El 12 de abril de 1961, al sur de Kazajistán, un autobús blanco se paró en el arcén de una carretera vacía. Acto seguido, un joven de unos 27 años se bajó de él, se abrió la bragueta e hizo pis en la rueda trasera derecha. Así es cómo los seres humanos hacemos historia.
El joven era Yuri Gagarin y estaba a punto de convertirse en el primer ser humano en viajar al espacio exterior. Esta historia es muy conocida. Sobre todo, porque los supersticiosísimos cosmonautas soviéticos llevan 60 años haciendo exactamente lo mismo que Gagarin antes de partir al espacio: parar el bus y hacer sus necesidades en la rueda trasera derecha.
Lo que no recordaba es que, menos de un mes más tarde, cuando Estados Unidos se disponían a "emular" la proeza soviética enviando a Alan Shepard al espacio, también tuvieron un problema de... este tipo. Afortunadamente, como veréis, esto no se convirtió en tradición.
"Tío, tengo que mear"
Nos tenemos que ir al 5 de mayo de 1961, 23 días después de la bizarra parada de Gagarin. Alan Shepard se metió en la cápsula Freedom 7 preparado para una misión que, si nada se torcía, no dudaría más de 15 minutos de vuelo. Entonces, todo se torció. "Tío, tengo que mear", se escuchó en la sala de control. El desayuno con zumo de naranja y café no había sido buena idea. "Comprueba a ver si puedo salir rápidamente y hacer mis necesidades".
La cara de los técnicos debió ser un poema. La misión iba a durar un cuarto de hora, a nadie se le había pasado por la cabeza que en ese tiempo se fuera a presentar el problema. Discutieron el problema y von Braun, el jefe del Marshall Space Flight Center de la NASA en Huntsville (Alabama), fue el que le respondió. "No", no se podía.
Pero la situación se alargaba y Shepard no podía aguantar más. Según parece (aunque en las transcripciones se borraron), el astronauta avisó que si no salía en breve tendría que hacerse pis encima. Aquello no gustó nada en la sala de control. Nadie sabía que pasaría si todo el cableado y los "wearables" médicos se mojaban. Así que empezaron a hacer cálculos y a pensar algo.
Unos minutos después, mientras discutían, se escuchó un "ahhhhhh" y Shepard confirmó que sí, que estaba mojado. El pis se empezó a acumular en la parte baja de su espalda y su ropa interior empezó a empaparse de la orina. La incógnita ahora era si alguno de los electrodos que tenía por todo el cuerpo podía fallar y ponerse a dar chispazos.
La orina y la carrera espacial
Como contaba Neal Thompson en 'Light This Candle', la idea de que reconocer que el primer viajero espacial de Estados Unidos había muerto electrocutado por su propia orina fue un escenario terrible durante los minutos que duró la operación. Sin embargo, la cosa salió bien y, aunque Estados Unidos no consiguió hacer algo parecido a lo de Gagarin hasta un año después, la proeza de Shepard pasó a los libros de Historia.
Y esa Historia nos cuenta lo mucho que han cambiado las cosas. Entre otras cosas por casos como estos, claro. Sobre todo, porque casos como estos, a los dos lados del telón de acero, nos muestran cómo los seres humanos somos capaces de lo más audaz y complejo y, a la vez, olvidarnos de las cosas más básicas. Puede ser desmoralizador, pero a mí me parece maravilloso.
Imaen: NASA
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