Tres pequeños satélites del INTA iban a bordo del cohete Vega, uno no se desplegó
Es el momento de la industria privada y PLD Space tiene muchos pretendientes
En la madrugada del 6 de octubre, Arianespace anunció el lanzamiento exitoso del cohete Vega VV23, que llevaba dos satélites de observación y diez pequeños nanosatélites y cubesats europeos. Tres de estos pequeños satélites eran del INTA, el instituto español de técnica aeroespacial. Esta semana hemos sabido que dos de las cargas del cohete no se desplegaron correctamente y, por lo tanto, ardieron en la atmósfera. Una de esas cargas era el satélite ANSER-Leader del INTA.
Otro fallo de un cohete Vega, esta vez en el despliegue de los satélites. Los tres nanosatélites de INTA iban en una misión compartida con otros clientes que se lanzó desde la Guayana Francesa. Un fallo en un dispositivo de despliegue impidió la separación de dos de las cargas: el pequeño satélite estonio ESTCube-2 y el español ANSER-Leader. Al no desplegarse correctamente en órbita, ambos se quemaron en la atmósfera con el dispensador del que deberían haberse separado.
Los cohetes Vega son fabricados por la empresa italiana Avio y operados por la francesa Arianespace con financiación de la Agencia Espacial Europea. El problema en este caso fue del dispensador, un dispositivo acoplado a la etapa superior del cohete que se encarga de soltar los satélites en el momento indicado. Este dispositivo está fabricado por SAB, uno de los proveedores de Avio, que también ayuda a Arianespace en su operación. Pero en última instancia, la responsabilidad del fallo podría ser del operador de vuelo, Arianespace, que se ha comprometido a investigar el incidente para encontrar su causa exacta.
ANSER sigue adelante con los dos satélites que sobrevivieron. ANSER (Advanced Nanosatellite Systems for future Earth observation Research) es un incipiente programa del INTA para desarrollar tecnología que nos permita tener constelaciones de pequeños satélites volando en formación en misiones de observación de la Tierra. La idea era que los tres ANSER hicieran un vuelo en formación muy cercano, con la novedad de que el control no lo realizan mediante maniobras y gastando combustible, sino con aletas que intentan aprovechar la poca resistencia y sustentación que existe a la altura a la que vuelan.
Por todo esto, la misión ANSER se había diseñado como un sistema fraccionado: una única misión dividida en varios satélites pequeños en lugar de un satélite más grande que incluya todos los instrumentos necesarios para la misión. De esta manera, la pérdida de un satélite no tiene que significar el fin de la misión, y eso es exactamente lo que ha ocurrido.
Tres satélites con nombres desafortunados. Se rumoreó que la misión estaba perdida porque el satélite afectado se denominaba 'líder' y los dos que sobrevivieron, sus 'seguidores'. "A posteriori nos hemos dado cuenta de que usar esa nomenclatura puede dar lugar a confusión y hacer pensar que sin el líder, los dos followers no pueden operar", explica César Arza, responsable de la Unidad de Análisis de Misión del INTA, a Xataka.
"En realidad, la idea era que, cuando la misión estuviera plenamente operativa, desde tierra solo se contactara con el líder y este actuara como nodo para retransmitir comandos y telemetría hacia y desde los followers, pero los tres satélites estaban completamente equipados y programados para comunicar con tierra directamente. De hecho, estamos operando de forma nominal los dos restantes y cualquiera de ellos puede tomar la función del líder si se decide operar de esa manera".
Pocos cambios en la misión, a pesar de la pérdida. "El líder llevaba una cámara pancromática en el visible (llamada APIS) y los dos followers embarcan dos espectrómetros (llamados CINCLUS); la ciencia real se hace con los espectrómetros", añade Arza. Con estos instrumentos, el INTA puede medir marcadores químicos como la clorofila y la ficocianina para estimar la calidad de las aguas en el territorio español. El instrumento que llevaba el líder habría podido complementar las observaciones con imágenes de nubes en el mismo instante de las observaciones, pero esas imágenes pueden conseguirse de otras fuentes.
Más leña al fuego en un pésimo momento para los lanzadores europeos. La fiabilidad del cohete Vega y la de su sucesor (el Vega C) están en entredicho por una serie de fallos en vuelo, entre los que se recuerda con amargura el satélite español SEOSAT-Ingenio, un ambicioso proyecto de observación terrestre liderado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Se perdió en 2020 cuando la segunda etapa del cohete (llamada Avum) se desvió de su trayectoria. Los Vega son cohetes ligeros, pero la situación de los cohetes pesados tampoco mejora en Europa: el Ariane 5 fue retirado y el Ariane 6 sigue retrasando su debut.
Todos los ojos puestos en un cohete con nombre de toro. En este panorama inquietante para la industria aeroespacial europea, la empresa ilicitana PLD Space, que acaba de lanzar con éxito el Miura 1, podría irrumpir como salvadora. Al cohete orbital Miura 5 todavía le faltan un par de años de desarrollo, pero su reciente hito pone a PLD en cabeza de las startups europeas de lanzadores.
"Desde el INTA estamos especialmente orgullosos del éxito de PLD", dice Arza. "Cualquier iniciativa que nos acerque al espacio nos parece una gran noticia, y si además se trata de una empresa española y con la que tenemos una relación tan estrecha los aspectos positivos se multiplican. No tenemos ninguna duda de que en un futuro cercano, por lo menos alguna de las siguientes generaciones de los satélites ANSER del INTA, llegará a órbita a bordo de un Miura. De hecho en el pasado ya ha habido conversaciones con PLD al respecto".
Imagen | Arianespace
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