El año pasado os contábamos las aparentemente locas ideas sobre asentamientos espaciales futuristas que se fraguaron en un simposio de la NASA en los años 70, con diseños muy de película de ciencia-ficción. Pero el germen resultaba ser anterior, incluso casi de principios de siglo, con lo que llegó a ser un proyecto serio de estación espacial militar al inicio de la Guerra Fría.
Se trataba de una idea que, si bien posteriormente daría lugar en cierto modo a la de míticas estaciones como la de '2001: odisea en el espacio', en su momento tenía un objetivo casi más cercano a la Estrella de la Muerte que a la estación Cooper de 'Interstellar'. Una propuesta que vino de la mano de Wernher von Braun, un ingeniero aeroespacial que trabajó desarrollando cohetes en la Segunda Guerra Mundial y mas tarde formó parte del programa espacial de los Estados Unidos, donde presentó este curioso plan.
Desde finales de 1800 imaginándonos así
La idea de estación espacial rotatoria se remonta, como decíamos, a principios del siglo XX, aunque el proyecto de von Braun fuese tan popular que posteriormente la idea llegó a conocerse como "rueda von Braun" (von Braun wheel), como explica Gary Kitmacher, de la NASA y trabajando en la Estación Espacial Internacional. Ya a finales del s. XIX el ruso Konstantin Tsiolkovsky planteó (para su ciencia ficción, eso sí) un toroide para una hipotética estación espacial que, girando sobre sí misma como si de una rueda de bicicleta se tratase, lograse algo aproximado a tener gravedad.
De hecho, este planteamiento es el mismo que vimos en la Endurance de 'Interstellar', cuando una vez en el espacio ponen en marcha un giro (spin) con el que logran crear la sensación de gravedad gracias al uso de la fuerza centrífuga y la inercia. Y bueno, es la misma idea de los de The Gateway Foundation para 2025, algo que de hecho llaman la Estación Espacial Von Braun por el ingeniero del que vamos a hablar (estando a 2020 y viendo el proyecto, mucho ánimo con ello, Gateway).
Volviendo a los orígenes de esta idea, tras Tsiolkovsky fue el esloveno Herman Potočnik en 1929 el que siguió con la idea y en su trabajo Das Problem der Befahrung des Weltraums: der Raketen-Motor (algo así como "El problema de viajar por el espacio: el motor de cohete") mostraba otra propuesta circular. Se basaban ee la fórmula ⍺=-⍵²·r, donde "⍺" es la aceleración lineal (en cualquier punto del perímetro), "⍵" es la velocidad angular de la estación y "r" es el radio, lográndose según sus cálculos simular la aceleración gravitacional en la Tierra (9,81 m/s²).
Su carencia de fuerza espacial les resultaba molesta
Ya en el siglo XX, en los años 50, fueron Wernher von Braun y Willy Ley quienes retomaron esta idea, aunque con cierto giro (nunca mejor dicho). Una estación espacial circular con potencial para poder atacar con armamento nuclear a cualquier enemigo en la Tierra, como cuentan en Cheddar en un vídeo en el que además nos descubren que el propio on Braun apareció en unos documentales de Disney ('Man and the moon' explicando el proyecto (con una versión muy, muy descafeinada, eso sí, encarada a la exploración espacial, también en plena efervescencia).
Esto se pensó en un contexto totalmente distinto (por suerte) al actual, en ciernes de la Guerra Fría y cuando los rusos ya habían probado sus bombas nucleares. La idea se publicó en la revista Colliers, donde otros científicos reunían sus ideas y que entremezclaba contenido de entretenimiento con ideas en tono más serio como ésta de que "Estados Unidos debía embarcarse inmediatamente en un programa de desarrollo a largo plazo de para asegurar la 'superioridad espacial' de occidente".
Anteriormente, von Braun fue clave en el desarrollo de los cohetes V2 alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Después de aquello, fue trasladado en secreto a los Estados Unidos junto a unos 1.600 científicos e ingenieros alemanes y trabajó para la Armada estadounidense, participando en el desarrollo de cohetes y satélites espaciales.
La idea de von Braun, a nivel técnico, era de una estación de unos 76 metros de diámetro que, según esa fórmula que veíamos antes, tendría que rotar unas tres veces por minuto para generar la fuerza centrífuga necesaria para lograr simular la gravedad. Contaría de tres niveles y albergaría una tripulación de 80 personas.
La propuesta no fue rechazada en un primer momento, si bien lo que hizo la NASA en 1959 es plantearlo como hizo el propio von Braun en Disney como una estación de paso de camino a la Luna. El concepto de estación espacial quedaba como el paso lógico a seguir tras el Programa Mercurio, el primer programa espacial tripulado de los Estados Unidos (en respuesta a Rusia).
No obstante, el proyecto se descartó porque era impensable con la tecnología disponible en la época y sus posibilidades. Si en los 70 los ordenadores ya eran enormes y menos potentes que un móvil actual, diez años antes no iba a ser algo plausible llevar a cabo un proyecto así.
Además, el coste de usar cohetes y naves para ir supliendo a la estación sería al poco mayor que el coste de la propia estación, según estimó la NASA. Por no hablar de que estratégicamente tampoco era lo mejor de cara a los enemigos, siendo un blanco relativamente fácil, y de que los misiles intercontinentales eran una alternativa ya real y más económica.
A lo mejor no hemos cambiado tanto
Y de aquellos barros, los lodos locos de hoy. Cuando desde hace ya años las estaciones espaciales son una realidad (bien distinta de la que planteaban Tsiolkovsky, von Braun y compañía, sobre todo más pacífica), en septiembre de 2019 la fundación Gateway presentaba su idea de hotel espacial, que como os contábamos antes, se fundamenta y bautiza como la idea del ingeniero alemán.
La Estación von Braun se ensamblaría en órbita, utilizando robots y drones, pretendiendo ser el primer hotel espacial del mundo con gravedad, bares, acogedores interiores y cocinas completas. Tomando de molde las ideas de las que hemos hablado, la estación tendría forma de rueda gigante, de 190 metros de diámetro, que girará para generar la atracción gravitacional.
Pese a que han pasado más de cien años desde que von Braun publicase sus ideas, un proyecto así resulta bastante inverosímil aún con la tecnología actual, sobre todo por esa idea de que pueda haber un turismo fluido dado que ir al espacio no es cualquier cosa y sigue suponiendo un cometido arriesgado. Aunque llamó la atención que precisamente tomasen este modelo, que parece sobrevivir por mucho que pasen los años desde que se concibió, cuando aún se tenía que soñar con una estancia en el espacio.
Más realista y cercana es la puesta en marcha de la Fuerza Espacial de Trump, si bien no sabemos en qué consistirán sus misiones. ¿Habrá una estación espacial alternativa para el trabajo de esta fuerza militar? Quién sabe, las decisiones con respecto a lo que se quiere de la NASA no siguen un patrón demasiado previsible, pero que a la ISS ya se le ha previsto su sustitución es un hecho.
Imagen | NASA/MSFC
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