Cada planeta del Sistema Solar tiene características que lo hacen único. Entre las características que hacen único al nuestro están los continentes, grandes masas de tierra emergida de los océanos como consecuencia de la tectónica de placas. ¿Y por qué ocurre esto en nuestro planeta? La respuesta que ahora parece más probable no está en su interior sino en los asteroides que chocaban contra ella. Asteroides, eso sí, del calibre del que acabó con los dinosaurios millones de años después.
Un origen ancestral. La historia de los continentes comenzó hace unos 3.600 millones de años, cuando la Tierra tenía apenas 1.000 millones de años de antigüedad. Así han deducido a partir de sus observaciones un equipo internacional de investigadores entre los que se encontraban científicos de la Universidad Curtin de Perth, en Australia Occidental.
Para concretar más, su origen se debería a la intensa lluvia de meteoritos que la Tierra habría sufrido en aquellos tiempos, con diversos impactos de fuerza semejante a la del que acabó con los dinosaurios.
Estos impactos habrían creado irregularidades en las capas externas de la Tierra, con zonas más gruesas a través de un proceso de compresión y “rebote”, pero con mayor actividad geológica en el lugar de impacto. Actividad geológica que se habría estabilizado después, formando lo que hoy conocemos como cratones.
Cratones, la pieza clave. Los cratones son formaciones geológicas con una característica que los hace muy relevante: su antigüedad. Los cratones se mantienen estables, alejados de la actividad tectónica y otras formas en las que las rocas se ven alteradas. Permiten por tanto a los geólogos mirar atrás en el pasado geológico.
El estudio, recientemente publicado en la revista Nature, recurrió a uno de los cratones más antiguos conocidos, situado precisamente en la región de Australia Occidental. El cratón de Pilbara data del eón arcaico, la primera era geológica tras la formación de la Tierra (la era hádica), que abarca el periodo entre hace unos 4.000 millones de años y hace 2.500 millones de años. Tan solo se conocen dos cratones de esta era.
Tres etapas. Este cratón no surgió súbitamente sino en tres etapas diferenciables. La más antigua se dio hace unos 3.600-3.400 millones de años. El estudio del cratón que surgió en esta fase halló pruebas de que la formación geológica sufrió un importante impacto. Este impacto habría generado un agrandamiento de la corteza terrestre en la zona, creando nuevas formaciones rocosas por las altas temperaturas. Tan solo impactos de gran magnitud habrían sido capaces de iniciar este proceso. Aquí aparecerían ya interacciones entre corteza y manto terrestre, volcanismo y “goteo”.
La segunda etapa de formación del cratón (hace entre 3.400 y 3.000 millones de años) en la que algunas zonas sufrieron un proceso de fusión y metamorfosis rápida en el que se formaron los granitos sódicos del área. En la tercera etapa el granito siguió formándose y el cratón se acabó estabilizando.
Isótopos de oxígeno. La prueba de este proceso está en los isótopos de oxígeno. En palabras de Tim Johnson, quien lideró la investigación, “estudiar la composición de los isótopos de oxígeno en estos cristales ricos en circón reveló un proceso ‘de arriba hacia abajo’ comenzado con el derretimiento de las rocas cerca de la superficie y progresando hacia las profundidades, consistente con el efecto geológico de los impactos de meteoritos gigantes.”
Movimientos en la Tierra. Entender nuestro pasado geológico puede ser una herramienta útil para diversos objetivos, entre ellos entender nuestro presente geológico. Podemos entender mejor la tectónica de placas que genera la deriva continental, pero también relacionada con terremotos y tsunamis.
Podemos asimismo predecir mejor qué es lo que podemos encontrar bajo nuestros pies, facilitando los trabajos de minería de los que el mundo sigue dependiendo para la fabricación de aparatos electrónicos.
Nuestro planeta es el único que conocemos con continentes, pero seguimos encontrando planetas a nuestro alrededor y cada vez tenemos herramientas mejores para estudiarlos. Entender nuestro pasado geológico también puede ayudarnos a entender el pasado de nuestro sistema solar y el presente de los planetas que podamos ir detectando a nuestro alrededor.
Buscar nuevos datos. El equipo no ha dado el tema por zanjado. Existen más de una treintena de cratones descubiertos en el mundo y este grupo de investigadores quiere comprobar si pueden encontrar pruebas de esta teoría en más lugares.
En palabras de Johnson, “Los datos relacionados con otras áreas de la corteza continental antigua en a Tierra parece mostrar patrones similares a los reconocidos en Australia Occidental. Nos gustaría poner a prueba nuestros hallazgos en estas rocas antiguas para ver si, como sospechamos, nuestro modelo es ampliamente aplicable.”
Imagen | TBIT
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