Durante los últimos años una de las cosas que más ha fascinado a los astrónomos son las ráfagas de radio rápidas. Se trata de señales que generalmente provienen de distancias muy lejanas en el espacio y son capturadas por radiotelescopios. A menudo además siguen patrones de repetición que ayudan a entender mejor de qué se tratan. Ahora un nuevo estudio ha analizado el patrón más preciso de estas señales: cuestión de varios microsegundos.
Los pulsos repentinos y repetitivos de las ráfagas de radio rápidas son capturados por los radiotelescopios más grandes del mundo. Apenas duran unos milisegundos, por lo que es esencial estar pendiente y evitar cualquier tipo de interferencia (como un microondas). Si bien esto nos permite deducir en parte su procedencia y qué las causa, un análisis más exhaustivo ayuda aún más.
3 microsegundos
Esa es la precisión con la que unos astrónomos han logrado analizar una ráfaga de radio rápida, según el estudio que han publicado en Nature. Dentro de las ráfagas de milisegundos, han conseguido analizar con más precisión periodos de tiempo tan cortos como 3 o 4 microsegundos. En consecuencia, han encontrado un patrón o estructura de brillo variable en la señal, revelando así pistas sobre la física de esta emisión.
La señal fue capturada por la Red Europea de Interferometría de Muy Larga Base (EVN) compuesta por institutos de radioastronomía de varios países de europeos. La señal analizada es una vieja conocida aquí, se trata de FRB 180916 y como vimos en su momento, se repite cada 16 días.
Según los investigadores, el hecho de que haya breves variaciones de brillo a una escala tan pequeña significa que se limita mucho el tamaño de la región de emisión de la ráfaga de radio rápida. En otras palabras, el objeto que la emite debe ser muy pequeño al haber podido encontrar variaciones a una escala tan pequeña. Según sus cálculos, tiene que ser algo de aproximadamente un kilómetro de escala.
¿Por qué es relevante esto? Por lo increíble que resulta poder reducir una emisión a un área de apenas un kilómetro. Sí, un kilómetro puede parecer mucho, pero no en un entorno como el espacio. Menos aún si tenemos en cuenta que FRB 180916 se encuentra a 457 millones de años luz de nosotros. Para ponerlo en contexto, 1 año luz equivale a unos 9.460.730.000.000 kilómetros. De todos modos a veces se encuentran más cerca de nosotros, como en nuestra galaxia o incluso en Proxima Centauri.
Así mismo, a escalas de menos de 100 microsegundos los científicos pueden comenzar a observar variaciones en el ángulo de posición de polarización de la luz. Esta propiedad permite a los astrónomos saber mejor cómo de cerca está la emisión de radio de su fuente lo que a su vez les permite saber mejor la rotación del objeto que produce la ráfaga de radio rápida.
Con esta teoría, los científicos determinan que lo que realmente está causando FRB 180916 es un sistema binario de una estrella de neutrones y una estrella masiva. Se cree que ambas comparten un ciclo orbital de 16 días. Cuando se encuentran relativamente cerca las interacciones entre ambas amplifican las ráfagas de radio rápidas y es cuando llegan a nosotros. Aunque claro, esto en teoría ocurrió hace más de 457 millones de años y es ahora cuando ha llegado a nosotros.
Más información | Nature
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