Nuestra casa es un auténtico campo de minas para una red WiFi. Incluso aunque su tamaño sea modesto. Los problemas de cobertura son muy frecuentes debido a que, aunque no lo parezca, nuestras viviendas representan un escenario muy agresivo que puede tener un impacto negativo tanto en el rendimiento como en la cobertura de nuestra red inalámbrica. Pero, afortunadamente, este problema tiene solución.
Y es que con frecuencia es posible incrementar el alcance de nuestra red sensiblemente sin necesidad de gastar dinero en repetidores inalámbricos, dispositivos PLC u otras soluciones que inevitablemente van a contribuir a que nuestra infraestructura de red doméstica sea un poco más compleja. Estos remedios están al alcance de todos nosotros y son fáciles de ejecutar, por lo que merece la pena probarlos antes de invertir una parte de nuestro presupuesto en más dispositivos de hardware. Ellos son los auténticos protagonistas de este artículo.
Estas son las barreras a las que se enfrenta tu red WiFi
Nuestro punto de partida en este artículo es una característica de las tecnologías inalámbricas con la que posiblemente todos estamos familiarizados aunque no sepamos mucho de comunicaciones: la frecuencia. El estándar WiFi IEEE 802.11g opera en la banda de 2,4 GHz y es capaz de alcanzar una velocidad de transferencia máxima de 54 Mbps. La norma WiFi 802.11n trabaja tanto en la banda de 2,4 GHz como en la de 5 GHz, y consigue alcanzar una velocidad de transferencia máxima de 72 Mbps utilizando un único enlace y hasta 600 Mbps cuando usa cuatro flujos de datos simultáneamente.
Una frecuencia más alta nos permite alcanzar mayores velocidades de transferencia, pero hay otros factores que también condicionan el rendimiento de una tecnología inalámbrica, como el número de flujos de datos que es capaz de administrar de forma simultánea
Veamos otro ejemplo más. El estándar IEEE 802.11ac, que probablemente es el más utilizado actualmente, opera en la banda de 5 GHz y es capaz de alcanzar una velocidad de transferencia de hasta 433 Mbps por flujo de datos. Lo interesante es que esta norma nos permite utilizar simultáneamente hasta tres antenas con el objetivo de incrementar la velocidad de transferencia máxima hasta alcanzar los 1,3 Gbps. Lo que acabamos de repasar nos permite intuir con claridad que una frecuencia más alta es un vehículo que nos permite alcanzar mayores velocidades de transferencia, pero hay otros factores que también condicionan el rendimiento que nos propone una tecnología inalámbrica, como, por ejemplo, el número de flujos de datos que es capaz de administrar de forma simultánea.
Ahora que conocemos el papel que tiene la frecuencia en las comunicaciones inalámbricas es un buen momento para introducir una consecuencia muy importante que acarrea su incremento: a medida que aumentamos la frecuencia disminuye su capacidad de penetración como consecuencia de la reducción de su longitud de onda. Esto significa, sencillamente, que la señal se ve más atenuada cuando se ve obligada a atravesar un obstáculo físico. Y nuestras casas están repletas de ellos. Las paredes, el techo y las puertas son barreras que pueden limitar seriamente tanto el rendimiento como el alcance de nuestra red inalámbrica, sobre todo si, como hemos visto, opera en una banda de alta frecuencia.
Los técnicos que se encargan de definir los estándares de las comunicaciones inalámbricas y los fabricantes de los equipos, como los routers que todos tenemos en casa, han desarrollado estrategias para mitigar esta desventaja derivada del incremento de la frecuencia. Una de ellas consiste en utilizar una gran cantidad de antenas no solo para incrementar la velocidad de transferencia estableciendo múltiples flujos de datos simultáneamente, sino también para reducir las interferencias y aprovechar las reflexiones en el techo y las paredes con el propósito de conseguir que la señal llegue a su destino con más eficacia.
Esta estratagema puede combinarse con la gestión inteligente de las antenas para saber cuáles nos interesa utilizar en un instante determinado, priorizando aquellas que apuntan en la dirección en la que está colocado el dispositivo que debe recibir la señal, o bien aquellas que hacen posibles las reflexiones en las paredes y el techo que mejoran la comunicación. Todo esto puede hacerlo de una forma más o menos «inteligente» nuestro router o punto de acceso inalámbrico. En estas condiciones el resultado que obtenemos puede ser bueno, pero, aun así, los obstáculos físicos de nuestra casa tienen un impacto directo en el alcance de la señal inalámbrica emitida por nuestro router.
La atenuación que una barrera física, como una pared o una puerta, introduce en una señal inalámbrica depende de la densidad y la estructura del material utilizado en su fabricación. El obstáculo absorberá una parte de la energía de la señal, provocando así su atenuación, y reflejará otra parte en una dirección diferente a la inicial, pero normalmente la señal inalámbrica conseguirá atravesarlo, a menos que ya llegue muy atenuada. Una puerta de madera es menos densa y más estrecha que una pared de ladrillo tosco, por lo que obstaculiza menos la propagación de la señal inalámbrica. Al mismo tiempo, una pared de ladrillo tosco es menos densa que un muro de hormigón, por lo que este último atenuará mucho más nuestra señal.
Como estamos viendo, es fácil intuir cuáles son las barreras físicas que pueden degradar con más intensidad nuestra señal inalámbrica. Buena parte de las viviendas que se han construido durante los últimos años utiliza tabiques de cartón yeso conocidos popularmente bajo la marca Pladur, aunque hay otros fabricantes de este material de construcción. Está disponible con distintos espesores, pero su composición en yeso y celulosa lo hace menos denso que la combinación de rasillón y cemento que se utilizaba mayoritariamente hace unos años en los tabiques interiores de las viviendas, por lo que dificulta menos la propagación de la señal inalámbrica. Un punto a favor de las paredes de cartón yeso, eso sí, si nos ceñimos al tema que nos interesa en este artículo.
En cualquier caso, las paredes, las puertas y el techo no son los únicos obstáculos físicos que obstruyen la circulación de la señal WiFi en el interior de nuestras casas. Otra barrera que suele tener un impacto negativo en el alcance de nuestra red inalámbrica es el ruido generado por otros dispositivos, como los teléfonos domésticos inalámbricos, los hornos microondas, los intercomunicadores domésticos sin cables o los monitores inalámbricos para bebés, entre otras opciones. Todos estos dispositivos compiten para utilizar el mismo medio empleado por nuestra red WiFi, interfiriendo con la señal inalámbrica que transporta nuestros datos. Podemos imaginarlo como una carretera, que es el medio, por la que pueden circular un número variable de vehículos. Si solo circula uno podrá hacerlo a toda velocidad, pero si hay una cantidad muy grande de ellos se producirá un atasco y la circulación será deficiente.
Además, hay otro reto adicional al que debemos enfrentarnos si vivimos en una comunidad, que es lo habitual: los routers y los puntos de acceso inalámbrico de nuestros vecinos pueden utilizar el mismo canal que nuestro router, lo que suele tener un impacto negativo tanto en el rendimiento como en la cobertura de la señal. Para explicar qué es un canal podemos retomar nuestro ejemplo de la carretera. Imaginemos que dos ciudades están unidas por tres carreteras con un trazado diferente. Si, por la razón que sea, el mayor número de coches va por una de ellas y solo unos pocos vehículos se desplazan por las otras dos, la primera estará congestionada y la circulación se degradará. Cada una de estas carreteras ilustra bastante bien el concepto de canal en una red de comunicaciones inalámbricas.
Antes de seguir adelante y comprobar cómo podemos resolver los problemas que acabamos de describir merece la pena que los enumeremos a modo de resumen. Estos son los factores que pueden condicionar negativamente el alcance de nuestra red WiFi:
- La frecuencia utilizada por el estándar WiFi determina la capacidad de penetración de la señal en el interior de nuestra casa. A medida que se incrementa la frecuencia de la señal se reduce su longitud de onda, y, por tanto, también su capacidad de penetración.
- Las paredes, el techo y las puertas de nuestra casa obstaculizan la propagación de la señal inalámbrica. Su distribución, grosor y densidad determinan en qué medida se verá atenuada la señal.
- Algunos de los dispositivos que tenemos en casa, como los interfonos inalámbricos, los hornos microondas o los teléfonos domésticos sin cables, interfieren con nuestra red WiFi, mermando su rendimiento y reduciendo su alcance.
- Si el canal de comunicación utilizado por nuestro router está congestionado tendrá un impacto negativo tanto en el rendimiento como en la cobertura de la señal.
Podemos mejorar la cobertura de nuestra red sin gastar dinero
Los problemas que acabamos de describir tienen solución. Además, afortunadamente, es posible resolverlos o, al menos, mitigarlos en cierta medida sin gastar dinero en más hardware. Las soluciones que os proponemos son lo suficientemente simples para que cualquier usuario pueda llevarlas a cabo, por lo que merece la pena ponerlas en práctica. Lo peor que puede pasar es que no sean suficientes para proporcionarnos cobertura inalámbrica en toda nuestra casa, pero cabe la posibilidad de que sí consigan resolver nuestros problemas de comunicación. Esto es lo que os recomendamos:
Si tu router utiliza tanto la banda de 2,4 GHz como la de 5 GHz y has notado que el rendimiento y la cobertura de tu red WiFi no son los idóneos, cerciórate de que tus dispositivos se estén conectando a la red de 5 GHz. Su mayor frecuencia provoca que su capacidad de penetración sea menor, pero esto, a menos que tu casa sea enorme, no debería ser un problema debido a que los routers modernos utilizan la gestión inteligente de las antenas y las reflexiones murales para extender la cobertura. Lo que ganas, de paso, es que habitualmente la banda de 5 GHz está menos degradada por las interferencias porque hay menos redes inalámbricas y dispositivos que compiten por utilizarla.
Eliminar las barreras físicas de nuestra casa que se oponen a la propagación de la señal inalámbrica es difícil porque requiere hace una reforma que en la práctica no suele estar justificada por la extensión de la cobertura WiFi que perseguimos. Afortunadamente, hay otra opción mucho más sencilla, que consiste en colocar el router en una posición central en la vivienda, intentando que esté más o menos a la misma distancia de los puntos más alejados y opuestos de la casa. De esta forma es menos probable que queden zonas sin cobertura. Si, además, lo colocamos en una zona elevada, lo más cerca del techo posible, y abierta (es una mala idea meterlo en un armario o un cajón), estaremos propiciando que el alcance de la señal inalámbrica sea mayor.
En la medida de lo posible nos interesa alejar nuestro router o punto de acceso inalámbrico de los dispositivos que pueden interferir con él con más intensidad, como hornos microondas o estaciones de conexión de teléfonos inalámbricos domésticos.
Como hemos visto, cabe la posibilidad de que el canal de comunicación que está utilizando nuestro router esté saturado si hay otras redes WiFi próximas que también usan el mismo canal. Una forma sencilla de averiguar cuál es y su estado consiste en utilizar una app de análisis de redes inalámbricas, como, por ejemplo, WiFi Analyzer, que está disponible para dispositivos Android, o Network Analyzer, para smartphones y tablets con iOS. Estas apps analizarán las redes inalámbricas próximas y nos indicarán qué canal está menos congestionado. Lo único que tendremos que hacer a continuación es acceder a la interfaz web de configuración de nuestro router y cambiar el canal por el que nos sugiere la app que hemos instalado en nuestro móvil. Si no estamos familiarizados con este proceso, que no es en absoluto difícil, podemos consultarlo en el manual del router. Debería indicarnos los pasos que debemos seguir con claridad.
Los consejos que os acabamos de proponer deberían ayudaros a extender el alcance de vuestra red WiFi, pero si después de aplicarlos no obtenéis el resultado que esperáis probablemente no os quedará más remedio que invertir en nuevo hardware. Una posibilidad es cambiar el router por uno más avanzado que sea capaz de garantizaros una cobertura óptima y un control preciso de vuestra red inalámbrica. En el artículo que enlazo aquí mismo os explicamos con detalle cómo podéis saber si el router que os ha ofrecido vuestra operadora está o no a la altura, y en este otro reportaje os ayudamos a encontrar un dispositivo Wi-Fi 6 a la última.
También es posible que ya tengáis un buen router y no queráis cambiarlo. En ese caso no os quedará más remedio que extender vuestra red WiFi utilizando alguna de las soluciones que nos proponen los fabricantes de equipos de comunicaciones, como son los repetidores inalámbricos o los dispositivos PLC, entre otras opciones. En el artículo que enlazo aquí mismo os explicamos en qué consisten estos equipos, cómo funcionan y cuál de ellos podría resolver mejor vuestras necesidades. Como veis, tenemos muchas soluciones a nuestro alcance para intentar que la experiencia que nos ofrece nuestra red WiFi sea óptima, por lo que merece la pena no tirar la toalla y probarlas hasta dar definitivamente en la diana.
Imagen de portada | Christina Morillo
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