Seamos claros: querer construir una base permanente en la Luna o Marte sin hormigón es un sinsentido. Querer construirla con hormigón es un enorme problema tecnológico, económico y de ingeniería. Es decir, a medida que crece la inversión en la economía lunar y las misiones a Marte se van desarrollando, el asunto del hormigón se vuelve central.
Pero hablamos poco de él.
No podemos colonizar el espacio llevando el cemento con nosotros. No sólo sería algo carísimo, sino muy problemático. 40.000 millones de toneladas de materiales "en crudo" se come la construcción hoy por hoy. 40.000 millones. La idea de usar la Tierra como "mina" de todo el sistema solar (para así poder procesar fácilmente el cemento) es casi ridícula.
Así que solo queda una opción.
¿Cómo hacer hormigón en el espacio? Desde los años ochenta, varios grupos de investigación han trabajado en cómo conseguir fabricar hormigón lejos de la Tierra (y su agua). En los últimos años, se han empezado a presentar soluciones "viables" basadas en azufre o que añaden silicio a la mezcla. Pero el que quizás sea el mayor experto en el tema está en España.
No hay que olvidar que el laboratorio de la Universidad Politécnica de Catalunya coordinado por Ignasi Casanova lleva décadas trabajando en cómo hacer hormigón en la Luna y, de hecho, la Agencia Espacial Europea ha trabajado directamente con el equipo de cara a construir la primera base lunar (y para identificar y evaluar los recursos naturales disponibles en la superficie).
Polvo, patatas y lágrimas. Sin embargo, lo que me lleva hoy a hablar del "hormigón cósmico" es la curiosa fórmula que acaba de presentar la gente del Future Biomanufacturing Research Hub. Según sus primeras estimaciones, han encontrado una solución casi el doble de resistente que el tradicional (capaz de soportar 72 megapascales frente a los 32 habituales). Pero eso no es lo más curioso.
Lo curioso es la receta: una mezcla de regolito marciano (el "polvo planetario"), almidón de patata y sal. Se trata de un proceso que trata de integrar el cultivo de alimentos como la patata y la fabricación de materiales (en entornos con muy poca agua). La sal, por cierto, se extraería de las lágrimas de los colonos.
Parece una 'marcianada', pero este mismo equipo nos tiene acostumbrados a cosas mucho peores. No en vano, hace un par de años estudiaron como compactar el regolito marciano a base de sangre, excrementos y, sí, lágrimas. Su nueva idea parece, al menos, algo más razonable.
Aunque no sé si viable, la verdad. Porque pasa el tiempo y la principal cuestión sigue sin poder responderse. Desde hace unos pocos años sabemos que se puede mezclar hormigón en el espacio (se hizo en la estación Espacial Internacional), pero el resultado es muy distinto al terrestre. Su estructura es muy distinta a la terrestre.
Y es que una de las grandes tareas pendientes es saber qué pasa con el hormigón en condiciones de microgravedad. En la ISS, se hicieron burbujas y aún no tenemos claro cómo compromete eso la integridad del material. Hasta que no sepamos qué pasaría en Marte, será mejor que los colonos contengan las lágrimas y se coman las patatas fritas.
En Xataka | Construir una base permanente en la Luna está de moda, es una pena que no sepamos cómo construirla
Imagen | The Martian
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