"Hay un 100% de probabilidad de que todas las especies nos extingamos por la expansión del Sol a menos que la humanidad logre que la vida sea multiplanetaria", dice Elon Musk. Esa obsesión es lo que llevó a SpaceX a invertir cinco mil millones de dólares en el desarrollo de un cohete gigante totalmente reutilizable que podría, algún día, llevarnos a Marte.
Pero la Starship, una mole de 120 metros fabricada en acero al sur de Texas, todavía tiene que demostrar una promesa más urgente: que puede volar. Y por fin tiene una nueva fecha para hacerlo: el viernes 17 de noviembre.
No es una fecha definitiva porque la Administración Federal de Aviación (FAA) aún no ha dado el visto bueno final, pero tras unos meses de trabajo y un poco presión a los reguladores, SpaceX ha dado el último toque al cohete: el sistema de explosivos para que pueda autodestruirse en caso de que algo salga mal.
Siete meses de mejoras y escrutinio regulatorio
Muchas cosas salieron mal en el primer vuelo de prueba de la Starship (el despegue destrozó la plataforma de lanzamiento, varios motores fallaron, una nube de polvo cubrió buena parte del paraje natural que rodea la zona, la nave no se separó del propulsor y acabó explotando sobre el Atlántico...), pero Musk cree que el segundo vuele tiene muchas opciones de salir mejor.
No en vano, una inspección de seguridad instó a SpaceX a mejorar la resistencia de la plataforma de lanzamiento y la fiabilidad del cohete. Estos cambios fueron aprobados por la FAA el 31 de octubre.
Queda pendiente una revisión ambiental que está en manos del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos. La agencia está analizando los elementos que podrían acarrear riesgos biológicos, como un nuevo sistema de diluvio que disparará chorros de agua de alta presión para mitigar la potencia destructiva del despegue. SpaceX confía en que conseguirá de todos modos la licencia antes del 17 de noviembre (si no, no habría instalado los explosivos)
Otras de las mejoras del cohete filtradas por Elon Musk tienen que ver con la fiabilidad de los motores Raptor y el daño colateral que causaron las filtraciones de combustible, particularmente al incendiar el control de vector de empuje (TVC) del propulsor Super Heavy.
En cambio, una novedad que no rebaja el riesgo al lanzamiento, sino que lo incrementa, es el anillo de separación de etapas en caliente. Este elemento, ubicado entre las etapas Super Heavy y Starship, modifica la manera en que la Starship se separará del propulsor después de que este se apague. Ahora la Starship encenderá sus motores para alejarse.
Una posible fecha de lanzamiento
SpaceX ya había anunciado que esperaba el lanzamiento para mediados de noviembre, pero anoche dio por primera vez una fecha tentativa: el viernes 17 de noviembre. O mejor dicho, no antes del viernes 17 de noviembre, porque las condiciones meteorológicas pueden cambiar y la FAA aún puede dar la sorpresa no autorizando el lanzamiento.
Los primeros días de la semana que viene fueron descartados por mal tiempo, como reveló un aviso a navegantes. Ha entrado un frente frío en el sur de Texas que traerá lluvias en Starbase, la base donde SpaceX fabrica y lanza la Starship.
Si finalmente ocurre el 17 de noviembre, como desea SpaceX, el vuelo está previsto para las ocho de la mañana, hora local, aunque no hay una ventana cerrada y es posible que el T-0 (el momento del lanzamiento) sufra retrasos.
Cuando llegue ese T-0, el propulsor Booster 9 encenderá sus 33 motores Raptor y, si todo sale bien, empezará a ascender hasta apagarse en el minuto 2:39. Dos segundos después, la nave Ship 25 encenderá sus propios motores para separarse del propulsor y darle media vuelta a la Tierra hasta caer en el Pacífico cerca de la isla de Kauai, en Hawái.
El propulsor, por su parte, habrá amerizado en el Golfo de México tras hacer una maniobra de giro para ponerse en vertical. Es un ensayo para que en el futuro vuelva su cuenta a la plataforma de lanzamiento y sea atrapado por los brazos de la torre Mechazilla.
Recordemos que toda la Starship aspira a ser reutilizable y tanto el propulsor como la nave están diseñadas con la capacidad de volver a tierra firme (de hecho, la nave Starship tendrá que aterrizar y despegar también desde la Luna con los astronautas de la misión Artemis III).
Por ahora, con el sistema de terminación de vuelo recién instalado (básicamente, unos explosivos que aseguran la autodestrucción del cohete en caso de fallo), la Starship ya está lista para su segundo vuelo de prueba. El espectáculo está asegurado.
Imágenes | SpaceX
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