GS-NDG-9422 podría representar una fase galáctica intermedia entre las estrellas primigenias y las actuales
El universo es algo que no deja de sorprender a propios y extraños. Muy a menudo son los propios astrónomos los que mejor aprecian las extrañezas del cosmos, extrañezas que nos permiten comprender un poco mejor el espacio que nos rodea. Extrañezas como la galaxia GS-NDG-9422.
Una galaxia rara. GS-NDG-9422 (o 9422 por acortar) es una galaxia única en su categoría. La galaxia, tal y como la vemos a través de los “ojos” del Telescopio Espacial James Webb (JWST), se muestra como lo era 1.000 millones de años tras el Big Bang y podría representar todo un “eslabón perdido” en el desarrollo de las galaxias.
Lo que hace única a 9422 es la “firma” de su gas: este es tan brillante que nos deslumbra, ocultando con su luminosidad a las estrellas ubicadas en la propia galaxia.
“Mi primer pensamiento al mirar el espectro de la galaxia fue, ‘esto es raro’, lo que es exactamente lo que el telescopio Webb fue diseñado para revelar: fenómenos totalmente nuevos en el universo temprano que nos ayuden a entender cómo comenzó la historia cósmica,” explicaba en una nota de prensa Alex Cameron, quien lideró el estudio de la singular galaxia.
Los “ojos” del Webb. Gracias al instrumento NIRSpec (Near-Infrared Spectrograph) a bordo del JWST, los astrónomos pudieron observar el hecho que convertía a 9422 en una galaxia tan singular, una galaxia con una nube de gas tan brillante que opaca el brillo de las estrellas de su interior.
De las observaciones a las simulaciones. El equipo estudió las extrañas observaciones de la galaxia para comprender mejor qué pasaba en su interior. Comprobaron a través de simulaciones de nubes galácticas de gas que este nivel de luminosidad podía alcanzarse en nubes calentadas por estrellas muy masivas y muy calientes.
Lo mostrado por los modelos se aproximaba mucho a lo que había captado el JWST, pero esto implicaba la existencia en esta galaxia de estrellas mucho más calientes y masivas de lo que estamos acostumbrados a ver en nuestro entorno cósmico. Se estima que en el universo local las estrellas calientes suelen alcanzar temperaturas entre los 40.000º y los 50.000º Celsius. Las estrellas de la galaxia 9422 podrían superar los 80.000º Celsius.
El equipo responsable del estudio explica que esto probablemente se deba a que la galaxia se encuentra inmersa en una “breve fase de formación estelar”. El gas en la galaxia es denos y estaría produciendo estas estrellas de gran tamaño y temperatura. Estas a su vez estarían constantemente irradiando el gas con fotones que interactuarían con el gas alumbrándolo. Los detalles del trabajo fueron publicados en un artículo en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Eslabón perdido. Aún hay algo que hace a 9422 aún más extraña. Y es que la posibilidad de un proceso de génesis estelar tan intenso que logre iluminar la propia nube de gas que lo forma es algo que, aun siendo extraño, entra dentro de lo que prevén los astrofísicos en un contexto: el de las estrellas de la Población III.
Las estrellas de la denominada Población III representan la primera generación de estrellas. El problema es que 9422 no tiene estrellas pertenecientes a este grupo, algo que sabemos debido a que la complejidad química en esta galaxia es mayor de la que podríamos esperar en tal caso, explica el equipo.
9422 es por ahora una rara avis, pero quizás algún día deje de serlo. El Webb continúa su misión de escudriñar el universo primigenio llegando donde telescopios como el Hubble no fueron capaces de llegar. Si en su búsqueda revela galaxias semejantes será posible comprender hasta qué punto 9422 es una rareza o, si por el contrario, es solo el reflejo de una fase por la que tuvieron que pasar las galaxias del pasado.
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