Se han detectado pulsos de radio inusuales de una estrella previamente inactiva con un poderoso campo magnético
Ubicada a 8.000 años luz de distancia, los investigadores sabían de la existencia de XTE J1810-197, en esencia, una estrella de neutrones “muerta”, aunque no una cualquiera. Hablamos de un magnetar, una estrella diminuta con uno de los campos magnéticos más poderosos del cosmos, si se quiere también, una variedad de púlsar capaz de lanzar enormes cantidades de energía en forma de rayos X y gamma. Sorprendentemente, la estrella parece haber vuelto a la vida.
Qué es un magnetar
Se sabía que los magnetar son, por decirlo de forma coloquial, el grupo de estrellas más rarunas del universo. A saber: son enanas pero tremendamente poderosas, ya que nacen como remanente de una supernova (tras la muerte de una estrella masiva), y se “alimentan” de un campo magnético extraordinariamente potente, sobre todo en comparación con una estrella de neutrones “ordinaria”.
Sin embargo, en este tipo de estrella se produce un proceso único. Cuando la radiación se da por finalizada, y hablamos de millones de años, sus capas exteriores se lanzan hacia afuera a través de una explosión de supernova, lo que hace que la estrella pierda la gran mayoría de su masa. Como resultado de ello, la materia que compone una estrella de neutrones es extremadamente densa.
En este punto nos tenemos que fijar en el núcleo estelar, cuyo colapso hace que la estrella aumente enormemente su velocidad de rotación. Para que nos hagamos una idea, hay estrellas de neutrones que pueden llegar a girar hasta 700 veces por segundo cuando se acaban de formar.
El colapso del núcleo trae consigo otro efecto colateral: las líneas del campo magnético de la estrella moribunda se aplastan entre sí, lo que hace que la fuerza del campo magnético se intensifique. De ahí que algunas de estas estrellas de neutrones tengan campos magnéticos que son mil billones de veces más potentes que el campo magnético del sol.
Ahora sí, estamos ante un magnetar.
Las señales de XTE J1810-197
Ahora que sabemos que XTE J1810-197 pertenece a este grupo de estrellas fascinantes e increíblemente raras, volvamos a la noticia de estos días. XTE J1810-197 es, además, uno de los cuatro magnetar que conocemos que emiten grandes señales de radio.
La estrella emitió señales por primera vez en 2003 y, desde entonces, silencio absoluto durante casi dos décadas... hasta que a finales de 2018, el magnetar ofreció nuevas señales de radio, en este caso en una frecuencia de 1,52 GHz. Tal y como indicaron los investigadores, era estable y oscilaba en alrededor de 20 Hz por cada nuevo puso. Se sugería que las oscilaciones se debían a variaciones en la corteza de la estrella, pero era simples sugerencias.
¿Qué ha cambiado ahora? Desde ese 2018, se ha llevado a cabo un seguimiento de la aparente estrella muerta, y ahora, tras detectar nuevos pulsos a través del radiotelescopio Parkes de CSIRO, creen tener una idea de por qué puede estar generando nuevas emisiones tan inusuales.
Según ha explicado en un comunicado el líder del equipo y científico de CSIRO, Marcus Lower:
A diferencia de las señales de radio que hemos visto de otros magnetares, este emite enormes cantidades de polarización circular que cambia rápidamente. Nunca antes habíamos visto algo así. Nuestros resultados sugieren que hay un plasma sobrecalentado sobre el polo magnético del magnetar, que actúa como un filtro polarizador. Aún está por determinar cómo exactamente el plasma hace esto.
Por supuesto, estamos, otra vez, ante una sugerencia, pero ahora se cree con mayor convicción que este comportamiento de la estrella “muerta” se debe a ese plasma sobrecalentado. En cuanto al filtro polarizado, el equipo se refiere a la capacidad de que sólo una parte de la luz salga en determinadas direcciones.
No me pregunten cómo hace esto el plasma, porque no lo sabe ni el equipo del CSIRO. De hecho, este será el nuevo enfoque a estudiar en las próximas observaciones. Como ellos mismos admiten en su artículo publicado en Nature, “las señales emitidas por este magnetar implican que las interacciones en la superficie de la estrella son más complejas que las explicaciones teóricas anteriores".
Imágenes: CSIRO
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