La NASA tiene la firme intención de explorar los mundos oceánicos. Sin embargo es una misión complicada para que los vehículos rover como los que se envían a la Luna o Marte no sirven. Uno a uno, la agencia Estadounidense va anunciando proyectos y conceptos de vehículos que deberían servir para cumplir esta misión. El último concepto se llama SWIM (Sensing With Independent Micro-Swimmers), un enjambre de minisubmarinos para explorar bajo el hielo en lugares como Encédalo o Europa.
Nuestros múltiples mundos marinos. El sistema solar cuenta con varios “mundos submarinos”. No existe una definición exacta, pero se trata de planetas, satélites y otros cuerpos de núcleo rocoso pero cubiertos por una capa de agua al menos parcialmente líquida. Lugares como Encédalo, Europa y el mismo Plutón son sospechosos de albergar este tipo de océanos extraterrestres. La NASA lleva años queriendo explorarlos.
La búsqueda de vida. El motivo es que estas regiones acuáticas pueden decirnos mucho sobre el origen de la vida. El lecho marino de estos planetas podría estar plagado de actividad geológica. El agua de los océanos sería absorbida y calentada por las rocas, generando multitud de reacciones químicas. El agua repleta de minerales ascendería a través de géiseres subacuáticos y regresaría al océano repleta de minerales.
Los microbios aprovecharían estos nutrientes y la energía y a su vez servirían de alimento para otros organismos mayores. Nunguna otra fuente de energía que la de las reacciones químicas sería necesaria, ni siquiera la luz solar. La quimiosíntesis, como así se la denomina se da en la Tierra y podría darse en otros lugares del sistema solar.
Más allá de la curiosidad por saber si estos lugares albergan vida extraterrestre, la exploración de estas regiones podría decirnos mucho sobre cómo surgió la vida en nuestro propio planeta puesto que las condiciones podrían no ser muy diferentes a las de la Tierra primigenia.
Calor para la vida. El calor del subsuelo de Encédalo y Europa no solo genera la energía que requeriría la vida para abrirse camino, también permitiría la existencia de los depósitos de agua en los que ésta aparecería. La causa de este calentamiento no sería exactamente el mismo que el de nuestro planeta, sino que sería el efecto de las mareas, es decir, de la interacción entre la gravedad de sus respectivos planetas y su propia masa.
Robots y submarinos. La NASA lleva años ideando cómo explorar in situ estos océanos. El último de los diseños que ha entrado a considerar tiene una diferencia con respecto al resto, sustituir un submarino por un enjambre de vehículos subacuáticos del tamaño de un móvil desplegados desde un vehículo nodriza.
Los minisubmarinos tendrían forma triangular, como un ala delta y cuatro componentes principales además del sistema de propulsión: batería, comunicaciones, sensores y un ordenador principal. Los sensores analizarían temperatura, salinidad, acidez y presión del agua en su entorno. El desarrollo también considera la posibilidad de añadir sensores para tratar de detectar biomarcadores.
El despliegue se hará a través de una estructura semejante a la de los submarinos ya proyectados al que han denominado cryobot. Esta ejercería de nave nodriza a la par que perforadora para atravesar la capa de hielo. Para llevar a cabo esta función utilizaría una batería nuclear que irradiaría calor derritiendo el hielo a su paso.
Un diseño con ventajas e inconvenientes. Este sistema, según explica Samuel Howell, miembro del equipo creador del concepto y científico del Jet Propulsion Lab (JPL) de la NASA, tiene la ventaja de que permite cubrir más superficie que a través de un único vehículo. Explica el concepto comparándolo con el helicóptero Ingenuity desplegado en Marte, solo que utilizando un puñado de ellos.
La redundancia no solo permitiría cubrir más territorio sino que implicaría mayor precisión con múltiples sensores trabajando a la vez y también podría cartografiar el entorno y mostrar gradientes en temperatura o salinidad.
Eso sí, no podrían alejarse mucho de la nave nodriza para poder transmitir la información y por su reducida batería. Esto implicaría también que tendrían que trabajar a oscuras y no podrían transmitir imágenes del océano a su alrededor.
Un proyecto entre muchos. El diseño ha entrado en la fase II del programa de Concepros Innovativos Avanzados de la NASA (NIAC), cuyo objetivo es el desarrollo de tecnologías punteras e ideas innovadoras en etapas tempranas. Esto implica que el equipo desarrollador recibirá financiación adicional para tratar de sacar adelante el proyecto, pero puede también ser descartado en favor de otros proyectos de vehículo.
Sin adelantarse tanto. El proyecto coexiste con otros planes más asentados para la exploración de los océnos extraterrestres. Uno de ellos tiene previsto su lanzamiento en 2024: la misión Europa Clipper. Esta debería llegar al satélite de Júpiter en 2030 para explorarla desde una sonda orbital.
El programa SESAME (Scientific Exploration Subsurface Access Mechanism for Europa), en cambio, espera colocar una sonda submarina para realizar el tan ansiado análisis in situ del satélite. En la actualidad hay cinco proyectos compitiendo por esta misión, incluido uno del propio JPL.
Otros proyectos NIAC. NIAC no solo tiene puesta su vista en los mundos oceánicos. Los proyectos considerados en el marco de este programa son variados, van desde plantar hongos en satélites hasta la exploración robótica de las cuevas marcianas. Algunos de los que nos han llamado la atención en los últimos años pasan por utilizar un cráter lunar a modo de telescopio y el de lograr recorrer la distancia que nos separa de Marte en tres días.
Sin duda son proyectos alocados, pero son tiempos en los que la exploración espacial está marcada por este tipo de ideas arriesgadas. Es cuestión de tiempo saber cuales de ellas acaban dando sus frutos.
Imagen | NASA
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