En los años 90, Robert Zubrin revolucionó la forma en que pensábamos la colonización de Marte. Su propuesta modular y autosostenible para llevar a los humanos al planeta rojo causó un profundo impacto en el imaginario colectivo e incluso en los planes de la NASA. Hace unos días, intentó hacerlo de nuevo. Pero esta vez con la Luna.
La apuesta de Zubrin se basa en la idea de que no sólo tenemos la tecnología necesaria para crear una base lunar, sino que en los últimos años (sobre todo, tras el éxito de Space X) todo se ha vuelto mucho más barato. "Si queremos ir a la Luna, vayamos a la Luna. Tenemos el poder para hacerlo, no perdamos el tiempo".
Un plan de ruta realista, barato y políticamente inviable
El primer lanzamiento mandaría un conjunto de instrumentos al campamento base, la zona donde construiríamos el asentamiento. La idea es buscar un lugar cerca de uno de los polos: son lugares donde siempre hay luz solar y, además, albergan zonas de penumbra y cráteres llenos de hielo. El sistema, usando una serie de rovers controlados desde la Tierra, desplegaría una granja solar, un buen número de radiofaros y varios sistemas de comunicaciones. Con eso, las siguientes misiones tendría mucho más sencillo aterrizar.
El segundo lanzamiento desplegaría el módulo habitable con recursos e instrumentos para asegurar la vida de la tripulación durante el tiempo necesario. Una vez conectado a la granja solar y a los sistemas de comunicación, se enviaría a la tripulación (junto con un módulo capaz de traerlos de vuelta).
Con los expedicionarios ya en el módulo habitable, quedarían algunas tareas como la instalación de un sistema de electrólisis para obtener hidrógeno y oxígeno del hielo lunar. Según Zubrin, crear una base lunar es más sencillo y más barato (700 millones anuales) de lo que pensamos. Sin embargo, hay poco interés en llevarlo a cabo
Una idea plausible, pero no trivial
Como explica Daniel Marin, el plan de Zubrin no es original. Se han propuesto decenas de misiones parecidas. Lo realmente curioso de Moon Direct es que, hoy por hoy, es realista. Tenemos la tecnología necesaria para llevarlo a cabo, un precio realmente asequible y Zubrin es lo suficientemente conocido como para generar publicidad alrededor de la iniciativa.
Marín también señala que no todo es un campo de rosas. Aunque toda la tecnología es conocida, ponerla junta no es trivial, ni barato. Es decir, cada fase del proyecto tiene desafíos técnicos importantes.
Sea como sea, el proyecto de Zubrin es un recordatorio de la revolución que está viviendo la industria espacial. Cada día que pasa, la "conquista del espacio" se vuelve más barata, más accesible y más viable. La pregunta es evidente: Si no lo hacemos nosotros, ¿cuánto tiempo pasará antes de que alguien lo haga?
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