Pensar que estamos solos en el universo es arrogante. La cuestión es por qué los extraterrestres no nos han contactado aún

Microorganismos vecinos en el sistema solar, o civilizaciones inteligentes en otras galaxias. Si existe vida extraterrestre, ¿dónde está?

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Se cree que hay un billón de galaxias en el universo observable. Cada una con miles de millones o incluso billones de estrellas. Si cada estrella tiene al menos un planeta, entonces hay miles de millones de planetas... solo en nuestra galaxia, solo en la Vía Láctea.

En palabras del biólogo evolutivo Richard Dawkins: sería arrogante pensar que estamos solos en este vasto universo. Pero, ¿cómo podemos saber si lo estamos o no?

Dónde estamos buscando

Para simplificar la búsqueda, los astrónomos se centran en los planetas que no están ni demasiado cerca ni demasiado lejos de su estrella, sino a una distancia que permita la existencia de agua líquida en su superficie; lo que se denomina la zona habitable. La NASA cree que al menos 300 millones de planetas de la Vía Láctea podrían ser habitables.

Pero la distancia perfecta no garantiza que el planeta tenga agua o pueda albergar vida. Conocemos más de 5.500 exoplanetas y, gracias al telescopio espacial Webb, podemos detectar algunos elementos de su atmósfera. Hay planetas con una atmósfera densa y tóxica, como Venus. Y otros que la han perdido casi por completo, como Marte.

El problema es que nuestro sistema solar no es el más común de la Vía Láctea. Las estrellas más abundantes de la galaxia son las enanas rojas, significativamente más pequeñas y tenues que el Sol. Tal vez eso signifique que los organismos más comunes fuera de la Tierra son bacterias capaces de absorber la luz infrarroja, como las primeras formas de vida terrestres, que generaban energía metabólica con retinal y hacían que nuestro planeta fuera de color púrpura.

De hecho, podría haber formas de vida que ni siquiera necesiten agua para sobrevivir y hayan adaptado su metabolismo a otros compuestos químicos, como el metano. Estos organismos extremófilos podrían estar tan cerca como en Titán, la luna de Saturno, que tiene lagos y mares de metano líquido en su superficie. De ahí que la NASA vaya a enviar un dron al satélite con la esperanza de encontrar vida extraterrestre.

Por qué no nos han contactado

Vida extraterrestre es una cosa. Inteligencia extraterrestre es otra muy distinta. Proyectos como el Programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) llevan décadas buscando señales de otras civilizaciones, pero nunca han encontrado evidencias de que esas civilizaciones existan.

La paradoja de Fermi cuestiona la vida en otros planetas con una premisa muy simple: si existen tantísimos planetas, ¿por qué aún no hemos recibido ningún indicio claro de vida en ellos? Innumerables científicos y filósofos han intentado contestar a la pregunta formulada en 1950 por el físico Enrico Fermi. Con respuestas tan variopintas como están durmiendo o nos han visto y han decidido ignorarnos.

Hay que tener en cuenta que no nos están viendo en directo. Si fueran una civilización lo suficientemente avanzada como para observarnos desde la galaxia Andrómeda, estarían viendo lo que ocurría en la Tierra hace 2,5 millones de años. Durante el Pleistoceno.

Lo mismo ocurre a la inversa. Si detectamos señales de radio provenientes de una civilización intergaláctica, es probable que fueran emitidas hace millones de años. Si saliéramos a otras estrellas en su búsqueda, tal vez estaríamos jugando a ser cazafantasmas.

Por no mencionar las limitaciones de nuestra tecnología para realmente salir a buscar vida. Seguimos moviéndonos por el sistema solar con propulsión química o eléctrica. El robot hecho por humanos que más lejos ha llegado es la sonda Voyager 1, que se encuentra a solo 24.000 millones de kilómetros de la Tierra. La estrella más cercana: Proxima Centauri. A 40 billones de kilómetros de nuestro planeta.

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