La LIGO Scientific Collaboration (LSC) acaba de confirmar que se han encontrado las primeras evidencias de la existencia de ondas gravitacionales. No hay mejor regalo para celebrar el centenario de la teoría de Einstein que comprobando su última gran conjetura relativista que quedaba sin confirmar. Este, sin lugar a dudas, es uno de los descubrimientos físicos más importantes del siglo.
Según explicó David Reitze, profesor de la Universidad de Florida y director ejecutivo de LIGO, las ondas gravitacionales que el LIGO detectó el 14 de septiembre fueron producidas por la colisión de dos agujeros negros con una masa equivalente a 30 soles. Durante estos meses, distintos equipos se han dedicado a confirmar el descubrimiento. Hoy, Reitze ha comenzado a hablar diciendo "Señoras y caballeros, hemos detectado las ondas gravitacionales. ¡Lo hemos hecho!"
¿Qué ha pasado hoy?
Los rumores se han confirmado. Tras el anuncio, Gabriela González, portavoz de LIGO y profesora de la Universidad Estatal de Louisiana, explicó con detalle como el 14 de septiembre de 2015 fueron localizadas por primera vez en el observatorio de Livingston (Louisiana) una señal proveniente de las nubes de Magallanes, dos pequeñas galaxias cercanas a la Vía Láctea. Siete milisegundos después fueron detectadas por el detector de Hanford en el estado de Washington. Estas ondas eran exactamente lo que esperaríamos según las previsiones que hizo Einstein en 1918; algo que ha permitido acelerar los procesos de colaboración.
LIGO busca pequeñas variaciones en la trayectoria de varios rayos láser de hasta 4km de longitud: en este caso, una variación de la 1/1000 parte del tamaño de un protón. Algo tan pequeño que se necesitan varios detectores. De hecho, los dos detectores no son suficientes para escuchar bien lo que ocurre. Por ello, dentro de poco toda una red de detectores hará que podamos escuchar mucho mejor lo que ocurre ahí fuera. A los detectores de Hanford, Livingston (ambos en EEUU) y GEO600 (en Hannover, Alemania), se unirán pronto VIRGO (en Pisa, Italia), LIGO India y KAGRA (Japón).
"La señal que hemos detectado se inició hace tanto tiempo que la vida en la tierra estaba dando sus primeros pasos y aún así hemos sido capaz de detectarla", ha declarado Gonzalez. Concretamente, 1.300 millones de años luz de la tierra. No sólo eso, este descubrimiento demuestra que pueden darse sistemas binarios de agujeros negros. Algo que ya sería un gran descubrimiento por sí solo. Estos agujeros negros tendrían un diámetro de unos 150km cada uno, unas 30 masas solares y chocaron aproximadamente a la mitad de la velocidad de la luz.
¿Qué significa todo esto?
Aunque nos hemos pasado estos días diciendo que Einstein postuló la existencia de las ondas gravitacionales con su teoría general de la relatividad, lo cierto es que la primera vez habló de ellas fue un año después. De hecho, en ese trabajo Einstein se equivocó: esperando que las ondas gravitacionales fueran análogas a las electromagnéticas de la teoría de Maxwel, resolvió el problema afirmando que las primeras no podían transportar energía. En 1918, dio con la solución, enmendó el error y enunció las ondas tal y como las conocemos hoy. De hecho, su descripción fue tan precisa que cuando los científicos detectaron la onda por primera vez no hubo lugar a dudas.
Este proceso nos da una idea de lo avanzadas que eran las ideas del físico judeo-alemán. Si los desarrollos teóricos del momento se quedaban cortos, los retos tecnológicos para ponerlas en marcha eran inmensos. Encontrar las ondas gravitatorias era, de hecho, la última gran conjetura relativista que quedaba por confirmar.
Por primera vez, podemos escuchar el universo y, por primera vez, hemos puesto en funcionamiento la tecnología que nos llevará a conocer qué pasó en los primeros 500 mil años de vida del espacio-tiempo. Sin lugar a dudas, la Colaboración LIGO, un esfuerzo científico internacional que reúne a numerosos institutos y agencias estatales, ha escrito hoy una las páginas más emocionantes de la historia reciente de la astrofísica y la cosmología. Como ha concluido France Cordova, directora de la National Science Foundation "Este avance representa algo más que una nueva generación de observatorios: representa una nueva forma de mirar al Universo".
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