Hasta hace relativamente poco tiempo, la simple idea de lanzar el mismo cohete al espacio varias veces en un mismo fin de semana era coto privado de la ciencia ficción. Sin embargo, todo cambió a partir de 4 de junio de 2010 con el primer lanzamiento del Falcon 9 de SpaceX. Desde entonces, la compañía de Elon Musk no ha parado de hacer historia en la industria espacial. Este año se ha quedado sin rivales.
Hitos recientes. Contaba el medio ArsTechnica el pasado fin de semana que SpaceX había alcanzado un nuevo nivel de eficiencia con su Falcon 9, logrando 400 misiones exitosas y 375 recuperaciones de propulsores hasta la fecha.
En noviembre, estableció un récord de tiempo de reutilización al lanzar un propulsor solo 13 días y 12 horas después de su aterrizaje anterior, superando el récord previo de 21 días. Además, la compañía realizó 16 lanzamientos del Falcon 9 en un solo mes, incluyendo misiones de Starlink y satélites para el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Por supuesto, hay mucho más.
Ritmo sin precedentes. En el año 2024, SpaceX ha lanzado la estratosférica cifra de 119 Falcon 9, con un promedio de un lanzamiento cada 2,3 días. Si cumple con su objetivo de 15 lanzamientos adicionales este mes de diciembre, el total anual podría llegar a 134 misiones.
No es un número más, ni mucho menos. Sumando las dos misiones del Falcon Heavy, el total asciende a 136 lanzamientos, lo que supondría superar el número total de vuelos realizados por el transbordador espacial de la NASA durante sus 30 años de servicio (135). Dicho de otra forma, la comparación resalta la capacidad del Falcon 9 de superar en un solo año lo logrado por un programa entero del calibre del de la agencia espacial estadounidense.
El secreto de reutilizar. El dato que llevamos al titular es un ejemplo para entender lo conseguido por la compañía de Elon Musk. El cohete Falcon 9 cumple el objetivo principal del programa: reutilización rápida y de bajo coste. Como veremos a continuación, hay mucho más, pero un dato resulta revelador: una misión del transbordador espacial de la NASA costaba aproximadamente 1.500 millones de dólares.
Frente a ello, cada lanzamiento del Falcon 9 tiene un coste marginal interno estimado de solo 15 millones de dólares. Esto significa que SpaceX opera con una tasa de vuelo 30 veces mayor que la del transbordador, a solo una centésima parte de su coste.
Por supuesto, sería imposible sin la ayuda económica de la propia agencia estadounidense durante años, quien le ha permitido progresar hasta estos niveles inéditos de eficiencia, por ejemplo, aportando 400 millones para desarrollar el Falcon 9 y la Dragon, o con los contratos de las misiones de carga o astronautas (CRS), o para misiones tripuladas (hasta seis a la ISS en la Crew Dragon).
El proceso de reacondicionamiento. Parte del “truco” de los Falcon 9 lo contó Elon Musk hace unos años a Aviation Week. El reacondicionamiento de los boosters del cohete incluye inspecciones detalladas como radiografías de los tanques de propelente, limpieza de las “patas” de aterrizaje y deshollinado de los motores Merlin, necesarios debido al uso de queroseno como combustible.
Musk señaló entonces que este proceso es relativamente sencillo, con costes de reacondicionamiento de tan solo 250.000 dólares por booster. La mayor parte de los motores y componentes permanecen intactos entre vuelos, con solo algunas piezas, como las turbinas, reemplazadas ocasionalmente.
Costes y eficiencia económica. En cuánto a cómo se dividen esos 15 millones de coste marginal por lanzamiento, Musk explicaba que 10 millones de dólares iban directos a fabricar una segunda etapa nueva (no puede reutilizarse y es necesario fabricar una nueva para cada lanzamiento), y los 5 millones de dólares restantes en costes asociados, como propelente, recuperación de componentes y reacondicionamiento.
Además, y muy importante, Elon desvelaba que SpaceX cobra 50 millones de dólares por un lanzamiento reutilizado (está cifra ha aumentado con el tiempo), generando un margen de ganancia significativo que financia proyectos como la propia Starlink (futurible gallina de los huevos de oro) y Starship. Plus: la compañía logra ahorros sustanciales reutilizando sus boosters.
Por ejemplo, dos lanzamientos consecutivos de un Falcon 9 reutilizado generan alrededor de 110 millones de dólares en ingresos con un coste total de 65 millones de dólares, resultando en unos 47 millones de ganancia neta. Así, si un booster realiza 10 lanzamientos, los costes totales se estiman en 210 millones de dólares, permitiendo que SpaceX utilice parte de esos vuelos para misiones internas como Starlink prácticamente "gratis".
Comparativa con la industria. Todos estos datos han permitido algo completamente inédito en el sector: no tiene ningún rival, nadie ha sido capaz de recuperar o reutilizar de forma rutinaria sus cohetes, quienes en su mayoría todavía andan descifrando cómo hacer su propio Falcon 9.
Si nos ceñimos a los datos, en 2024 SpaceX ha realizado más lanzamientos que sus competidores en largos períodos: ha igualado los lanzamientos de Roscosmos desde 2013, los de United Launch Alliance desde 2010 y los de Arianespace desde 2009. Además, solo este año, Falcon 9 ha volado más veces que cohetes emblemáticos como Ariane 4, Ariane 5 o Atlas V durante toda su historia.
Desafíos. Qué duda cabe, a pesar de su éxito, SpaceX ha enfrentado contratiempos. En julio, el fallo de la segunda etapa causó la pérdida de 20 satélites Starlink, marcando el primer gran “asterisco” del Falcon 9 desde 2016. En agosto, un propulsor falló al aterrizar tras incendiarse durante el intento, aunque era su 23 vuelo, estableciendo un récord en reutilización. Otro propulsor igualó este récord en noviembre al completar su vuelo, y se espera que alcance las 24 misiones antes de finalizar 2024.
En definitiva, una carrera sin parangón marcada por Falcon 9 y sus sucesores que no solo han redefinido los estándares de reutilización y eficiencia en la industria aeroespacial, sino que también han demostrado la capacidad de la compañía para alcanzar hitos históricos con un ritmo sin precedentes. Su modelo de bajos costes y alta frecuencia está transformando la exploración espacial, sentando las bases para una nueva era en el acceso al espacio y, quizás, a la ansiada llegada a Marte.
Imagen | NASA, Visual Capitalist
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