En la carrera espacial entre Estados Unidos y China no se proclamará un ganador hasta que una de las dos potencias pise suelo marciano. Sin embargo, hay una serie de metas intermedias que cualquiera de los dos países podría alcanzar primero. Entre ellas, traer muestras del planeta rojo.
Contexto. La recuperación de muestras de suelo marciano es un logro inédito que Estados Unidos tenía, hasta hace poco, bien encaminado. El robot Perseverance de la NASA lleva cuatro años recogiendo núcleos de roca y depositándolos en una serie de tubos sellados que va dejando por Marte. Ahora mismo hay 27 tubos con aire y suelo marciano esperando a ser recolectados en una futura misión de recuperación y retorno a la Tierra.
Lo que no hay es un plan definido para hacerlo porque, el año pasado, la NASA decidió paralizar el desarrollo de la misión Mars Sample Return en un intento de contener su presupuesto, que amenazaba con alcanzar los 11.000 millones de dólares, más del doble de lo previsto. La consecuencia inmediata de esta decisión fue que China adelantara a Estados Unidos en la carrera por la recuperación de muestras marcianas.
La misión china Tianwen-3 consta de dos naves cuyo lanzamiento está previsto en 2028. Una aterrizará en Marte, taladrará el suelo y volverá a despegar hacia la órbita marciana. Otra recogerá las muestras en órbita y las traerá de vuelta a la Tierra para 2031. Estados Unidos, por su parte, tiene las muestras cuidadosamente seleccionadas y recolectadas, pero no tiene un plan para ir a buscarlas.
Dos arquitecturas. Después de unos meses estudiando alternativas, la NASA acaba de anunciar un nuevo enfoque para decidir cómo traerá las muestras de rocas y sedimentos marcianos del rover Perseverance a la Tierra. En busca de la opción más eficiente y de menor coste, la agencia analizará simultáneamente dos arquitecturas para aterrizar en Marte, la pública y la privada:
- Sky Crane: esta tecnología ya probada en las misiones Curiosity y Perseverance de la NASA fue desarrollada por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) para frenar el aterrizaje de los rovers marcianos con los retrocohetes de una plataforma bautizada como "grúa celestial".
- Una nave comercial: la otra opción es recurrir al sector privado para desarrollar una forma completamente nueva de aterrizar en Marte o aprovechar una nave comercial, como la Starship de SpaceX, para transportar un vehículo hasta la superficie marciana.
La decisión final sobre cuál de los dos caminos tomará se espera para la segunda mitad de 2026. Que la opción comercial sea la Starship no se puede dar por seguro (la empresa estadounidense Rocket Lab ha propuesto una arquitectura de "apenas" 4.000 millones de dólares), pero recordemos que Elon Musk quiere enviar las primeras cinco Starship a Marte en 2026, y repetir la jugada en 2028 (unos plazos imbatibles, si se cumplen en los tiempos del magnate).
La buena noticia para Europa es que el resto de la misión sigue el mismo planteamiento que siempre: el Mars Ascent Vehicle de la NASA despegará hasta la órbita marciana con las muestras y el Earth Return Orbiter de la Agencia Espacial Europea (ESA) traerá el contenedor a la Tierra.
Por qué son importante estas muestras. Más allá del valor simbólico de traer las primeras muestras de Marte, analizar rocas y sedimentos en los laboratorios terrestres podría revolucionar nuestra comprensión sobre la historia geológica de Marte y darnos pistas sobre si alguna vez hubo vida en el planeta rojo, además de comprender por qué nuestro vecino se convirtió en el erial inhóspito y sin apenas atmósfera que es hoy.
Imagen | NASA/JPL
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