El agua es un compuesto que podemos encontrar en multitud de formas en nuestro entorno más directo. Esto incluye su presencia en el ópalo, una singular piedra preciosa. Gracias al trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad del Estado de Arizona, también sabemos que esta piedra existe en Marte.
Piedra preciosa. El ópalo es una piedra cuya apariencia caleidoscópica que se forma por la interacción entre sílices (como el cuarzo, al cual se asemeja) y agua. El agua se filtra entre las rocas y ababa enlazada a nivel molecular con éstas, generando unas nuevas estructuras de tono blanquecino con destellos de múltiples colores.
En la Tierra, pueden encontrarse ópalos en diversos lugares, especialmente en Australia y Etiopía, pero ahora, gracias a los datos recopilados por el rover Curiosity, sabemos que es posible encontrarlos también en distintos lugares de Marte.
El hallazgo se realizó gracias al espectrómetro de neutrones DAN (Dynamic Albedo of Neutrons), un aparato a bordo del Curiosity que, pese a haber sido ya amortizado, sigue aportando datos relevantes a los científicos. En este caso fue el aparato que ayudó a asociar algunos “halos” observados en las rocas marcianas a esta piedra preciosa.
Siguiendo la pista. Ahora, tras analizar los datos del espectrómetro, un equipo de investigadores de la NASA y la Universidad del Estado de Arizona han llegado a la conclusión de que esos “halos” eran resultado de una presencia de ópalo más extendida de lo que se creía. Los resultados de la investigación han sido publicados en un artículo en la revista Journal of Geophysical Research: Planets.
Los expertos llevan sospechando de la existencia de estos materiales en Marte desde hace más de una década. Ya en 2008 la sonda Mars Reconnaissance Orbiter observó algunas áreas blanquecinas, que fueron asociadas con estas formaciones geológicas.
Un pasado acuático. El hallazgo viene a ser una nueva confirmación de que Marte fue un planeta repleto de agua en el pasado, pero también ha hecho pensar a los expertos que esta agua podría haber aguantado más tiempo del que se creía en el planeta rojo. Solo que no en su superficie sino en el subsuelo.
Esto implicaría, además, que la vida podría haber existido en Marte también hasta un periodo más reciente del que se sospechaba, también bajo tierra, protegida del exceso de radiación solar y las temperaturas extremas de la superficie y alimentada por diversos depósitos de agua.
“Dada la extensa red de fracturas descubierta en el cráter de Gale, es razonable esperar que estas condiciones subterráneas potencialmente habitables se extendieran a muchas otras regiones del cráter (…) también, y quizás en otras regiones de Marte”, explicaba en una nota de prensa Travis Gabriel, uno de los coautores de la investigación. “Estos ambientes se habrían formado mucho después de que los antiguos lagos del cráter de Gale se secaran.”
Perseverance y más allá. La presencia de ópalos es una buena señal para la exploración del planeta rojo. El motivo es que el agua del ópalo es, en principio, aprovechable. Puesto que los enlaces entre las moléculas de agua y de las piedras de sílice no son tan estrechos como en el caso de minerales propiamente dichos, las moléculas del líquido esencial son extraíbles de la roca.
Aunque Marte cuenta con importantes depósitos de agua en forma de hielo, éstos depósitos están restringidos a las zonas polares. Si los ópalos están tan extendidos en Marte como ahora se sospecha, será posible expandir el radio de las regiones explorables en futuras misiones tripuladas.
Habrá que esperar aún. Desde hace más de dos años, Curiosity convive en la superficie marciana con su sucesor, Perseverance. Éste investiga el cráter de Jezero, el cual podría también contar con depósitos de ópalo. Es precisamente Perseverance el rover que está recopilando muestras de la superficie marciana para tratar de enviarlas a la Tierra, aunque esto será ya a comienzos de la década que viene.
Imagen | James St. John, CC BY 2.0
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