¿Alguna vez habéis visto fotos o vídeos de cómo es la Estación Espacial Internacional (ISS) por dentro? Es probable que os hayáis sorprendido de la cantidad de cosas que hay desplegadas por las paredes, por el suelo y por el techo de sus módulos, dando la impresión de que los astronautas viven seis meses allí rodeados de un caos, como si estuvieran de vuelta en sus habitaciones de universitarios.
Sin embargo, ese aparente desorden tiene un método, como decía Lola Flores, y aprovechando que se está celebrando la Semana Mundial del Espacio, vamos a contaros por qué la ISS está organizada de la manera en la que lo está y por qué, aunque no lo parezca, nuerstras madres no podrían entrar allí a gritarnos que recogiéramos todo lo que hemos dejado tirado por todas partes. Y no sólo porque la ISS orbita la Tierra a 360 kilómetros de altura.
La estructura de la Estación Espacial
El complejo orbital de la ISS empezó a llevarse al espacio y a montarse en 1998, con el lanzamiento del módulo ruso Zarya. A partir de él, y a través de diversas misiones de los transbordadores espaciales y de lanzamientos de los cohetes rusos, la estación fue tomando forma durante más de una década. La primera tripulación permanente llegó en 2000, formada por tres astronautas que pasaron en ella seis meses, y en la actualidad, la expedición que se encuentra allí arriba es la número 44, y se ha ampliado el número de tripulantes hasta seis. El montaje de la ISS se completó en 2011, y costó, aproximadamente, más de 100.000 millones de dólares.
La estación está formada por tres grandes estructuras. El núcleo principal sirve como "barra central" que soporta los paneles solares, los radiadores térmicos, las plataformas para experimentos y, por supuesto, el conjunto de módulos presurizados. Estos módulos presurizados y los grandes paneles solares son las otras dos estructuras de la ISS. En los primeros, hay quince habitáculos entre módulo de servicio, de conexión, laboratorios, compartimentos para la tripulación, etc.
El volumen habitable de la ISS es de 935 metros cúbicos, lo que equivaldría a un Boeing 747 y medio. Es decir, que no hay demasiado espacio. Los módulos se construían para ocupar la bodega de carga del transbordador; los MPLM, módulos de carga utilizados para llevar provisiones y repuestos, medían 6,4 metros de largo y 4,5 de ancho, lo que nos da una idea de que no es, precisamente, una suite de lujo.
En ese volumen habitable hay que ubicar a seis astronautas que viven allí seis meses, más los tres que pasan una semana en el complejo durante el relevo de la tripulación permanente, y que viajan en una nave Soyuz. Esos astronautas necesitan víveres, sistemas de soporte vital, compartimentos para dormir y para asearse, aparatos para ejercitarse y mitigar, en lo posible, la pérdida de masa muscular asociada a estancias prolongadas en ingravidez, y hay que añadir equipamiento de repuesto, ordenadores, instrumentación científica, cámaras de fotos y vídeo... Hay que aprovechar, por lo tanto, todo el espacio que se pueda para almacenar y organizar cosas.
El desorden de la ingravidez
Los astronautas dividen su tiempo en la estación entre los laboratorios (Destiny, Kibo y Columbus), el módulo de servicio Zvezda (donde está la "cocina", por ejemplo), el observatorio Cupola y la escotilla presurizada Quest, en la que se preparan los tripulantes que van a realizar una actividad extravehicular, es decir, un paseo espacial por el exterior de la estación. Cuando no están desempeñando sus labores diarias, tienen asignado un tiempo muy preciso para su aseo personal, para comer, para hacer ejercicio y para dormir, y en cada módulo se realizan diferentes tareas:
- Zvezda: Módulo de servicio ruso, construido de modo similar al módulo principal de la estación espacial Mir. Contiene compartimentos para dormir y para el aseo.
- Zarya: Dedicado principalmente al almacenaje y para la propulsión de la estación, que necesita elevar periódicamente la altura de su órbita.
- Harmony y Unity: Nodos de conexión entre otros módulos. Harmony, además, alberga sistemas de generación de aire, electricidad, reciclaje de agua y otros servicios esenciales.
- Kibo: Laboratorio japonés, es el módulo de mayor tamaño de la ISS. Está formado por un módulo presurizado y dos secciones para experimentos, una de ellas expuesta al espacio.
- Columbus: Laboratorio europeo.
- Destiny: Laboratorio de la NASA.
- Tranquility: Nodo de conexión con el módulo observatorio Cupola, que también contiene el equipamiento de soporte vital, los sistemas para el reciclaje de agua y generación de oxígeno y la cinta de correr.
- Quest: Escotilla para la preparación de las actividades extravehicular. Allí se guardan los trajes espaciales.
- Rassvet y Poisk: Nodos para el atraque de la Soyuz, en los que sus tripulantes disponen también de una cámara para aclimatarse a la presión atmosférica de la ISS.
En las fotos que se publican del interior de todos esos módulos, lo más habitual es que se vean cosas por todas partes, sujetas a las paredes con velcro o encajadas en huecos en el suelo y el techo. Hay que tener en cuenta que, en la ISS, no hay gravedad como en la Tierra. Se encuentra en un estado de caída libre permanente, por lo que en ella hay microgravedad. De esa manera, la orientación espacial habitual de "arriba y abajo" deja de tener sentido si estás flotando libremente por el interior del complejo.
La astronauta italiana Samantha Cristoforetti explicaba, en una conexión con estudiantes de su país, que:
"En la ISS, reina un caos altamente organizado. Es como cuando eres pequeño y tus padres te dicen que ordenes tu cuarto. Y tú dices que no, porque sabes siempre precisamente dónde está todo".
El laboratorio Columbus incluye varios "armarios", integrados en sus paredes, en los que los tripulantes puede realizar diferentes experimentos científicos, experimentos que les llegan mediante los cargueros automáticos lanzados desde la Tierra, como las naves Progress rusas o las recientes cápsulas Dragon de SpaceX (de las que hay una versión tripulada que aún no ha volado). Cuando llegan esos cargueros a la ISS (que suele ser dos veces al mes, como mucho), los astronautas los descargan de golpe, con lo que se encuentran con toneladas de instrumentos y provisiones que tienen que almacenar hasta que sean utilizados. A cambio, esos vehículos se llenan de desperdicios, aparatos averiados y basura, en general, y cuando regresan a la Tierra, se desintegran en la reentrada en la atmósfera.
El resultado es que es habitual ver imágenes en las que se aprecian una especie de cajas blandas y blancas por toda la estación, sujetas a las paredes con cuerdas para que no salgan flotando. En esas cajas han viajado a la ISS las provisiones, los repuestos y los experimentos necesarios para que los astronautas puedan llevar a cabo su trabajo, aunque ya se han empezado a enviar los planos de algunos de esos aparatos y herramientas por e-mail para que una impresora 3D los fabrique directamente en la estación.
Todo a mano
Los astronautas dejan las cosas donde puedan tenerlas más a mano, y donde no molesten demasiado. Al final, todo se reduce a una cuestión de comodidad de uso. Si los controles del Canadarm 2, uno de los dos brazos robóticos de la ISS, están en el laboratorio Destiny, no es raro que allí haya un par de ordenadores portátiles y un buen montón de cables que se encargan de unir dicho aparato con la ISS para que pueda recibir energía y los astronautas puedan utilizarlo.
Quienes han estado en la estación cuentan también, por ejemplo, que "hay bastante ruido de ventiladores en según qué sitios pero te acostumbras, aunque los médicos piensan que, de estar allí mucho, puedes perder algo de oído. El olor no me llamó la atención, mucho mejor aire que en la Soyuz", como señaló Pedro Duque a la vuelta de su misión Cervantes, en 2003, pero todos los astronautas que han pasado tiempo en la ISS quieren volver. La estación es un caos mucho más organizado de lo que parece desde la Tierra.
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