En la Luna hay lugares en sombra perpetua y un frío extremo. Al fin sabemos cómo "iluminarlos": con inteligencia artificial (IA).
No todo son deepfakes e imágenes delirantes en los amplios dominios de la inteligencia artificial. Hay quien la ha usado para guiar barcos y aviones, crear música, textos, monólogos o incluso programas electorales. Por haber, hay quien hasta está convencido de que, a su modo, tiene cierto grado de consciencia. Ahora un equipo internacional liderado por el ETH Zúrich le ha encontrado otra aplicación, no menos apasionante: "iluminar" los lugares más oscuros de la Luna.
Aunque a lo lago de las últimas décadas hemos logrado reunir bastantes datos sobre el origen y características de la Luna, nuestro satélite guarda aún algunos misterios que siguen fascinándonos. Quizás una de las regiones que más nos llama sea su polo sur, un “lugar desafiante” —al decir de la NASA— con “características únicas que prometen descubrimientos científicos sin precedentes”.
En concreto nos atraen sus espacios en sombra perpetua, cráteres fuera del alcance de la luz solar y en los que se registran temperaturas gélidas, más incluso que en la superficie de Plutón.
Una región fascinante
“Las elevadas montañas proyectan sombras oscuras y los profundos cráteres protegen la oscuridad perpetua de sus abismos. Algunos albergan regiones en sombra permanente que no han visto la luz solar en miles de millones de años y experimentan temperaturas tan bajas como -203ºC”, ilustra la NASA. Con esas características suponen un auténtico reto para las misiones lunares.
En el ETH Zúrich acaban de dar un paso valioso para conocer mejor esos espacios.
¿Cómo? Con dos grandes herramientas, básicamente: los datos recabados por la Lunar Reconnaissance Orbiter Camera (LROC) y la inteligencia artificial. Desde 2009 LROC se dedica a captar con sus tres cámaras imágenes de alta resolución de la superficie del satélite, un material único que ahora los investigadores han sido capaces de exprimir como nunca antes.
“La cámara captura fotones que rebotan en las regiones sombreadas desde montañas adyacentes y paredes de cráteres. Ahora, con ayuda de la inteligencia artificial, el equipo ha logrado hacer un uso tan eficiente de estos datos que áreas que antes estaban a oscuras se vuelven visibles”, comenta el centro suizo. Los resultados acaban de publicarse en Geophysical Research Letters.
Más allá de satisfacer nuestra curiosidad… ¿Por qué resulta interesante esa información? ¿Qué nos aporta? Pues datos sobre qué podemos encontrarnos en el polo sur lunar y cómo abordarlo.
Las temperaturas gélidas y sus sombras perpetuas —comenta el ETH Zúrich— hacen de estos cráteres lugares con un interés especial para la ciencia: “en este frío extremo el vapor de agua y otras sustancias volátiles pueden quedar atrapadas o congeladas dentro o incluso sobre el suelo lunar. Este potencial hace que los suelos sombreados de los cráteres sean sitios intrigantes”.
El hielo podría ofrecer pistas clave sobre cómo se integra el agua en el sistema Tierra-Luna y un valioso recurso para las misiones que lleguen al satélite en el futuro, que podrían aprovecharlo para su consumo, a modo de protección o incluso como propulsor. Las posibilidades son tan interesantes que uno de los aspectos en los que se ha fijado el equipo de investigadores capitaneado desde la ETH Zúrich ha sido precisamente buscar hielo de agua en las áreas sombreadas.
El trabajo no lo ha mostrado en estos puntos lunares, si bien su existencia, recuerda el centro, ha sido probada por otros instrumentos. “No hay evidencia de hielo puro en la superficie dentro de las áreas sombreadas, lo que implica que cualquier hielo debe estar mezclado con suelo lunar o estar debajo de la superficie”, señala Valentin Bickel, investigador de la institución y autor principal.
Los resultados de la ETH Zúrich sirven también para otro objetivo no menos importante, sobre todo teniendo en cuenta que el Programa Artemis ha puesto sus ojos en el polo sur lunar: ayudarnos a planificar nuestras futuras misiones. Su labor de hecho se enmarca en una investigación exhaustiva que pretende determinar posibles puntos de aterrizaje para Artemis.
“Estos nuevos hallazgos permitirán una planificación precisa de las rutas hacia y a través de las regiones permanentes sombreadas, lo que reducirá en gran medida los riesgos a los que se exponen los astronautas de Artemis y exploradores robóticos. Gracias a las nuevas imágenes, los astronautas pueden apuntar a lugares específicos para tomar muestras y evaluar la distribución del hielo”.
Uno de los primeros en beneficiarse de sus datos podría ser la misión robótica Intuitive Machines Mission 2, prevista ya para la primavera de 2023 y servirá para la recolección de muestras.
Imágenes | NASA/GSFC/Arizona State University y ETH Zurich
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