National Geographic está emitiendo actualmente 'Marte', una ambiciosa docuserie que combina elementos de ficción con el documental científico para contar cómo sería la primera misión tripulada al planeta rojo. Lo hace alternando dos líneas temporales: una está en 2033, en esa hipotética misión en la que una tripulación internacional de seis astronautas se convierte en la pionera en aterrizar en Marte; la otra está en 2016, en los científicos e ingenieros que trabajan para convertir esa misión en realidad.
'Marte' hace que cada capítulo gire en torno a un aspecto diferente de esa aventura (el segundo, por ejemplo, se centra en los efectos que una prolongada estancia en el espacio puede tener en el cuerpo humano), y su misión ficticia sólo es posible por la colaboración internacional y la creación de una sociedad dedicada exclusivamente a su estudio y desarrollo. Y esa sociedad elabora un calendario de la exploración tripulada de Marte.
Fase 1 (2033-35): los pioneros
La fecha que suele situarse como el horizonte hacia el que se está trabajando es la década de 2030. La serie de National Geographic opta por situar 2033 como el momento en el que se lanza la Dédalo, que es la nave que lleva a los primeros astronautas a Marte. Si nos fiamos de los planes de Elon Musk, CEO de SpaceX, esa pionera misión tripulada despegaría antes, en 2022, pero las principales instituciones involucradas en este proyecto prefieren ser más cautelosas. En esa década de 2020, por ejemplo, China tiene previsto enviar todavía misiones robóticas.
Hasta que llegue el momento del despegue de la primera nave tripulada, tienen que solucionarse primero muchos aspectos técnicos relacionados, principalmente, con el soporte vital de los astronautas y la protección contra la radiación proveniente del espacio. Cayetano Santana Gil, del Laboratorio para la Experimentación en Espacio y Microgravedad (LEEM), nos explicaba hace un tiempo que "los requisitos clave para el diseño de la misión son los relacionados con la seguridad y salud de los astronautas. Disponemos de tecnología para un plan de misión viable en todos los aspectos salvo en la protección de los astronautas, si fijamos un umbral medio-alto".
Además, aunque esa primera misión partiera en 2033 hacia el planeta rojo, tendría que haberse enviado antes todo el equipamiento necesario para instalar el campamento base. En 'Marte', cuando los astronautas aterrizan, ya tienen un hábitat presurizado, y con todo lo que van a necesitar para sobrevivir y trabajar en el planeta, montado y "para entrar a vivir". Para ello han sido necesarios varios años previos de lanzamientos robóticos de todo el equipo, desde los hábitats hasta los generadores de oxígeno, los invernaderos o los paneles solares para generar energía eléctrica.
Ese campamento base, sin embargo, sólo será temporal. Sus primeros habitantes tendrán que demostrar que pueden sobrevivir allí, generando su propio oxígeno y su propia comida, y resistiendo a las intensas tormentas de arena marcianas, a sus extremas temperaturas y a la escasa protección de la radiación espacial que ofrece su atmósfera, mucho más tenue que la de la Tierra. Y, además, tendrán que ampliar la base para poder albergar a las tripulaciones de refresco y a los futuros colonos.
Fase 2 (2037-41): expansión
Una vez que la presencia humana consiguiera asentarse, y encontrara la manera de sobrevivir en la superficie marciana, daría comienzo la expansión de ese campamento base inicial, si la pretensión final es la colonización.
En su número del pasado mes de noviembre, la revista National Geographic dedicaba su portada a la serie 'Marte' e incluía un póster desplegable con la representación de lo que sería una de esas colonias marcianas. Una de las cosas más interesantes que se plantean los científicos y los ingenieros es la posibilidad de que el hábitat principal no esté en la superficie, sino resguardado en tubos de lava, túneles de formación volcánica que se han avistado desde la órbita, y que se cree que podrían ser lo suficientemente grandes como para albergar los dormitorios de la tripulación, el laboratorio principal, los invernaderos y el resto de áreas comunes de la base.
Al estar protegida en el subsuelo, la colonia tendría mejores probabilidades de sobrevivir a esas bajísimas temperaturas superficiales, de -63º de media, a la radiación cósmica (y del Sol) y a las tormentas de arena. Y si se construyera cerca de alguna de las reservas de hielo subterráneas de Marte, hasta tendría a su disposición la materia prima para extraer agua y oxígeno.
En la superficie se situarían los generadores de oxígeno (de los que la NASA tiene previsto enviar una prueba en su misión robótica para 2020, el instrumento MOXIE) y los encargados de extraer agua tanto del aire como del subsuelo. También se instalaría un generador de metano para utilizarlo como combustible, y la energía de la colonia se produciría con paneles solares y con un reactor de fisión nuclear.
Mientras tanto, en el tubo de lava, en los invernaderos se plantarían tomates, centeno, zanahorias y berros, plantas con las que se ha experimentado en suelos similares en composición al marciano en la Tierra. Sin embargo, aunque en Marte hay fósforo, potasio, nitrógeno y hierro, los astronautas tendrían que buscar la manera de que sus invernaderos pudieran utilizar el agua de una manera mucho más eficiente y tendrían que aumentar la presencia de nitrógeno en el suelo para que sus cosechas tuvieran alguna posibilidad de crecer. No está claro si tendrían que emplear los mismos métodos para ello que Matt Damon en 'Marte (The Martian)'.
Durante estos años, utilizando todo lo que pudieran reciclar de la superficie marciana y el equipamiento lanzado desde la Tierra, los habitantes de esta base tendrían que ir montando nuevos hábitats para preparar el terreno a la última fase prevista en la docuserie 'Marte': la colonización.
Fase 3 (2041-50): asentamiento
Teóricamente, mientras los primeros astronautas ponen un pie en Marte y demuestran que se puede sobrevivir allí, en Tierra se tendrían que estar construyendo las naves que deberían llevar a los primeros colonos al planeta. 'Marte' enseña todas las dificultades que esa misión tripulada pionera se encontraría en su base de Valles Marineris (que pueden resumirse en la pregunta ¿qué mas puede salir mal?), pero también nos deja ver por qué hay muchos investigadores que creen que ir a Marte no es un capricho, sino una necesidad, no sólo para la supervivencia de la especie humana sino, también, para su avance tecnológico y social.
Hasta ahora, de todos modos, lo que más concentra los esfuerzos de instituciones internacionales y empresas privadas es el desarrollo de la tecnología para llevar a los humanos al planeta rojo. Cómo podría construirse allí un asentamiento permanente no es, todavía, una prioridad, aunque en los planes futuros de Elon Musk para su compañía SpaceX sí que tiene mucha importancia.
Musk afirmó en septiembre que sus naves tripuladas podrían llevar hasta a cien personas a Marte cada 26 meses, que es cuando se abre la ventana de lanzamiento más óptima (es cuando el planeta rojo y la Tierra se encuentran más próximos), y que harían falta unos 10.000 vuelos tripulados, más otros tantos de carga, para poder crear en Marte una colonia humana, autosuficiente, con un millón de habitantes. Todo este proceso tardaría, probablemente, unas cuatro décadas, y Musk está convencido de que podría lanzar su primera nave tripulada en la década de 2020.
Michael Griffin, ex administrador de la NASA, afirmaba a la revista National Geographic que "en lo que respecta a la tecnología necesaria, hoy estamos más cerca de Marte de lo que estábamos de la Luna cuando el presidente Kennedy marcó ese objetivo en 1961". Sin embargo, al mismo tiempo, la misión no puede llevarse a cabo si no se acomete como un proyecto de colaboración internacional. Y todavía queda mucho trabajo por hacer para asegurar que los astronautas encargados de abrir camino puedan sobrevivir al viaje. William Gerstenmaier, jefe de vuelos tripulados de la NASA, afirmaba a la misma revista que "los retos que supone llevar una tripulación a la superficie añaden otro orden de magnitud a la complejidad de lo que estamos tratando de hacer. Por eso no me vale un calendario para 2030".
En Xataka | Necesitamos querer ir a Marte, nos va el futuro en ello
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