Las inestabilidades de Kelvin-Helmholtz son un fenómeno que habíamos visto en nestra atmósfera, no en el Sol
La sonda Parker a menudo nos sorprende batiendo récords de velocidad en sus órbitas que, regularmente, la acercan hasta “acariciar” el Sol. Sin embargo, además de pulverizar récords, esta sonda de la NASA también trabaja estudiando nuestra estrella.
Dentro del CME. Y ahora la Parker Solar Probe ha tenido una excelente ocasión para realizar este trabajo de exploración. Esta oportunidad fue propiciada por una eyección de masa de la corona (o CME, por Coronal Mass Eyection) que alcanzó la nave.
Estas CME, explica la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), son explosiones de plasma en el campo magnético la corona, la “atmósfera” solar. Cada una de ellas expulsa millones de toneladas de materia procedente de esta región del Sol a velocidades de entre cientos y miles de kilómetros por segundo.
Capaces las más veloces de alcanzar nuestro planeta en menos de 24 horas, estas partículas son capaces de causar distintos fenómenos en nuestro campo magnético y atmósfera, desde auroras boreales hasta tormentas geomagnéticas.
Eddies. Desde su asiento en primera fila, la sonda consiguió registrar y estudiar por primera vez las turbulencias formadas en esta explosión. Estas turbulencias (eddies en inglés) reciben el nombre de Inestabilidades de Kelvin-Helmholtz (KHI).
Estas KHI han sido observadas en la atmósfera terrestre como resultado de un alto diferencial en la velocidad del viento en partes altas y bajas de una nube. Los expertos creen, que son causados por interacciones entre dos corrientes de fluidos que se desplazan a grandes velocidades.
KHI en la corona. Ahora, el equipo liderado por investigadores del U.S. Naval Research Laboratory responsable del instrumento WISPR (Wide-field Imager for Parker Solar Probe) a bordo de la sonda ha anunciado esta primera observación.
“La turbulencia que causa la KHI desempeña un papel fundamental en regular las dinámicas del flujo de las CME a través del viento solar. Por tanto, entender la turbulencia es clave en lograr una comprensión más profunda de la evolución y cinemática de las CME,” explicaba en una nota de prensa Evangelos Paouris, físico de la Universidad George Mason y coautor del estudio.
Los detalles de esta observación fueron publicados en un artículo en la revista The Astrophysical Journal.
Pico de actividad y eclipse. Comprender las CME y sus dinámicas es especialmente importante en el contexto actual. Nos encontramos cerca (si no inmersos) en el pico de actividad solar del 25º ciclo de nuestra estrella.
Esta actividad puede apreciarse en las manchas solares presentes en la superficie del astro, pero también en la actividad magnética de su corona y en las sucesivas explosiones acontecidas en ella. Ejemplo de ello las tres fulguraciones observadas hace unas semanas en un espacio de apenas 24 horas.
La intensa actividad solar también ha recibido especial atención de cara al próximo eclipse solar, ante la posibilidad de que este evento coincida con una “meteorología solar adversa”, una tormenta geomagnética, por ejemplo. La hipotética posibilidad de que el eclipse pudiera exacerbar los efectos de esta ha puesto en alerta a muchos.
En Xataka | Los secretos de la sonda solar Parker, el prodigio de la ingeniería que “tocó” el Sol sin derretirse
Imagen | NASA/Johns Hopkins APL/NRL/Guillermo Stenborg and Evangelos Paouris/Steve Gribben
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