Una nueva carrera espacial está en marcha y no parece que se vaya a regir por las mismas reglas que la anterior, la que se dio entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Si en el siglo XX el prestigio internacional y el desarrollo científico eran las liebres tras las que corrían las superpotencias, esta vez el premio es más tangible: la minería espacial. Estados Unidos es consciente de esto y por eso se apresuró en presentar su propuesta para sentar las reglas del juego: los tratados Artemis (o Artemisa).
Qué son los Acuerdos Artemis y quién ha firmado. Los Acuerdos Artemis tienen cierta relación con el programa Artemis, pero es conveniente no confundirlos. El segundo es el programa desarrollado por la NASA para llevar humanos a la Luna por primera vez desde la década de los 70; mientras que los Acuerdos Artemis son un tratado internacional propuesto por Estados Unidos a finales de 2020 y que ha sido suscrito por 20 países, el último de ellos Colombia, hace poco más de una semana.
Estos acuerdos fueron redactados y propuestos por Estados Unidos. Entre los signatarios a día de hoy se encuentran cuatro países de la Unión Europea: Italia, Luxemburgo, Polonia y Rumanía. Otros países europeos como Ucrania y el Reino Unido también han firmado en el poco más de año y medio que lleva en vigor.
Según la agencia especial estadounidense, la NASA, el texto comparte los principios del Tratado de Exploración y Utilización del Espacio Ultraterrestre de 1967. Sin embargo, estos acuerdos han suscitando una importante polémica y su grado de adopción es muy limitado. Todo parece indicar que la nueva carrera espacial va a ser menos cordial que la que protagonizaron en su día los bloques soviético y americano.
Quienes no han firmado y por qué. 19 países signatarios no son muchos países, apenas el 10% de los 193 miembros de las Naciones Unidas, sin embargo la ausencia más destacada es la China, cuya agencia espacial, CNSA, confía en tomar la delantera a la NASA en esta carrera espacial.
El gigante asiático se ha mostrado en contra de estos acuerdos, y cimenta su oposición aludiendo a que respetan el Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la Luna y otros cuerpos celestes de 1979. La propuesta americana prevé la creación de “zonas seguras”, áreas cuyo acceso estaría limitado con el objetivo de proteger las actividades realizadas en esa área de interferencias o, en palabras del tratado, algún “obstáculo perjudicial”.
El tratado considera que estas zonas tendrían un carácter temporal limitado a la duración de la actividad que en ellos se desarrolle. China considera que es una forma de ocupación que no cabe en el marco del derecho internacional. La cooperación sinoestadounidense tiene una traba adicional, y es que el Gobierno Federal americano tiene severos límites sobre las interacciones permitidas entre la NASA y la CNSA.
La postura de China. La potencia asiática es precisamente promotora de otro acuerdo internacional con vistas a la exploración lunar, la Estación de Investigación Lunar Internacional (ILRS). El programa lunar chino avanza rápido y comprende la creación de esta estación lunar. Su creación surge de un acuerdo por ahora bilateral con Rusia. “Por ahora”, puesto que se trata de un acuerdo abierto a otras partes. Desde Pekín aseguran estar en negociaciones con varias agencias, incluida la Agencia Espacial Europea. La geopolítica actual, sin embargo no resulta esperanzadora.
La otra ausencia notable de los Acuerdos Artemis es la de la India. India es hoy por hoy una de las potencias espaciales con más capacidad, pero no se ha adherido por ahora a ninguno de los tratados propuestos, ni Artemis ni ILRS.
Hay mucho en disputa. La situación es complicada, pero la lucha ahora es por saber quién o quienes establecen las reglas del juego. Al menos eso es lo que opina Malcolm Davis en declaraciones recogidas por Bloomberg. Las autoridades estadounidenses han dado el primer paso, pero el nuevo acuerdo internacional parece lejano. Precisamente uno de los motivos es lo mucho que hay en juego.
Minería en la Luna. La minería espacial ha atraído la atención de muchos agentes, públicos y privados, que buscan sacar rentabilidad a la exploración espacial. Los asteroides son a menudo objeto de esta atención, pero la Luna puede contener un recurso muy valioso: Helio-3
El Helio-3 es un isótopo del Helio (cuyo núcleo cuenta con dos protones y un neutrón), extremadamente raro entre el helio que ocurre naturalmente en la Tierra. Este isótopo ha sido propuesto como fuente de combustible alternativa al Uranio-235 que alimenta los reactores nucleares. El helio no es radioactivo, por lo que sería una fuente más práctica de energía si demuestra su eficacia y eficiencia en la labor.
El agua de la Luna también es un recurso preciado, aunque solo sea como bien intermedio necesario para llevar a cabo las operaciones sin tener que transportar el líquido desde la Tierra. Ésta y otros materiales podrían ser utilizados en el mismo satélite o para preparar viajes a lugares más remotos.
Cada vez más actores en el “mix”. Cuando las reglas del juego son difusas las partidas acaban en bronca, y esta partida de Monopoly espacial se antoja difícil. Más aún porque otro factor que condiciona la cooperación es el número de participantes. La carrera espacial del siglo XX contaba con dos, el futuro augura una auténtica maraña de agentes, con más países implicados y la llegada de las empresas privadas.
Además de las agencias ya mencionadas, países como Japón y Corea del Sur también cuentan con sus propios proyectos de exploración del satélite. SpaceX es uno de los agentes implicados ya en la exploración Lunar, pero la NASA no cierra el camino a otros proyectos. Sea como sea, la nueva carrera espacial va a ser mucho más compleja y más competida. Solo cabe esperar que esta carrera espacial sea más civilizada que una noche de juegos de mesa en familia.
Imagen | For All Mankind
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