El ser humano podría volver a poner sus pies en la superficie de la Luna en 2022. Sí, en tan solo siete años. Esto es, al menos, lo que sugiere un estudio realizado por la empresa NexGen Space LLC, y respaldado por la NASA. Pero esto es solo una parte de lo que defiende un proyecto muy ambicioso que aspira a construir una base lunar permanente.
Su «hoja de ruta» es la siguiente. Plantea enviar un robot a la Luna para realizar mediciones en 2017. A continuación, en 2018, propone colocar en el satélite natural de la Tierra un vehículo capaz de explorar los polos lunares para buscar hidrógeno. Después, en 2019 o 2020, comenzarían las prospecciones, y en 2021 se iniciaría la construcción de una base lunar permanente utilizando robots. Los primeros seres humanos llegarían en 2022. Pero esto no es lo más interesante. Lo realmente curioso es lo que da realmente sentido a este proyecto tan ambicioso.
Una estación de servicio lunar
Antes de seguir adelante nos viene bien repasar quién está detrás de este estudio para sopesar su credibilidad. Su máximo responsable es Charles Miller, el presidente de NexGen, pero lo realmente importante es que ha sido revisado por 21 personas independientes, y, por tanto, no vinculadas a NexGen, entre las que se encuentran antiguos directivos de la NASA, varios expertos procedentes de las empresas que se dedican a la navegación espacial comercial y cuatro ex astronautas de la NASA.
Una de las personas que, al parecer, han dado su aprobación al plan que propone el estudio de NexGen es Tom Moser, que en su momento fue el primer director del proyecto que desencadenó la construcción de la Estación Espacial Internacional. Así que lo que dice parece creíble. La premisa que hace viable todo esto se apoya en el abaratamiento de los costes que representa para la NASA su colaboración con las empresas de transporte aeroespacial con las que ya está trabajando, como SpaceX, la compañía fundada por Elon Musk, o a punto de hacerlo, como con Orbital ATK.
En cualquier caso, aun dando por hecho que los costes son asumibles gracias a esta estrategia, que es la que están utilizando las agencias espaciales actualmente para transportar equipos y provisiones a la Estación Espacial Internacional, queda por responder la pregunta del interés que tiene hoy en día para el hombre volver a poner sus pies en la Luna.
Lo que realmente da sentido a este proyecto es la posibilidad de encontrar hidrógeno en los polos con agua helada de este satélite natural, un elemento que puede ser procesado y transformado en propulsante criogénico. Después se almacenaría en una especie de estación de servicio que orbitaría en torno a la Luna, y en la que podrían repostar las naves tripuladas que en el futuro realizarán misiones espaciales más ambiciosas, como, por ejemplo, el viaje a Marte del que tanto se está hablando desde hace unos años. Veremos cómo acaba todo esto, pero, sobre el papel, no pinta nada mal.
Imágenes | Wikimedia
Vía | The Verge
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