Martes y trece fue ayer (el día de la mala suerte por antonomasia en España), pero la ocasión para los amantes del apocalipsis la ocasión de salir a la calle llega hoy en motivo de la tormenta solar que se espera. Pero, ¿realmente nos afecta aquí en la Tierra? Quizás no haya llegado el fin del mundo ni haya caos cada vez que el Sol "se cabrea", pero las tormentas solares sí tienen efectos a varios niveles en nuestro planeta.
Las tormentas solares empiezan con grandes explosiones en la superficie del Sol, que resultan en la expulsión de una gran cantidad de energía debido a las líneas del campo magnético. Como recordamos con motivo de la última que nos llegaba aquí con intensidad, el pasado mes de septiembre, las llamaradas solares intensas se clasifican con "X" y un número que corresponde a la intensidad, mientras que las de actividad media se clasifican con la "M" y las de menor intensidad con la "C", así como la "G" para la actividad geomagnética (de G1 a G5, de menor a mayor intensidad), siendo la de estos días una G1.
Cuando nos tocan los aparatos
Tormentas solares de alta magnitud ha habido de manera histórica, pero el grado en el que nos repercute es en cierto modo directamente proporcional a lo tecnificada que está la sociedad. De hecho, la NASA parte de esto para explicar cómo notamos estas tormentas solares, siendo en realidad los efectos secundarios de las consecuencias directas sobre determinadas tecnologías.
Desde la agencia espacial explican que la ionosfera se ve afectada durante las tormenta geomagnéticas, y dichos cambios interfieren en las comunicaciones. Concretamente en las ondas de radio de alta frecuencia y en los sistemas GPS, y que las comunicaciones de radio de vuelos comerciales o cruceros pueden tener problemas durante los eventos de absorción en los polos causados por los protones solares.
Además de la Tierra no hay que olvidar todo lo que nos rodea y que nosotros mismos hemos ido enviando ahí: los satélites artificiales, la Estación Espacial Internacional y el resto de vehículos y dispositivos espaciales, hablando de anomalías operacionales, daños en la electrónica e inhabilitación de los sistemas ópticos. No obstante, con motivo de esas grandes llamaradas o fulguraciones solares que el Astro Rey nos enviaba el pasado mes de septiembre, la NASA comunicaba que la Estación Espacial Internacional no se vería afectada, según hacían público en Space.com.
Y a los humanos, ¿qué? Las consecuencias sobre lo que no es silicio y cables parecen de momento ser menos drásticas, pero sí es cierto que se han registrado algunas consecuencias en astronautas, como una sensación de quemazón en los ojos al afectar a las retinas de los astronautas de la nave Atlantis en 1989, como recordaban en ABC News. Incluso se llegó a relacionar con los derrames cerebrales, pero no hubo nada concluyente más allá de unas observaciones en 2014.
Lo que si vieron en la NASA (y añadían en las consecuencias de las tormentas que antes citábamos) es que los astronautas han de ir con cuidado con estas tormentas, ya que según se ha llegado a registrar en salvadas ocasiones, cuando ha habido una radiación de gran intensidad éstos han llegado a alcanzar el límite de exposición a partículas solares en sólo unas horas.
Las cosas buenas (que las hay)
Sonando quizás muy optimistas, al final todo tiene su lado bueno y las fulguraciones solares también. En la era en la que los seres humanos somos un pedazo de carne a un(os) dispositivo(s) electrónico(s) pegado lo que podemos hacer mientras éstos se colapsan o dejan de funcionar es mirar al cielo.
Eso sí, si tenemos la suerte de estar en ciertas latitudes del globo terráqueo, ya que como nos recuerdan en Space.com la tormenta solar de hoy hará que las auroras boreales se puedan ver en un área mayor de lo habitual, siendo observables desde regiones como Michigan y Maine (Estados Unidos). Fenómeno que se produce cuando los vientos solares interactúan con la ionosfera terrestre, pero que aún esconde algunos misterios que poco a poco podremos ir desvelando.
Un Gran Apagón que (por suerte) aún no ha llegado
Por el momento no hemos registrado ningún caos socio-económico-político como el que se plantea para esa supuesta situación de Gran Apagón de la que hablamos aquí también por aquellas llamaradas de septiembre de 2017. Pero sí nos hicimos eco de que no estamos preparados para lo que puede ocurrir, porque precedentes hay.
Por ejemplo, los eventos del 2 de septiembre de 1859, cuando los telégrafos quedaron inutilizados debidos a una gran tormenta solar conocida como el evento Carrington (cuya historia os explicábamos en el artículo que enlazábamos antes). También está lo ocurrido en 1967, ya en un momento mucho más avanzado de la tecnificación del mundo, pero siendo una tormenta más leve y que ya tuvo sus consecuencias globales. Sin olvidar lo sucedido el 13 de marzo de 1989 que recordaba la NASA también: el apagón durante 9 horas que afectó a 6 millones de personas al colapsarse la estación hidroléctrica de Québec.
Imagen | NASA
En Xataka | Aún no estamos preparados para la próxima gran tormenta solar y deberíamos empezar a tomárnoslo en serio
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