Un filamento de hidrógeno de 3.900 años luz de largo situado a 55.000 de distancia: así es “Maggie”, una de las estructuras más extensas de la galaxia

Cuando hace algo más de un año el astrofísico Juan D. Soler observó lo que parecía ser un gigantesco filamento de hidrógeno decidió hacer un guiño a su tierra y bautizarlo como uno de los ríos más importantes de su país natal, Colombia: el Magdalena. O lo que viene siendo lo mismo en inglés: Margaret o “Maggie”, si nos tomamos confianzas. Gracias a un grupo de astrónomos dirigido por investigadores del Instituto Max Planck de Astronomía (MPIA), hoy sabemos al fin que “Maggie” es una estructura coherente con unas medidas sorprendentes, tanto que la hacen destacar en la galaxia. Basta citar su descomunal tamaño: 3.900 años luz de largo y 130 de ancho.

Gracias a los datos del programa THOR (The HI/OH/Recombination line survey of the Milky Way), que trabaja a su vez con el observatorio radiastronómico Very Large Array de Nuevo México (VLA), los investigadores han logrado hallazgos relevantes que acaban de publicar en la revista Astronomy & Astrophysics. En su artículo concretan las medidas y características de “Maggie”, que con sus 3.900 años luz de extensión destaca como una de las estructuras conocidas más largas de toda la Vía Láctea. El filamento está formado casi en su totalidad por gas de hidrógeno atómico y los científicos del MPIA creen que podría representar “un eslabón” en el ciclo material de las estrellas.

Un gigantre difícil de "cazar"

En el Universo hay abundante hidrógeno, el ingrediente principal en la formación de las estrellas. A pesar de lo extendido que se encuentra, sin embargo, a los astrónomos les resulta muy difícil detectar nubes individuales de gas de hidrógeno y eso complica enormemente a su vez el estudio de las primeras fases de los astros. En “Maggie” los expertos se han encontrado con todo un filón: un filamento, una estructura de gas de hidrógeno atómico sorprendentemente larga que la propia Sociedad Max Planck no duda en valorar como una oportunidad “emocionante”.

“La ubicación del filamento ha contribuido a este éxito. Todavía no sabemos exactamente cómo llegó allí, pero se extiende unos 1.600 años luz por debajo del plano de la Vía Láctea”, destaca Jonas Syed, estudiante de doctorado del MPIA y uno de los autores principales del artículo. Gracias a esas características, la radiación del hidrógeno se destaca con claridad sobre el fondo y ha permitido a los investigadores apreciar el filamento. Las observaciones también les han ayudado a determinar las velocidades a lo largo del filamento, marcado por la rotación del disco de la Vía Láctea.

Distribución del hidrógeno atómico medido a una longitud de onda de 21 cm. La línea punteada roja traza el filamento "Maggie". Imagen: J. Syed / MPIA

“Con esta información y un nuevo método para analizar datos, logramos determinar el tamaño y la distancia del filamento”, añade la astrónoma Sümeye Suri, coautora del artículo en una nota de la Max Planck-Gesellschaft: “Tiene unos 3.900 años luz de largo y 130 de ancho”. Sus dimensiones superan por goleada a las de las nubes de gas molecular más grandes conocidas hasta la fecha, que se extienden “solo” cerca de 800 años luz. El equipo calcula además que “Maggie” se sitúa a alrededor de 55.000 años luz de distancia, en el lado más lejano de la Vía Láctea.

Más allá de sus dimensiones de récord o de la distancia que lo separa de nosotros, los investigadores esperan que el gran filamento ayude a aclarar algunas incógnitas relevantes. Como recuerda la propia Max Planck-Gesellschaft, solo el gas molecular se condensa en nubes más o menos compactas en las que se desarrollan regiones de las que surgen nuevas estrellas. Sin embargo a día de hoy los astrónomos desconocen aún cómo se produce exactamente la transición del hidrógeno atómico al molecular. Con su enorme extensión, “Maggie” podría ayudar a aclararlo.

Durante sus observaciones el equipo apreció de hecho que el gas converge en algunos puntos del filamento, lo que les ha llevado a concluir que el gas hidrógeno se acumula en esas áreas y se condensa en grandes nubes. Con los datos de los que disponen sospechan que son precisamente los entornos en los que el gas atómico pasa, de forma gradual, a una forma molecular.

Sección de la Vía Láctea medida por el satélite Gaia de la ESA. El cuadro a la izquierda del medio marca la ubicación del filamento "Maggie". Imagen: ESA / Gaia / DPAC, CC BY-SA 3.0 IGO y T. Müller / J. Syed / MPIA

Los primeros análisis de “Maggie” ya habían detectado de hecho que contenía hidrógeno molecular en una fracción de masa de cerca del 8%, lo que ha llevado a pensar a los científicos que podrían estar generando la materia prima de futuras estrellas. Syed reconoce en cualquier caso que aún “quedan muchas preguntas” y confía en que en el futuro, gracias al apoyo de nuevas herramientas, como el James Webb, los astrónomos logren nuevas "pistas”.

Nos quedan, de momento, las fascinantes medidas de "Maggie".

Imagen de portada | Jimmy Baikovicius (Flickr)

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