Igual que cuatro ojos ven más que dos, dos satélites registran más que uno. Ésa es la premisa básica de la misión que idea la NASA para estudiar unos misteriosos patrones de luces y sombras en espiral que experimenta la Luna en su superficie.
Lo llamativo, además de esta especie de "tatuajes" lunares (como los define la propia agencia a modo de comparación entendible) es que los protagonistas de esta misión serían dos satélites CubeSat conectados por un cable kilométrico, los cuales rastrearían más de cien localizaciones de la superficie lunar y tratarían de arrojar luz a lo que aún no se conoce del todo sobre nuestro satélite y vecino.
Un cable de 180 kilómetros para repasar "la piel" de la Luna
Se trata de momento del germen de una misión, llamada Bi-sat Observations of the Lunar Atmosphere above Swirls (BOLAS), para cuyo desarrollo se ha seleccionado un equipo del Centro Espacial de Goddard (Maryland), pero el jefe de proyecto (Timothy Stubbs) espera que sea la primera misión planetaria de este tándem de satélites.
¿Y por qué dos satélites emparejados? Para ahorrar combustible. La idea es que, una vez alcanzada una altura de unos 100 kilómetros con respecto a la superficie lunar para orbitar, se separarían hasta lo que el cable de 180 kilómetros permitiese, quedando el más externo a unos 190 kilómetros de la superficie y el otro a unos 10 kilómetros.
El ahorro está en que el hecho de estar ligados con un cable hace que se gaste menos combustible al mantener la órbita, explican desde la agencia. Las concentraciones de masa en la superficie lunar provocan cambios en el campo gravitariorio y atraen/empujan a los objetos orbitando, y de este modo el satélite externo se opone a la fuerza gravitatoria manteniendo el más cercano a una distancia segura, sin que se necesite un aporte extra de energía para la propulsión que evitaría su choque contra la superficie.
La tenemos al lado pero seguimos conociéndola mejor
La idea es que el tándem de CubeSats orbite durante un año para caracterizar los mecanismos por los que el hidrógeno se implanta en la superficie lunar, así como la capa de regolito, la topografía, las condiciones de plasma o los campos magnéticos gracias a los espectrómetros y otros instrumentos miniaturizados( que permitirían caracterizar el ciclo de hidrógeno lunar a estas dos alturas).
Pero como decíamos uno de los principales objetivos es entender cómo se forman las espirales de luces y sombras y qué papel juegan las anormalidades magnéticas en su aparición (esto, quizás, nos recuerde a cierta película de Christopher Nolan).
Hasta ahora lo que han permitido las observaciones teorizar es que las espirales aparecen por el comportamiento de los restos de campo magnético en la corteza lunar, así como otros fenómenos (vientos solares, impactos de micrometeoritos, etc.) que pueden hacer que los materiales expuestos cambien física y químicamente pudiendo oscurecerse. Pero no existe un consenso sobre por qué mecanismo se forman, de ahí que quiera enviarse una misión específica para obtener las observaciones que permitan discernir entre una teoría u otra.
De hecho sobre esto último, el campo magnético lunar, aún nos queda por saber, y justo estos días se publicaba un trabajo acerca de que el campo magnético de la Luna podría haber durado el doble de lo que se considera hasta ahora. Se considera que hace unos 4.250 millones de años el campo magnético lunar era similar al de la Tierra y hasta ahora se calcula que desapareció hace 3.190 millones de años, pero en este estudio se plantea la desaparición entre 2.500 y 1.000 millones de años atrás por los hallazgos encontrados en las rocas que la misión Apollo 15 trajo.
En Xataka | Para la NASA el futuro de las misiones espaciales está en esta 'tela espacial' impresa en 3D
Ver 59 comentarios