Los árboles son testigos silenciosos de muchos de los eventos que ocurren en nuestro planeta. Sin embargo, analizando sus anillos podemos conocer algo más de algunos eventos que dejan su impronta en este particular registro histórico. Esto incluye los eventos Miyake, unos sucesos extremadamente infrecuentes y peligrosos que podríamos haber estado entendiendo mal.
Los eventos Miyake. Los eventos Miyake pueden definirse como eventos astrofísicos en los que la Tierra es bombardeada por una enorme cantidad de partículas altamente energéticas, algo así como una tormenta solar perfecta. Solo que ya no estamos tan seguros de que el Sol sea su origen, al menos es lo que ha planteado recientemente un grupo de astrónomos.
Los eventos Miyake son extremadamente energéticos y pueden suponer un riesgo no tanto para la vida o salud humanas sino para todos lo sistemas modernos de comunicación digital. Se trataría de incidentes más potentes que el evento Carrington, que en 1859 causó graves problemas en los sistemas de telecomunicación de la época (los telégrafos). Se estima que el evento Miyake más potente de los últimos tiempos (sucedido en el siglo VIII) fue unas 80 veces más potente que el Carrington.
El último evento de este tipo del que tenemos constancia fue algo más débil que el del siglo VIII y se dio a finales del siglo X. Hasta ahora los asociábamos a tormentas solares, pero un nuevo estudio que ha analizado numerosos eventos de este tipo ha observado que los eventos de los últimos 10 milenios no guardan la correlación esperada con los ciclos de actividad solar.
Una posible explicación. Los investigadores consideran que este tipo de eventos no se asemejaban tanto a una explosión o fulguración puntual sino más bien a ráfagas o “tormentas” astrofísicas. El problema de que estos eventos no sean tormentas solares es que esto los hace aún más peligrosos.
Esto no se debe a su naturaleza en “ráfaga”, sino a que los hace más difíciles de predecir. El motivo es que la humanidad cuenta con un sistema de detección y alerta temprana ante posibles fulguraciones y eyecciones solares como las que causan las tormentas solares más graves.
Si nuestra capacidad de reacción ante éstas es ya limitada (esta alerta temprana solo os da unas horas y no tenemos la habilidad de protegernos del todo de sus consecuencias), nuestra capacidad de protegernos si estas partículas altamente energéticas vienen desde otro ángulo es básicamente nula.
El secreto en los árboles. En el colegio aprendimos que la edad de los árboles era identificable gracias a los anillos de su tronco. Esto sucede porque la pigmentación de estos va reflejando los cambios en las condiciones climáticas de la atmósfera. Pero en realidad muchos otros eventos pueden dejar esta impronta en los anillos de los árboles, y la radiación ambiental es uno de ellos.
El estudio se ha basado especialmente en el isótopo radioactivo del carbono, el Carbono 14. “Cuando la radiación golpea la atmósfera produce carbono-14 radiactivo, que se filtra a través del aire, océanos, plantas y animales, y produce un registro anual de radiación en los anillos de los árboles”, explicaba en una nota de prensa Qingyuan Zhang, uno de los autores del estudio.
Según explica Zhang, él y su equipo crearon un modelo del ciclo de carbono a lo largo de 10.000 años con el fin de entender mejor estos eventos Miyake. El estudio ha sido publicado en la revista Proceedings of the Royal Society A.
Una amenaza pequeña pero real. Según los cálculos del equipo, los eventos Miyake se dan una vez cada mil años aproximadamente, lo que implica alrededor de un 1% de probabilidades de que el próximo evento se de durante la próxima década. Hoy por hoy no estamos preparados para un evento de este tipo, y es posible que tampoco lo estemos dentro de 10 años.
El evento Carrington causó grandes problemas en una industria de las comunicaciones aún en pañales. Hoy en día un evento semejante tendría el potencial de provocar consecuencias catastróficas tal es el nivel en el que las tecnologías de la comunicación y de la información impregnan nuestro día a día.
Un evento Miyake por tanto causaría estragos inmensos por su potencia y por nuestras dificultades para anticiparnos a él. En las últimas décadas hemos dedicado numerosos recursos para protegernos de las tormentas solares (sin que estemos muy cerca de este objetivo). Ahora la amenaza podría venir de nuestra retaguardia.
Imagen | Universidad de Queensland
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