La primera vez que alguien pensó en lo que hoy llamamos James Webb debían de ser principios de los 80. Han pasado más de 40 años, se han invertido más de 10 mil millones de dólares; hemos disfrutado (¡y sufrido!) una de las grandes epopeyas de la nueva carrera espacial; piratas incluidos. Y hoy, por fin, la NASA acaba de presentar las primeras imágenes de esa maquinaria destinada a cambiar nuestra comprensión del cosmos.
¿El único problema? Que no son tan espectaculares como el párrafo anterior podría habernos hecho pensar. Al fin y al cabo, se trata de los resultados de las primeras semanas de un proceso que va a durar meses y va a intentar llevar a buen puerto una operación complejísima a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Esto es solo para abrir boca.
El largo camino hacia el frío casi absoluto (y lo que podemos ver en él)
Las primeras investigaciones astronómicas sobre señales infrarrojas se remontan a los primeros años del siglo XIX, pero no es hasta los 60 cuando la tecnología empieza a estar lo suficientemente madura como para dar algún resultado interesante "a lomos" de globos y cohetes. No obstante, como señalaba el historiador Robert W. Smith, fue en 1983 cuando el IRAS fue lanzado al espacio y en sus escasos 10 meses de vida útil consiguió identificar más de 350.000 de fuentes de señales de este tipo. Era el primer paso de algo nuevo.
En el 95, el ISO europeo se convirtió en el primer telescopio infrarrojo orbital. Los científicos se frotaban las manos y, sin embargo, había un elemento fundamental que suponía un problema: el frío. No es algo evidente, pero los objetos calientes radian luz infrarroja que "contamina" las imágenes del telescopio. Por eso, para que estos sistemas funcionen bien, hay que conseguir enfriar los espejos todo lo posible. Tanto en el IRAS como en el ISO solucionaban ese problema con helio líquido: con termos de helio líquido que mantenían los espejos fríos, más concretamente. Esto limitaba el tamaño de los espejos.
El James Webb usa un sistema distinto que llevamos afinando desde la década de los 80: los componentes se mandan "calientes" y se enfrían irradiando ese calor al espacio. Un sistema denominado también, 'enfriamiento pasivo'. No es tarea fácil, porque las temperaturas son diminutas.
Concretamente, la NIRCam (Near Infrared Camera), el dispositivo óptico más importante del telescopio, tiene que alcanzar 120 kelvin (-153 de los grados Celsius) para que se inicie la segunda gran fase de preparación del telescopio: la alineación de los 18 segmentos de su espejo principal; el proceso que consigue alinear todos los espejos para que funcionen como uno solo. Y, ojo, componentes como el MIRI (Mid-Infrared Instrument) tendrán que enfriarse mucho más (hasta los 6 kelvin) para funcionar correctamente.
Con ustedes: la primera imagen del James Webb
En este sentido, "el desafío del equipo era doble: confirmar que NIRCam estaba listo para recolectar luz de objetos celestes y luego identificar la luz estelar de la misma estrella en cada uno de los 18 segmentos del espejo primario". Como vemos en la imagen, el resultado es un "mosaico de 18 puntos de luz estelar organizados [aparentemente] al azar".
Sí, es cierto: puede parecer una simple imagen borrosa con numerosos puntos sin más; pero de aquí a verano "se convertirá en la base para alinear y enfocar el telescopio". El trabajo del equipo durante el próximo mes, será ajustar "gradualmente los segmentos del espejo hasta que las 18 imágenes se conviertan en una sola estrella".
“Todo el equipo de Webb está extasiado por lo bien que se están dando los primeros pasos para tomar imágenes y alinear el telescopio. Estamos muy felices de ver que la luz llegaba a NIRCam”, explicaba Marcia Rieke, investigadora principal de dicho instrumento y profesora de astronomía de la Universidad de Arizona. No es para menos: era un paso esencial en un instrumento que, recordemos, no hay forma de arreglar.
En este sentido, lo que se ha hecho público hoy es el primer paso de ese proceso de alineación que permitirá ajustar y calibrar el telescopio. Es lógico que las imágenes no estén a la altura de la expectación que los mismos medios hemos creado y aún así, basta mirar ese pequeño grupo de puntos desordenados para saber que sí hay algo espectacular: lo que ha sido capaz de hacer la humanidad en tan poco tiempo.
Imagen | NASA
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