La Historia de Países Bajos es la historia de una lucha permanente con el Mar. Es una historia de éxitos (y alguna tragedia) que ha arrebatado, dique a dique, más de 34.000 kilómetros cuadrados al océano. Con un tercio de su superficie bajo el nivel del mar, el dicho popular de que “Dios hizo el Universo y los holandeses hicieron Holanda” tiene todo el sentido del mundo.
La analogía es inevitable, cambiemos 'diques' por 'escudos magnéticos' y quien sabe si el dicho del futuro terminará con un “los marcianos hicieron Marte”. Porque la realidad, la verdad verdadera, es que ya tenemos todo lo necesario para colonizar Marte excepto una cosa: un campo magnético. Así estamos intentando crear uno.
Marte era un vergel
El consenso científico actual (y la evidencia disponible) nos dice que Marte tuvo una vez un campo magnético que protegía su atmósfera. Uno muy parecido al que tiene hoy la Tierra. No tenemos muy claro por qué, pero hace unos 4.200 millones de años desapareció sin dejar rastro. Sin más. En unos pocos de cientos de millones de años, indefenso ante los vientos solares, Marte dejó de ser un entorno cálido, húmedo y seguro para convertirse en la piedra helada, inhóspita e inhabitable que es hoy.
El planeta perdió casi toda su atmósfera (aún hoy la sigue perdiendo) y sin ella, cualquier colonización que queramos hacer en Marte se limitará a encerrar humanos dentro de compartimentos estancos que los aíslen de la radiación y la finísima atmósfera tóxica que aún pervive.
Por eso, la NASA lleva años acariciando la idea de poder construir ese campo electromagnético. Pero no sólo por eso. Hay motivos prácticos porque si fuéramos capaces de crear campos magnéticos a demanda, nuestros astronautas estarían más seguros allá arriba. El espacio se convertiría en un lugar mejor.
Pero también hay motivos mucho mas serios: no sabemos a ciencia cierta qué hizo que el campo magnético de Marte desapareciera y, por eso mismo, no sabemos si es algo que podría pasarnos a nosotros también. En el sueño de ir al planeta rojo puede encontrarse uno de nuestros seguros de vida.
Cuando la ingeniería tiene escala planetaria
Hace unos meses, Jim Green, Director de la División de Ciencias Planetarias de la NASA, propuso el plan más ambicioso (y plausible) para 'terraformar' Marte. Su idea consiste en poner un generador dipolar en el punto de Lagrange L1 de Marte. De esta forma, se podría crear un campo magnético artificial que abarcaría todo el planeta.
Parece ciencia ficción porque aún lo es y el mismo Green lo reconoce. Pero los trabajos para crear magnetosferas en miniatura son muy prometedores y todo indica que la propuesta tiene sentido. La tecnología que nos permitirá crear magnetosferas pequeñas está cerca de salir de los laboratorios.
Según Green, el campo frenaría la sangría atmosférica y la haría crecer con el tiempo. Aumentaría la temperatura promedio del planeta alrededor de 4 grados, lo suficiente para derretir la capa de hielo de dióxido de carbono en la capa de hielo del polo norte y restablecer una séptima parte de los océanos que existían. El futuro de Marte puede ser más verde de lo que pensábamos (y menos mal)
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