Nadie sabe a ciencia cierta por qué se construyó Stonehenge hace más de 5.000 años. Hay teorías (cientos, miles de teorías), pero si nos vamos a la evidencia científica e histórica hay pocas cosas que podamos ser por seguras.
Una de ellas es que el gigantesco monumento megalítico tiene algo que ver con los solsticios (y muy especialmente con el solsticio de verano). No deja de ser una curiosidad, pero también es un ejemplo precioso de cómo el estudio científico del mundo nos ayuda también a entender nuestro pasado.
¿Qué es Stonehenge?
Stonehenge es seguramente la estructura megalítica más famosa del mundo. Aunque la imagen más común es un enorme círculo de piedras gigantes, el complejo monumental era mucho más amplio. En su día, eran en torno a 162 elementos esparcidas por la planicie de Salisbury (a unos 135 kilómetros de Londres).
Stonehenge fue construido hacia el 3100 a. C. y se asocia a la sedentarización de los pueblos nómadas que vivían en Gran Bretaña. Mil años antes de la construcción del monumento, las llanuras de Salisbury ya estaban llenas de grandes túmulos colectivos y durante los siglos la construcción se fue haciendo cada vez más compleja hasta que los cambios económicos y culturales hicieron que perdiera su función social.
Esa, que siempre dice el arqueólogo Rodrigo Villalobos, es la parte más interesante. No la cuestión técnica, sino la cuestión social: "una gran fuerza de trabajo requiere primero sustento y luego también coordinación" y esa es la cuestión central de la construcción y desarrollo de Stonehenge también.
¿Qué nos puede enseñar el solsticio sobre Stonehenge?
Tendemos a pensar en los yacimientos arqueológicos de forma demasiado estrecha. «En muchas sociedades hay lo que se llaman "centros de agregación" que serían lugares, habitualmente monumentalizados, donde distintos grupos se juntarían en determinados momentos del año para distintas cuestiones: reforzar la identidad del clan o de la unidad política, intercambiar alimentos y productos manufacturados u otras cosas que hoy nos parecerían tan mundanas como "buscarle pareja a los descendientes"», decía Villalobos de Göbekli Tepe. Y es algo aplicable también a Stonehenge.
Es decir, no podemos estar seguros de todas las funciones que tenía el monumento, pero hay una que es muy probable que sí tuviera: marcar el solsticio de verano. En la recreación de la imagen superior se puede ver sin problemas: durante este solsticio el sol se levanta justo sobre la Heel Stone para alcanzar directamente el centro del altar de piedra. Una precisión que difícilmente puede achacarse al azar.
Así que sí, parece razonable decir que Stonehenge fue, entre otras cosas, un observatorio astronómico. En ello coinciden los expertos y también los miles de turistas que se agolpan en Salisbury cada año en días como hoy. Supongo que mirar al cielo es algo que hemos tenido en común todos los seres humanos a lo largo de toda la historia. Y no me extraña.
Imágenes | Paul Townsend
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