El día en que el cohete Falcon 9 que portaba la misión DART despegó desde la base de Vandenberg, el administrador de la NASA, Bill Nelson, comparó el acontecimiento con la película de Michael Bay ‘Armageddon’. A bordo del cohete sin embargo no había armas nucleares como en el filme, sin embargo, desde entonces la idea de recurrir a las armas nucleares para librarnos de esta amenaza ha calado en la sociedad, pero, ¿es una buena idea?
DART, la opción cinética. Durante las últimas semanas, la misión de protección planetaria DART (Double Asteroid Redirection Test) acaparó los titulares. Como parte de la misión, una sonda debía impactar contra el asteroide Dimorphos, una roca de unos 160 metros de longitud orbitando en el sistema Didymos.
El objetivo era golpearla con la suficiente velocidad como para alterar (ligeramente) su órbita y así comprobar si impactos semejantes podrían servirnos para desviar asteroides peligrosos para la vida en la Tierra.
La opción nuclear. Pero esta opción no es la única. Por alocada que pueda parecer a muchos, la opción de evitar el impacto de un asteroide a base de lanzarle una bomba nuclear ha sido estudiada por científicos y agencias espaciales. Y podría ser una opción eficaz, lo que nos lleva a cuestionarnos el motivo por el cual parece que estamos optando por la opción cinética.
Quizá lo primero que haya que aclarar es que, pese a los avances de DART, la opción nuclear no deja de estar en la lista de las tres preferidas de los expertos junto a la cinética y a la de remolcar el asteroide. Cada una de estas opciones tiene sus ventajas e inconvenientes.
Diplomacia nuclear. El primer inconveniente de lanzarle una bomba a un asteroide no es técnico sino diplomático. Alan Harris, uno de los expertos europeos en protección planetaria, quien estuvo a cargo del proyecto NEOShield, explica que esta opción sigue siendo “controvertida y extremadamente delicada políticamente.
Esto no implica tanto que la opción nuclear esté fuera de la mesa. Según Harris, ningún plan realista de defensa planetaria estaría completo sin considerar esta como una opción de “desesperación final”.
El problema es que los planes de defensa requieren ensayos y pruebas (como DART), y esto no va a ocurrir con armas nucleares. Harris, durante su periodo al frente de NEOShield explicaba: “Nunca llevaríamos a cabo una explosión nuclear, pero podemos ponderar la eficacia de esta técnica.”
Diversidad entre los asteroides. Harris continúa explicando que “Estallar un explosivo nuclear cerca de un asteroide podría ser la mejor manera de librarse de [este], pero podría resultar en la fragmentación de la roca en millones de pedazos que causen aún más daño”. Sin embargo, puede acabar siendo la única opción.
Desde un punto de vista más técnico, lo primero a tener en cuenta a la hora de entender cómo se concebirán las misiones de protección planetaria es la diversidad en los asteroides. Hay cuatro factores que importan a los expertos: La masa del asteroide, su trayectoria (velocidad y momento), y su composición (factores como lo densa y compacta que sea la roca del asteroide). El tiempo con el que contemos es el cuarto de estos factores.
El as en la manga. De todo esto puede concluirse que la opción cinética será siempre la preferente, estará en todo momento más ensayada, pero no siempre estará disponible. La eficacia de esta opción decrece con dos factores
El primero, el tamaño del asteroide. Cuanto más masivo sea, más difícil será cambiar su momento a través de un simple choque. Por ejemplo, la opción de desviar un asteroide del tamaño de Bennu (60 megatoneladas) con este sistema no sería viable. El segundo factor es el tiempo con el que contemos. La opción cinética requiere más cálculos y cambios muy leves en la ruta del asteroide que se traducen en grandes desviaciones a largo plazo.
Desviar o destruir. Cuando pensamos en lanzar una bomba nuclear contra un asteroide pensamos en obliterarlo completamente. Este puede ser perfectamente el caso, pero la opción nuclear no suele implicar necesariamente este extremo, precisamente ante la posibilidad de que sus restos puedan seguir impactando contra la Tierra.
Sin embargo las armas nucleares pueden ayudarnos a desviar los asteroides de gran tamaño, como Bennu. La opción de desviación nuclear [nuclear deflection] consistiría en detonar un explosivo nuclear a distancia del asteroide. Esta opción fue considerada en un artículo publicado recientemente en la revista Acta Astronautica. En él explicaban que la radiación resultante de la explosión vaporizaría parte de la superficie del asteroide, efecto que convertiría la misma roca en su propio sistema de propulsión.
“Escenario Armageddon”. ¿Y si queremos destruirlo, sería posible? Un equipo ruso de investigadores analizó en 2018 la posibilidad y concluyó que era posible, incluso contra asteroides más grandes que Dimorphos con armas nucleares de una potencia inferior a las más potentes con las que la humanidad cuenta. El experimento, eso sí, se realizó en un laboratorio utilizando un láser para simular la energía liberada por la explosión atómica. La buena noticia es que la energía necesaria para destruir el asteroide está al alcance del arsenal nuclear de la humanidad.
Las consecuencias de hacer saltar “por los aires” un asteroide podrían ser tan malas para la Tierra como su propio impacto. O podrían no serlo. Otro estudio publicado en Acta Astronautica realizó simulaciones del efecto y descubrió que, en determinados casos, podía minimizarse la destrucción causada por los escombros del asteroide a un 1% de la destrucción potencial del asteroide.
La tercera opción. Existe una tercera opción, la del “remolque”. Esta es quizá la menos conocida de las tres y la menos desarrollada. La idea tras este mecanismo es la de utilizar tracción gravitatoria para desviar el asteroide peligroso.
Para ello se coloca una nave (o varias) cerca del asteroide para seguirlo de cerca en su trayecto. La masa de la nave tirará del asteroide desviándolo poco a poco. Aunque se trate de una opción con escaso desarrollo se basa al menos en una fuerza, la de la gravedad, que conocemos con relativa precisión.
Imagen | urikyo33
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