"Ser parte del equipo que mande los primeros astronautas a Marte es mi mayor meta": Fernando Abilleira, ingeniero español de la NASA

"Ser parte del equipo que mande los primeros astronautas a Marte es mi mayor meta": Fernando Abilleira, ingeniero español de la NASA
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A Fernando Abilleira, madrileño de nacimiento aunque lleve casi media vida viviendo en Estados Unidos, nadie le ha regalado nada en su meteórica carrera profesional hasta convertirse en uno de los pocos españoles en trabajar para la agencia espacial estadunidense NASA. Sus propios méritos académicos le hicieron valedor de varias becas para cruzar el charco, licenciarse en Ingeniería Aeroespacial e ir forjando, misión a misión, su sueño de niño: poner aeronaves en el espacio.

Y como él mismo dice, “el resto es historia”. Una historia que quedará para siempre plasmada en los anales de la colonización del espacio ya que Abilleira ha participado recientemente en la misión InSight, con la que la NASA busca comprender la formación y evolución marcianas con el objetivo de llevar al ser humano a Marte.

Para este proyecto en el que decenas de personas de distintos países han trabajado durante años, el ingeniero español –que también fue parte del equipo del Mars Science Laboratory que anteriormente hizo aterrizar con éxito el rover Curiosity en 2012— ha ejercido de Director de Diseño de Misión y Navegación y, desde que un fallo en el sismómetro SEIS retrasara el lanzamiento en 2016, pasó a ser subdirector de Operaciones de Vuelo del vehículo InSight, encargándose de una de las partes más delicadas de la misión: el perfecto aterrizaje en el Planeta Rojo.

“Hay muchos momentos críticos en una misión a Marte: el lanzamiento, la separación del vehículo de la fase superior del cohete, las maniobras de corrección de la trayectoria y por supuesto la fase de Entrada, Descenso y Aterrizaje. Éste último es el más complejo”, explica a XATAKA desde su oficina en el NASA Jet Propulsion Laboratory (JPL) en Pasadena, California. “Son momentos de muchísima intensidad”.

“El vehículo tiene que desacelerar de unos 20.000 kilómetros por hora a menos de ocho kilómetros por hora en apenas siete minutos”, para ello el vehículo cuenta con un paracaídas supersónico y unos retrocohetes. Sin embargo, en esta fase el vehículo opera de forma totalmente autónoma ya que hay un retroceso de la señal desde la Tierra a Marte de unos ocho minutos, por lo que “cualquier pequeño error podría haber sido catastrófico para la misión”.

Nasa Insight Landing

Debido a esta pequeña (gran) diferencia en el retorno de la señal, los trabajadores de la NASA recibieron la confirmación del aterrizaje “en diferido”. Abilleira describe el ambiente de esa sala llena de pantallas, que tantas veces ha recreado el cine, de “concentración máxima”.

No hay lugar a distracciones o comentarios porque durante el descenso cada miembro del equipo de operaciones “observa y analiza con detalle los datos telemétricos relativos a su subsistema” segundo a segundo. No hay nada ganado hasta que “el encargado del equipo de entrada, descenso y aterrizaje no lo anuncia por el sistema de comunicaciones de la sala de control de misión” –y que también pudieron escuchar los miles de espectadores gracias a la retransmisión pública difundida por la Agencia.

Con el objetivo de analizar la composición geológica marciana, InSight recogerá durante los próximos dos años “datos clave que nos ayudarán a aumentar nuestro conocimiento sobre el interior profundo de Marte, su actividad, su formación y evolución y cómo esto pudo haber afectado a la habitabilidad del Planeta Rojo”.

Marte, un plan B para salvar a la humanidad

Tras la conquista de la Luna, ahora todos los ojos (y esperanzas) parecen estar depositados en este planeta, el segundo más cercano a la Tierra después de Venus. Esto se debe a que “hace varios millones de años, Marte era un planeta muy similar a la Tierra: tenía ríos, lagos e incluso océanos, pero algo ocurrió que lo convirtió en el lugar inhóspito que es hoy en día”. “Descubrir lo que pasó, nos puede ayudar a prevenir un desenlace similar en la Tierra”, advierte Abilleira.

“Además, hoy sabemos que en Marte se dieron las condiciones necesarias para que se hubiera podido desarrollar vida microscópica en un pasado. Encontrar indicios de vida pasada respondería a una de las preguntas que nos hemos hecho desde el inicio de los tiempos: ¿estamos solos en el Universo?”.

Él es de los que opina que dado que “en el Universo existen varios billones de galaxias, en cada galaxia existen miles de millones de estrellas, y teniendo en cuenta que alrededor de cada estrella pueden orbitar varios planetas, la posibilidad de que sólo se haya desarrollado vida en la Tierra es muy baja”.

Y aunque aún no haya evidencia de vida más allá de nuestro planeta, lo que es “muy interesante” en el caso de Marte es que los científicos han confirmado que en algún momento en su pasado, éste tuvo las condiciones necesarias para la vida. “Si encontramos algún indicio de vida pasada en el Planeta Rojo, uno de los planetas más cercanos a la Tierra, dado el enorme tamaño del Universo, podría significar que la vida sería algo muy común en el Universo”.

“Tener un plan B donde el ser humano pudiera seguir viviendo en caso de una catástrofe global es fundamental para la perpetuación de nuestra especie”.

Pero el madrileño va más allá. No sólo cree en la posibilidad de vida en Marte u otros planetas, además recalca que “en la actualidad el Planeta Rojo tiene recursos suficientes para que el ser humano pueda establecer allí su presencia permanentemente”. Según el ingeniero de la NASA, el trabajo que se está haciendo en estos años es “vital” para que en algún momento –al que es difícil poner fecha aún—, la especie humana tenga la tecnología necesaria para “establecer colonias permanentes más allá de la Tierra”.

Cuando tú llamas a las puertas de la NASA

En 2001, cuando Abilleira elabora su tesis de fin de carrera, ‘Mars Generations Mission. Una misión tripulada a Marte’ —reconoce— “carecía del conocimiento necesario para entender si algunos de los sistemas que propuse eran realistas”, sin embargo, en ella calculaba unos periodos de lanzamiento que han acabado siendo similares a los utilizados en las misiones de Curiosity (2011) e InSight (2018), en las que por aquel entonces no se imaginaba llegar a participar.

"Lo que es más interesante es que al final desde hace 60 años se converge en los mismos grandes desafíos: cómo reducir el coste para ensamblar un vehículo de transporte en órbita terrestre antes del viaje interplanetario, cómo proteger a la tripulación de los efectos de la microgravedad y de la radiación a largo plazo, cómo aterrizar grandes vehículos en Marte o qué tecnologías habría que desarrollar para utilizar los recursos que el Planeta Rojo ofrece”.

Fernando Abilleira Nasa

Puede que el ingeniero español no diera con la respuesta a todas esas preguntas que llevan rondando las cabezas de la ingeniería aeroespacial desde hace décadas, pero su tesis le sirvió para llamar a algunas puertas en la agencia espacial estadounidense (quien dice puertas dice mandar e-mails a varias personas del Programa de Exploración de Marte, en una época en la que Internet no era ni mucho menos el océano de información que es hoy). Una de esas personas reenvió su correo a un supervisor del JPL al que le pareció muy interesante su trabajo, tuvo una entrevista telefónica, otra en persona, y tras varios meses le llegó una oferta formal de la NASA —rememora Abilleira— quien lleva ya 17 años trabajando en la agencia aeroespacial de referencia mundial.

“El ambiente de trabajo es fascinante. Los compañeros, siempre desde el respeto, te desafían intelectualmente cada día”.

Este ingeniero madrileño con raíces gallegas recuerda tener “fascinación por el espacio” desde que tiene uso de razón. Con apenas ocho años quedó “realmente impactado” en su primera visita a la Red de Comunicaciones de Espacio Profundo que la NASA tiene establecida en la localidad de Robledo de Chavela, en la sierra norte de Madrid. Él, que siempre se había sentido maravillado por las aeronaves y que sigue recordando cuando sus padres le llevaron a ver el aterrizaje del avión supersónico Concorde en el aeropuerto de Barajas, entonces se dio cuenta de que “las noticias que veía en televisión no eran un producto de ciencia ficción sino que realmente había gente trabajando en el increíble campo de la exploración espacial”.

Pese a tener las ideas claras desde muy joven, mucha gente trató de desanimarle diciéndole que “trabajar en la NASA era un sueño imposible y que como mucho lo que podría hacer es trabajar en el sector aeronáutico” y que incluso “muchos ingenieros aeronáuticos acababan diseñando lavadoras”. Consciente de que ese no era el futuro que quería, por un breve tiempo llegó a plantearse estudiar bioquímica, pero “afortunadamente” sus padres no le dejaron abandonar su ilusión y siempre le animaron a perseguir sus sueños.

“Animo a todos los estudiantes a luchar por conseguir sus sueños".

"Con trabajo, determinación y perseverancia, todo es posible”, comparte Abilleira, que según explica procede de una familia normal de clase media y estudió en el colegio de su barrio, el San Antonio Maria Claret de Madrid, y que gracias a sus notas en el colegio y Prueba de Acceso a la Universidad en 2001 fue becado por la Saint Louis University de Missouri donde se licenció como Ingeniero Aeroespacial Superior.

Me considero muy afortunado por trabajar en lo que es mi pasión pero también por estar en una posición en la que puedo motivar e inspirar a la gente joven, no sólo a estudiar Ciencias, Tecnología, Matemáticas o Ingeniería sino también a perseguir sus sueños sin importar los que sean”, comenta a la vez que lamenta la falta de oportunidades para los jóvenes profesionales de la ciencia y tecnología en su propio país de origen.

Cuando se habla de la posibilidad de que exista una Agencia Espacial Española hay personas que lo reciben con sorna o incluso se burlan de ello, y no debería de ser así. En España hay muchísimo talento. Lo que faltan son presupuestos que permitan competir en el sector y sobretodo una visión que reconozca los beneficios de la investigación y el desarrollo de tecnología avanzada a medio y largo plazo”, advierte.

Abilleira, que lleva 20 años viviendo en Estados Unidos y ha formado una familia junto a su mujer Sarah –una estudiante de fisioterapia a quien conoció en su misma universidad— y sus tres hijos pequeños, no tiene mucha previsión de volver a España, más que a pasar largas temporadas cuando la pareja deje de trabajar.

Objetivo: llevar astronautas a Marte

Su carrera profesional sigue imparable en el continente americano. Actualmente se encuentra inmerso en el próximo capítulo diseñado para la conquista del planeta vecino: la misión Mars 2020el primer segmento del programa de NASA para traer muestras marcianas a la Tierra, del que el español es director de Diseño de Misión y Navegación del rover que será enviado en el verano de 2020 portando un instrumental muy potente que nos permitirá buscar trazas de vida microscópica pasada.

Nasa Insight Deplys Instruments

Entre ese instrumental puntero se encuentra –como ya ocurriera en el rover Curiosity y el aterrizador InSight— el Analizador de Dinámicas Ambientales Marcianas (MEDA) desarrollado por el Centro de Astrobiología, Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial de España. Una especie de estación meteorológica que se encargará de suministrar información de las condiciones alrededor del rover, tales como temperatura, humedad, tamaño y forma del polvo, velocidad y dirección del viento.

“Las muestras más relevantes se almacenarán para su posible retorno a la Tierra por una misión posterior”, explica.

En la siempre ambiciosa hoja de ruta de la NASA, cada misión que se va realizando en el presente es “fundamental” para poder conseguir la gran meta: enviar una misión tripulada al Planeta Rojo. “El éxito de las misiones robóticas en las que trabajamos en la actualidad, las cuales posibilitan avances tecnológicos, el desarrollo de cohetes de alta capacidad y de un presupuesto y una hoja de ruta que nos permitan continuar el trabajo, son claves para llevar esta misión a cabo”.

“Será un grandísimo desafío para la especie humana y necesitará del conocimiento y esfuerzo de todos: distintos centros de la NASA, industria privada y, muy posiblemente, de nuestros socios internacionales”, adelanta.

Aunque “todavía no hay planes concretos” y desde el Johnson Space Center de Houston (centro a cargo del programa de vuelos tripulados de la agencia espacial estadounidense) todavía no se ha confirmado una fecha estimada, Abilleira cree que “faltarían al menos dos décadas antes de que se mande la primera misión tripulada a Marte”. “Ser parte del equipo que mande los primeros astronautas a Marte sería un auténtico privilegio, sin duda, es mi mayor meta profesional”.

Imágenes: Proporcionadas por Fernando Abilleira | NASA.

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