Por las grietas de la Estación Espacial Internacional vemos un futuro en el que China y la inversión privada protagonizan la exploración del espacio

La Estación Espacial Internacional (EEI) se está agrietando. Hace escasamente una semana nos asaltó la noticia de que los astronautas rusos habían encontrado varias fisuras superficiales en el módulo Zarya, que es el más antiguo de las instalaciones.

Lo preocupante es que no es la primera vez que sucede, y, desafortunadamente, como confirma Vladimir Solovyov, el ingeniero jefe de la agencia espacial rusa, lo esperable es que durante los próximos años sigan apareciendo nuevas grietas en las secciones más antiguas de la EEI.

NASA y Roscosmos, que es el nombre por el que se conoce a la agencia espacial rusa, pactaron a principios de 2015 compartir el liderazgo de la estación espacial hasta 2024, pero los signos de degradación que han mostrado las instalaciones durante los últimos años arrojan serias dudas acerca del futuro de la EEI más allá de esa fecha.

Actualmente, además, no está claro que Estados Unidos y Rusia vayan a seguir liderando este proyecto de manera conjunta una vez que transcurra la vida operativa que han pactado. Y mientras tanto China ha alcanzado una velocidad de crucero en lo que se refiere a la exploración espacial que la coloca fuera del alcance de cualquier otra superpotencia.

Esto es lo que sabemos acerca de los planes de NASA y Roscosmos

A las dudas razonables que arroja la degradación de la EEI sobre su futuro se une la incertidumbre que se cierne permanentemente sobre las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. El conflicto que mantuvieron ambas naciones a mediados de la década pasada nos recuerda que cualquier tensión inesperada entre ellas puede provocar un bandazo capaz de extinguir su colaboración en estas instalaciones.

En 2014 Dmitry Rogozin, que entonces era el ministro de Defensa e Industria Espacial de Rusia, anunció que su país rechazaría la propuesta de ampliación de la vida operativa de la EEI más allá de 2020 en respuesta a la sanción impuesta por Estados Unidos debido a la adhesión a Rusia de la península de Crimea.

Rusia planea dedicar sus recursos a la construcción de ROSS ('Russian Orbital Service Station'), una nueva estación espacial modular cuya puesta a punto arrancará en 2025

Afortunadamente aquel conflicto se apaciguó y ambos países acordaron seguir administrando juntos las instalaciones espaciales hasta 2024, lo que nos coloca donde estamos ahora. ¿Qué sucederá dentro de tres años? No hay nada seguro, pero las últimas declaraciones del ejecutivo ruso reflejan que probablemente abandonará el proyecto con el propósito de dedicar sus recursos a la construcción de ROSS (Russian Orbital Service Station), una nueva estación espacial modular cuya puesta a punto arrancará en 2025.

Inicialmente Rusia había anunciado su intención de reutilizar en su construcción el módulo Russian Orbital Segment que aportó a la EEI, pero finalmente ha confirmado que su futura estación espacial será completamente nueva.

Esta estrategia deja en la estacada el acuerdo al que NASA y Roscosmos llegaron el 28 de marzo de 2015, y en el que proponían afrontar juntas la construcción de una nueva estación espacial cuando la actual EEI llegase al final de su vida operativa. Es evidente que desde entonces han pasado muchas cosas, y la posición de Rusia ahora consiste en disponer a medio plazo de su propia estación espacial.

Dada la coyuntura política y económica actual parece poco probable que esta nación vaya a cambiar de opinión y decida reanudar su colaboración en materia de exploración espacial con Estados Unidos. Al menos con la intensidad que ha tenido durante las últimas dos décadas.

Es evidente que el rol de Rusia en la EEI es muy importante, pero el de Estados Unidos lo es aún más debido a que su participación en el sostenimiento económico de las instalaciones es la más alta. Y, además, lo es con mucha diferencia.

La NASA ha manifestado públicamente su intención de prolongar la vida operativa de la EEI hasta 2030

NASA ha manifestado públicamente su intención de prolongar la vida operativa de la EEI hasta 2030, y este plan fue aprobado finalmente por el Gobierno estadounidense a finales de 2018. El problema es que, como es lógico, la degradación que están sufriendo los módulos más antiguos de las instalaciones puede impedir que continúen siendo utilizadas durante toda esta década.

Como cabía prever, NASA no se ha quedado quieta mirando cómo Roscosmos planifica la construcción de su propia estación espacial. Hace casi una década la Agencia Espacial Estadounidense comenzó a trabajar en el diseño de una nueva estación espacial que reemplazase a la EEI cuando esta última finalizase su vida operativa.

En un principio tanto Roscosmos como las demás agencias espaciales que colaboran con ella en la EEI iban a participar en el proyecto, pero actualmente está siendo desarrollado, además de por la agencia estadounidense, por ESA (la Agencia Espacial Europea), JAXA (la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial) y CSA (la Agencia Espacial Canadiense).

Lunar Orbital Platform-Gateway (LOP-G), que es como se llamará la próxima estación espacial cuya gestión liderará la NASA, será sensiblemente más pequeña que la EEI, y, además, no orbitará alrededor de la Tierra; operará en órbita lunar. En sus instalaciones se llevarán a cabo experimentos científicos, como en la EEI, pero también aspira a ser una plataforma indispensable que sin duda estará involucrada en las próximas misiones a la Luna y Marte.

Las agencias que están involucradas en su construcción han planificado poner en órbita el primer módulo de las instalaciones a mediados de esta década, por lo que es posible que LOP-G y la EEI convivan en el espacio durante algún tiempo.

China está desarrollando su tecnología espacial con una velocidad de vértigo

Esta superpotencia ya tiene su propia estación espacial en órbita. El pasado 29 de abril lanzó el módulo Tianhe, que es el componente central de las instalaciones, y solo unas semanas más tarde, a finales del pasado mes de mayo, acopló el segundo módulo de su estación espacial en una clara muestra de su arrolladora capacidad científica, técnica y económica.

A principios de este año China anunció que planea construir en estrecha colaboración con Rusia una estación espacial en órbita lunar

Pero esto no es todo. A principios del pasado mes de julio dos de los tres astronautas que aún permanecen en la estación espacial china llevaron a cabo su primer paseo espacial en un hito que se suma a la larga lista de logros que esta nación ha alcanzado en materia de exploración espacial durante los últimos años.

En relativamente poco tiempo China ha pasado de ser un país al que ninguna potencia con intereses en el espacio prestaba atención a consolidarse como el actor protagonista al que todos respetan. Y está ofreciéndonos muestras muy claras de que su ambición en este ámbito aún no ha tocado techo.

De hecho, a principios de este año anunció que planea construir en estrecha colaboración con Rusia una estación espacial en órbita lunar que competirá de tú a tú con la estación LOP-G que administrarán NASA, ESA, JAXA y CSA. Pero esto no es todo. La última pirueta de China ha llevado a este país a plantearse la construcción de una gigantesca estación espacial modular de varios kilómetros, aunque por el momento este proyecto no es más que una iniciativa que aún tiene que demostrar su viabilidad práctica.

Esta fotografía del módulo central Tianhe fue tomada durante la rigurosa validación a la que fue sometido por los científicos chinos antes de colocarlo en órbita el pasado 29 de abril.

Aún nos queda prestar atención a un ingrediente más de la receta que tendrá la exploración espacial durante los próximos años: la inversión privada. El rol que ya tienen, y que presumiblemente mantendrán, compañías como SpaceX, Virgin Galactic o Blue Origin, entre otras, promete ser crucial para hacer viable el transporte tanto de equipamiento como de personal a las futuras estaciones espaciales. Al menos a las instalaciones administradas por NASA y las agencias que colaboran con ella.

Los recursos que tienen estas empresas son gigantescos, por lo que probablemente también asumirán un papel protagonista en las próximas misiones a la Luna y Marte que liderará NASA, y en las que, de nuevo, se espera que participen las agencias espaciales con las que colaborará en la estación LOP-G.

La exploración espacial ya no es algo solo al alcance de los estadounidenses y los rusos. Crucemos los dedos para que en el futuro la colaboración científica consiga en este y otros ámbitos mantener lo que ha hecho siempre: crear lazos entre los países y disculpar sus diferencias.

Imágenes | NASA/Boeing | 中国新闻网

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