El "evento de Laschamps", cuando los polos de la Tierra se invirtieron y causaron un colapso de nuestro escudo magnético

Esta “excursión” de los polos sucedió hace unos 41.500 años y su intensidad podría haber sido mayor de lo que creíamos

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Según nos acercamos al pico de intensidad del Ciclo Solar 25 viene bien recordar que la Tierra cuenta con una capa protectora, un escudo que evita que algunos de los fenómenos solares alcancen la superficie del planeta. Sin embargo el campo magnético de la Tierra no es una fuerza tan constante.

La “excursión” de Laschamps. Para entender qué podría ocurrir la próxima vez que los polos de nuestro planeta se inviertan conviene estudiar qué es lo que sucedió en las ocasiones anteriores. Es lo que ha hecho un estudio reciente: analizar cómo el evento conocido como “excursión” de Laschamps afectó al escudo magnético de nuestro planeta.

Un acontecimiento cíclico. La excursión de Laschamps es tan solo una de las múltiples ocasiones en las que el campo magnético de la Tierra se ha invertido. El interior de la Tierra funciona como un imán gigante. La circulación térmica del hierro fundido del interior del planeta hace genera un campo electromagnético con dos polos, uno que apunta aproximadamente al norte de nuestro planeta y uno al sur.

Este campo es más o menos estable, pero ocasionalmente los polos de este imán se intercambian en su posición geográfica, nuestro imán planetario se da la vuelta. Existen dos tipos de inversión, una más duradera que afecta al núcleo interior de la Tierra y una más breve producida solo en la parte exterior del núcleo.

A este último tipo de evento es al que se conoce como “excursión”. Estas excursiones se dan con una periodicidad de decenas de miles de años y la última ocasión fue hace unos 41.500 años, evento al que conocemos como excursión de Laschamps.

El riesgo real. Estos eventos vienen asociados a un debilitamiento generalizado de la intensidad del campo magnético de la Tierra. En este sentido, los nuevos estudios nos indican que, incluso las excursiones del campo magnético pueden hacer que éste se debilite significativamente.

Esto es problemático por su efecto, potencialmente dramático sobre la vida en el planeta. Por una parte ya que nos deja a merced de una mayor radiación solar. De manera indirecta, esta desprotección también puede causar cambios en el clima de la Tierra.

La amenaza no sería total, nuestro planeta ha vivido decenas de eventos entre excursiones e inversiones duraderas de los polos y la vida ha continuado. Sin embargo la exposición a la radiación solar y a las partículas cargadas expulsadas por nuestra estrella podrían causar estragos en nuestras tecnologías actuales.

Berilio-10. El último trabajo, firmado por Sanja Panovska, del GFZ Potsdam, fue presentado recientemente en la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias (EGU). Para el estudio Panovska se basó en el análisis de radionicléidos como el berilio 10.

Este isótopo tiene un origen cosmogénico, es decir, surge por efecto de los rayos cósmicos al impactar con otros materiales. Estudiando la presencia de este isótopo en estratos sedimentarios del lecho marino y en los del hielo permite saber cuáles fueron los momentos de nuestra historia geológica en los que más expuestos estuvimos a la radiación solar.

Comprender el pasado para adelantarse al futuro. El trabajo puede ayudarnos a entender mejor qué ocurrió hace 41 milenios y así adelantarnos a la próxima ocasión en la que los polos magnéticos se inviertan. Aunque esta vuelta solo sea una “excursión” los eventos de este tipo pueden prolongarse durante varios siglos.

“Comprender estos eventos extremos es importante para su ocurrencia en el futuro, predicciones de clima espacial, y para evaluar los efectos en el medio ambiente y en el sistema de la Tierra”, explicaba en una nota de prensa Panovska.

¿Estamos ante un nuevo evento? Es una pregunta que llevamos planteándonos desde hace años. La respuesta es que no lo sabemos. Según explica el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), tan solo nos enteraremos pasado un tiempo después de iniciarse el evento.

El hecho de que la periodicidad de estas excursiones sea de decenas de miles de años (la de las inversiones largas es aún mayor, en el orden de los cientos de miles de años) nos da cierta seguridad: la probabilidad de que estos eventos se den a lo largo de nuestras vidas es muy bajo. Aún así, estudiar estos eventos es clave si algún día tenemos que adaptarnos a ellos.

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Imagen | Greg Shirah y Tom Bridgman, NASA/Goddard Space Flight Center Scientific Visualization Studio

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