la atmósfera marciana. La técnica, tal y como explican, podría ayudar a realizar la tarea prevista mucho más rápido que el enfoque basado en gases de efecto invernadero. De hecho, sus simulaciones por ordenador demostraron que una cantidad suficiente de ellas "amplificaría la luz solar que llega a la superficie marciana e impediría que escapara el calor del suelo".

El problema de Marte. Sabemos que actualmente la temperatura promedio en la superficie de Marte es de menos 60 grados Celsius, y la presión atmosférica es de solo 6 a 7 milibares, en comparación con los 1.013 milibares a nivel del mar en la Tierra. Por tanto, la delgada atmósfera marciana es irrespirable, compuesta principalmente de dióxido de carbono. Por otro lado, el agua se confirmó que está atrapada en forma de hielo en los casquetes polares y en capas de hielo subterráneas que se encuentran principalmente en latitudes altas y medias.

El efecto invernadero natural de Marte sólo calienta el planeta unos 5 grados Celsius, por lo que el primer paso para terraformarlo sería aumentar la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Se han propuesto muchos métodos con el tiempo, pero ninguno parece acercarse tanto como el actual. Según los investigadores de la Universidad Northwestern en Illinois, su método utiliza recursos ya disponibles en el Planeta Rojo y es 5.000 veces más eficiente.

La clave: polvo. Se sabe que el planeta cuenta con grandes cantidades de polvo marciano, y que es rico en hierro y aluminio. Estos materiales podrían diseñarse para crear partículas diminutas llamadas nanobarras que están diseñadas para atrapar mejor la radiación infrarroja térmica que se escapa y dispersar la luz solar hacia la superficie.

Hablamos de una nanobarras muy diminutas, de aproximadamente 9 millonésimas de metro de longitud, más o menos del mismo tamaño que la purpurina disponible comercialmente, pero a diferencia de estas, estarían diseñadas para tener la mitad de la longitud de onda de la radiación térmica para absorber de manera más eficiente el calor que se escapa de Marte.

Los cálculos. El equipo cree que se necesitarían procesar 20 millones de metros cúbicos de polvo marciano cada año para obtener 700.000 metros cúbicos de metales con los que fabricar las nanobarras. Por tanto, se requeriría una fabricación a gran escala, una equivalente a unas tres milésimas partse de la producción anual de metales en la Tierra.

No solo eso. Cuentan que la impresión 3D en Marte de maquinaria para realizar el trabajo "in situ" podría ayudar a reducir los costes, mientras que se podrían utilizar lentes y espejos grandes para enfocar la luz solar y evaporar las partículas de polvo, aislando los metales para que se puedan extraer y convertir en nanobarras.

Esparciendo “purpurina”. Básicamente y una vez construidas estas partículas, la fase final consistiría en que las nanobarras fueran emitidas al cielo marciano a un ritmo de unos 30 litros por segundo a través de una tubería de entre 10 y 100 metros de altura, donde las corrientes ascendentes son más fuertes. “Si pudieran liberarse en una célula de Hadley con corrientes ascendentes, sería aún mejor, ya que permitiría la dispersión de las nanobarras en ambos hemisferios, hasta altitudes de 60 kilómetros”, explican.

Las nanobarras tendrían una vida útil de unos 10 años en la atmósfera marciana. Si todo fuera como sobre el papel, aumentarían el efecto invernadero de Marte y elevarían la temperatura de la superficie en más de 30 grados Celsius. El efecto de calentamiento se haría notar tan solo unos meses después de la liberación de las nanobarras. “Amplificaría la luz solar que llega a la superficie marciana e impediría que escapara el calor del suelo. Estas nanopartículas dispersan la luz solar hacia adelante y bloquean eficazmente el infrarrojo térmico hacia arriba”, cuentan.

Derretimiento del hielo. Si estuvieran presentes en cantidades suficientes, estas nanobarras contribuirían a provocar el derretimiento del hielo de Marte. Esto no sólo permitiría disponer de agua para futuros organismos vivos, sino que, según los autores, también desencadenaría una reacción en cadena hacia un planeta más habitable. “Después de unos meses, la presión atmosférica aumentaría un 20%, creando las condiciones para iniciar un circuito de retroalimentación que implica la volatilización del dióxido de carbono”.

Sea como fuere, estamos ante una idea sobre papel que, de llegar a buen puerto, ninguno de nosotros vería. No es irrealizable, pero un proceso así probablemente tardaría varios siglos en ponerse en marcha. E incluso cuando la temperatura sea suficientemente alta, Marte estará todavía ciertamente lejos de ser habitable, al menos según entendemos la definición en estos momentos.

Imagen | Inkwina, Kamran Abdullayev

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