Carol Danvers, a grito pelado, en plena redacción del Daily Bugle. Enfrente tiene a un vitriólico J.J. Jameson, acusándola de venderse a los supers por su portada de la revista que dirige, 'Woman', sobre 'Capitana Marvel'. Pero Danvers no es Peter Parker. Ni mucho menos. Le espeta al bigote más temido de la redacción lo siguiente:
"Antes de que me vaya, Jonah, tengo algo que enseñarte. Los datos de circulación de 'Woman' fresquitos del despacho de investigación. Según sus datos, 'Woman' es la revista más exitosa en debutar en Nueva York en una década. En resumen: es un éxito escandaloso, al rojo vivo y millonario… ¡Porque yo hice que lo fuera!"
Carol Danvers, coqueteando con James Rhodes, aka Máquina de Guerra, hasta que de pronto le confiesa a su amante, a media voz, algo que este no quiere oír: "Quiero, quiero ir al espacio". "¿Por cuánto tiempo?". "No lo sé."
Carol Danvers, frente a un atípico pelotón de la Segunda Guerra Mundial: un escuadrón de mujeres de armas pelar. Todas la miran con los ojos desorbitados, ojos llenos de terror. "Das miedo", una frase que Carol Danvers lleva escuchando mucho, mucho tiempo.
Carol Danvers, Capitana Marvel, es una mujer compleja; cuando le dejan. Nació de una convicción por parte de sus creadores de que se necesitaba, con urgencia, una superheroína. En un epílogo al primer número en solitario de Ms. Marvel —epílogo que podía haberse escrito perfectamente hoy pero que se firmó en 1977— Gerry Conway, su cocreador, dice lo siguiente:
"Para empezar, Ms. Marvel.
"No es la típica heroína (eso esperamos). Para empezar, a estas alturas, ni siquiera conoce su identidad secreta. Oh, sí, tiene habilidades que van mucho más allá de la mujeres mortales; pero su punto débil (si es que es un punto débil; no estoy seguro de que lo sea) es tan fuerte como su superfuerza, su séptimo sentido o su capacidad de volar. _No sabe quién es_.
"Ahora, si te paras a pensar esto por un momento, tal vez percibas un paralelismo entre su búsqueda de identidad y la moderna búsqueda de la mujer por elevar su consciencia, por auto-liberarse, por su identidad. Hasta cierto punto, es intencional. Ms. Marvel, al menos por su nombre si no lo es por más cosas, se inspira, en gran medida, en el movimiento de liberación de la mujer. No es una chica-Marvel. Es una mujer. No es una Miss o una Mrs. Es una Ms. Su propia persona. Es ella misma".
Creo que Conway, de una manera conmovedora, fue, desde los inicios del personaje, uno de los que mejores la entendió. Luego, Kelly Sue DeConnick fue quien la hizo volar; quien realmente esculpió a Carol Danvers como mujer más allá de los arquetipos. Pero en Conway estaba la semilla de lo que Danvers podía ser.
Sin embargo, y como sucede muchas veces en los tebeos, la historia del personaje no puede ser más atribulada. Su serie regular se ha reiniciado cinco veces. La última ocasión ha ocurrido este mismo año, que ha aprovechado el tirón del personaje en el cine para volver a relanzar un 'Captain Marvel #1'. Incluso en su etapa más brillante, la de DeConnick, Danvers volvió al número 1 a mitad de recorrido. Y sin embargo es un personaje fascinante, al que vamos a analizar como merece todo superhéroe.
Cómo es con antifaz, cómo es sin él, cuáles son sus poderes y las plumas y lápices que le han dado vida. Ms. Marvel, Capitana Marvel, Carol Danvers es la Superman de la Casa de las Ideas. El ente divino, pero muy humano, que sobrepasa en poder a cualquiera. Y también la mujer solitaria, aislada por su propia excepcionalidad, que vive en la testa de la Estatua de la Libertad con un gato llamado Chewie.
Danvers sin el antifaz
1968, casi diez años antes de debutar con su número uno. Carol Danvers es una vigilante de seguridad en un complejo militar secreto. Allí conoce a Walter Lawson, un brillante científico que no es más que el Clark Kent de un superhéroe de tremendo poder: el alienígena _kree_ Mar-Vell; también conocido como Capitán Marvel.
En el número 18 de la serie regular, sucede el acontecimiento que dará luz a Ms. Marvel. Un dispositivo _kree_ del archivillano de Mar-Vell, el también _kree_ coronel Yon-Rogg, explota. Su radiación provocará una mutación del ADN de Carol Danvers y un desdoblamiento de su psique: Danvers seguirá siendo su personalidad humana, pero Ms. Marvel será su personalidad independiente kree.
Me juego lo que sea a que Conway era un gran fan de Alfred Hitchcock. Sus dos primeros números parecen una versión de 'Recuerda' llevada al universo Marvel y con los roles cambiados. De hecho, Danvers visita a su propio psicólogo para tratar de descubrir, desde el diván, que le pasa en sus desfallecimientos. Y es este psicólogo, Mike Barnett, el primero en observar su fantástica transformación.
La mente quebrada de Danvers es, como tan bien entendió Conway, su gran punto a explotar como personaje. DeConnick lo entendió tan bien que en 'The Enemy Within' enfrentó a Danvers, directamente, con una enfermedad mental. Cómo se entremezcla su identidad cósmica con su realidad humana tiene siempre a Danvers arrinconada en un problema de identidad. Pero creo que solo DeConnick entendió cuán potente era en realidad este tema.
En la mejor historia que ha tenido el personaje hasta la fecha, con la que arrancó la etapa de DeConnick, Danvers viajaba en el tiempo hasta la Segunda Guerra Mundial para conocer la juventud de su mentora, la piloto Helen Cobb y revisitar el momento de su génesis. Esta secuencia, que revive esos últimos instantes antes del estallido del Psique-Magnetrón, fija los cimientos del carácter del personaje.
Carol Danvers observa la escena de su pasado y se pregunta si debe actuar y arriesgar el alterar su línea de tiempo, con imprevisibles consecuencias, o simplemente observar como una testigo pasiva. Danvers hace lo primero. Las páginas de esta paradoja temporal, que firma la española Emma Ríos, son probablemente las más brillantes de la historia del personaje.
Danvers tardó en ser personaje. Creo que si Conway hubiera seguido moldeando al personaje en esos primeros números, Danvers probablemente hubiera acelerado la definición de su carácter. Pero Chris Claremont, en mi opinión, estaba más centrado en hacer avanzar la trama y la acción y menos en dotar de hondura a una heroína tan atípica e interesante como Danvers.
Si en los dos primeros números (los de Conway) abundaban las conversaciones de mujeres (los diálogos con Mary Jane Watson), en los de Claremont se pasa al desfile de tortas, superpoderes y villanos. Incluso se cae en algún tópico contraproducente, como cuando pinta de coqueta a Danvers mirándose en el espejo para admirar su nuevo y provocativo traje. Algo que no casa para nada con la línea que había establecido Conway. Claro que para tópicos contraproducentes, la etapa más larga de un guionista con el personaje, la que firmó Brian Reed. Le daré cera a un momento vergonzoso que protagonizó en la sección de correo fan en el epígrafe de Plumillas y lápices.
En cualquier caso, es sin duda Sue DeConnick quien le da la carne y el alma. Después de leerla, uno puede decir cómo es la Danvers persona: impetuosa, irreflexiva, solitaria y romántica. Después de DeConnick, estos rasgos han quedado tan fijados en el personaje que en su nuevo recorrido ahora en 2019, se mantienen en la escritura de Kelly Thompson. Y en paralelo tenemos también 'Life of Captain Marvel' de Margareth Stohl, que contó el verdadero origen del personaje en cinco números con arte de Carlos Pacheco.
En el primer número de este nuevo arranque del personaje, Danvers tiene una divertida conversación con Tony Stark en el que manifiesta lo desconectada que está del mundo. Después de pasarse años como heroína cósmica, defendiendo la Tierra de las amenazas extraterrestres, Danvers se ve desubicada en este mundo de redes sociales y _marketing_ personal. Stark le convence, a duras penas, de que conceda una entrevista, porque hoy en día es imprescindible contar bien la historia de uno al público, ser transparente.
Danvers, aunque no acabe de encajar ni con el mundo ni consigo misma, no deja de ser ejemplo de virtudes allí donde decide desempeñarse. La primera página de este nuevo número uno de su serie en solitario lo resume admirablemente. Un juego de viñetas de 3x3 acompañadas de cartelas que enmarcan un solo substantivo: "Luchadora. Soldado. Héroe. Piloto. Capitana. Líder. Guerrera. Icono". Y, también, directora de la revista más exitosa de Nueva York.
Danvers con el antifaz
"Alguna vez has visto a una niña correr tan deprisa que se cae"
"Hay un instante, una fracción de segundo antes de que el mundo le vuelva a echar el lazo y la amarre… Un momento en el que vence cualquier duda y miedo que haya tenido sobre sí misma y vuela."
"En ese momento, todas las niñas vuelan."
Son, sin ninguna duda, las cartelas más bellas que se han escrito jamás sobre el personaje. Las firma, cómo no, Kelly Sue DeConnick, en el segundo número 1 que rubricó, a mitad de su camino con el personaje, y el inicio de la etapa más loca, brillante y desatada que haya vivido (y por desgracia seguramente vivirá) Carol Danvers. O, mejor dicho, su sosias de dorado, rojo y azul: Capitana Marvel.
Hay un hermanamiento del lado superheroico de Carol Danvers con el espacio. Se han dado cuenta todos los guionistas que han pasado por ella. Incluso durante su etapa de sexualización recalcitrante vivida en la pluma de Brian Reed, estos momentos de serena tristeza en el espacio, existen. Le dan un respiro a un personaje que siempre lucha con su psique, con sus miedos, con su naturaleza dual, con su aterrador poder.
En el que abre este epígrafe, que termina con Danvers volando lejos de la Tierra, de sus seres queridos, de su arraigo humano, la Capitana expresa este hermoso pensamiento que resume su necesidad de dar la espalda a lo que ama. De buscarse la nostalgia en la lejanía para sentir el arraigo que tan esquivo le es, la sensación de hogar.
"Y, tal vez, si vuelo lo suficientemente alto, seré capaz de darme la vuelta y mirar al mundo."
"Y ver en qué lugar encajo…"
La de Brian Reed, lo cortés no quita lo valiente, y a pesar de ese uniforme vergonzoso para enseñar cacho, tampoco está nada mal. Entre lágrimas, Carol Danvers saca las conclusiones contrarias y al mismo tiempo complementarias sobre su amor por el espacio.
"Es tan bello estar aquí. Tan sereno. Me hace querer gritar".
"Parte de lo que amo del espacio es que aquí no hay nadie más. Y cuando estás así de solo, te olvidas de que eres humana."
"Sí, el espacio es bello. Pero es también una excusa para huir".
Pero hay mucho más que poesía cuando Danvers echa a volar. Hay también, hablando en plata, hostias como panes. Los poderes de Danvers, son, como decíamos, comparables a los de un Superman. Colosales. Tanto los directos en el cuerpo a cuerpo como los indirectos.
Por ejemplo, en su primera etapa, la de Chris Claremont (ha envejecido reguleramente), su séptimo sentido (bastante olvidado en posteriores encarnaciones del personaje) le permite vaticinar que un camión escoltado por Visión va a provocar la muerte de 20 millones de personas. Danvers ve este suceso como un oráculo. No tiene el contexto. Pero percibe las emociones de esas muertes y la precipitación de la catástrofe.
En su combate con Visión ('Ms. Marvel #5. Day of the Doom Wagon'), trata de explicarle, sin éxito, estas predicciones que sus poderes le permiten tener. "¿No lo entiendes? Tengo un poder psíquico, un séptimo sentido. Sé que algo va a pasar". Visión —y hay que perdonarlo porque a Ms. Marvel no se le ocurrió nada mejor que tratar de parar el camión cruzándole un árbol en el camino— le replica: "Solo tengo tu palabra sobre eso". Y continúan con el pim-pam-pum.
Pero la parte que más se disfruta, al menos en mi caso, de los poderes de Danvers es cuando se pone a repartir estopa a ondas vitales de fotones. Y cuando utiliza inteligentes y kamikazes tácticas militares para sacar partido a una situación de inferioridad. En esto, en la pura acción, se puede decir que la Capitana no alcanza su verdadero potencial (como en casi todo lo demás) hasta que llega Kelly Sue DeConnick.
Por lo que dice una de sus editoras, Kelly Sue DeConnick tiene un pasado militar. Se nota; se nota muchísimo. Doy dos pinceladas de lo bien que orquesta las secuencias de acción. En el desenlace de 'Higher, Further, Faster, More' ('Captain Marvel #6') Danvers se enfrenta sola a una flota de naves espaciales y consigue ponerlas en jaque porque vuela entre el enjambre, obligando a que las naves no puedan usar toda su potencia de combate por miedo al fuego amigo.
La otra perla que quiero destacar pasa en la primera parte de 'The 7 Seconds Before You Die' ('Captain Marvel #12'). Marvel se ve atacada por una flota de piratas. Activa un escudo a espaldas de su nave, bien cargadito de energía. Y cuando tiene a los piratas a punto del abordaje espacial, ordena a Harrison (la IA de su nave) que gire el escudo a toda velocidad. Evidentemente, la nave en cuestión se va a paseo.
Pero al igual que disfruto de sus momentos estratégicos, creo que lo mejor de la Capitana está cuando se deja llevar por la pura destrucción. De hecho, creo que son estas secuencias de acción de Marvel desatada la que mejor definen al personaje. Precisamente por ese epíteto: desatada. Cuando Capitana Marvel tiene delante una amenaza con la que no tiene que medirse, es una plaga bíblica.
Vuelve a ser DeConnick quien más entiende hasta qué punto es abrumador el poder que puede desatar Danvers. Y cuando mejor funciona su acción (amén de con nuestra genial Emma Ríos) es con Dexter Soy. El arte rudo, pero trepidante de Roy, luce brutal en la doble splash-page. Especialmente, si hay robots de por medio. Contemplen, contemplen:
Plumillas y lápices
Toca hablar de los que están al otro lado, de los plumillas y lápices. 'Capitana Marvel' ha acusado las rotaciones en estos dos puestos esenciales. Le ha faltado continuidad en sus 107 números de la serie regular. Se ha reiniciado cinco veces (¡cinco veces!) para una numeración tan escasa. Es el gran talón de Aquiles que ha sufrido el personaje para cuajar una trayectoria contundente. Y cuando al fin había encontrado a su Homero, Kelly Sue DeConnick, su historia de amor, por más que maravillosa, se quedó en excesivamente breve.
Lo triste es que Kelly Sue no ha sido quien ha gozado de más números en compañía de Carol Danvers, un personaje que no se ha definido a sí misma hasta que ha pasado por su pluma. Fue Brian Reed quien la disfrutó por 50 números. Y es la peor etapa del personaje; porque ya no es solo que los arcos argumentales, en general, sean flojos. Es que Reeds se inventa a una Marvel completamente hueca que traiciona su propia esencia.
Lo primero es la sexualización. Vale que 2006 no es 2019, pero madre mía… Estamos en el territorio noventero más tetón y _pervert_ que se pueda imaginar. Y no es una mera reproducción que tenía el tebeo por entonces al dibujar mujeres. Es algo mucho más culpable. En una de las secciones de correo-fan, Brian Reed reproduce el siguiente mensaje de un lector:
"Si hicieras algún cambio [al ya exiguo traje de Capitana Marvel], no me importaría que le enseñarais un poco más el culo, tal cual la dibujó [Frank] Cho en 'Los Vengadores'. Y si lo hicierais un tanga, tampoco me importaría".
Brian Reed respondió su siguiente. De veras, estas son las palabras de un guionista de Carol Danvers:
"A Gregg le gusta el culo de su heroína, no puede negarlo. Hablando de Frank Cho, nunca me había topado con él antes de la Comic-Con. Me presenté y le agradecí las portadas que me había hecho para el cómic. Chocamos los cinco y sus primeras palabras para mí fueron: "Ey, encantado de conocerte. ¡Le tienes que decir a De La Torre [Roberto, el artista de Ms. Marvel por aquel entonces] que empiece a dibujarle las tetas más grandes!". Todo lo que habéis oído sobre Frank Cho es verdad."
Huelga hacer más comentarios. Asco; y poco más.
Vayamos a los pioneros. Ya he comentado lo mucho que disfruté ese primer editorial de Gerry Conway, en el que además hacía una defensa magnífica de por qué un escritor puede escribir sobre mujeres (spoiler: por lo mismo que una mujer puede escribir sobre hombres). Pero Conway solo se quedó un par de números y le dio el testigo a Chris Claremont.
Aquí entro en lo puramente personal. Creo que Claremont no entendió para nada al personaje. Para nada. Lo convirtió en un héroe más; apenas sí profundizó en la faceta aguerrida periodista y además le añadió algunos detalles muy de chica que no casan con Carol Danvers. Se nota una diferencia muy grande entre la Danvers de Conway y la Danvers de Claremont.
Además, otro error en el que creo que cae Claremont es en no aprovechar como es debido la amnesia del personaje. Se la despacha muy pronto y con muy poco fuelle y se lanza a partir de entonces a los típicos cómics de Marvel de la Edad de Bronce. El siguiente villano, por favor. Y además incurre en ese traje sexualizado que luego llevará a sus límites (físicos y morales) Brian Reed. Vamos, que si Conway hubiera seguido, me juego el brazo a que la transición entre lo que hizo DeConnick y los demás no sería tan abrupta.
Aunque las portadas sexualizadas de Claremont se quedan en juego de niños en comparación a la historia que se les ocurrió contar al guionista David Michelinie y Jim Shooter allá por 1980. La atrocidad se cometió en el número 200 de 'Los Vengadores', fuera de la serie regular de 'Ms Marvel'.
Básicamente, por resumirlo en una frase: Carol Danvers fue violada por su hijo, gozó su violación y dio a luz a su violador. Sé que suena imposible de creer; pero es así. Por fortuna, hay artículos que detallan este episodio oscuro Marvel, del que el propio Claremont abominó y dio buena cuenta, pues a posteriori él escribe a una Danvers ultrajada que acusa al resto de 'Los Vengadores' de haber celebrado un embarazo que surgió de una violación.
Sobre los artistas de la etapa Claremont y la etapa Reed no tengo mucho que decir. Hay alguna página de mérito, pero en general no es un dibujo, en ninguno de los dos casos, que destaque por encima de la época en la que se inscriben.
Y luego llegamos de Kelly Sue DeConnick. Y aquí cambia, como hemos venido anticipando, todo. De hecho, lo que hemos visto este fin de semana en el cine, en sus mayores aciertos, e incluso hasta en sus mejores líneas de diálogo, es cosa suya. Ya no solo porque sea consultora de la cinta, si no porque Feige y sus colaboradores han saqueado, para bien, sus múltiples ideas que han definido al fin al personaje.
Pero como de Kelly Sue ya hemos hablado (y vamos a hablar) en otros epígrafes, le quiero dedicar unas líneas a sus artistas. En la cruz, la inconsistencia que han tenido sus 28 números con el personaje. Ha cambiado mucho, demasiado. Hasta la segunda etapa (quince números), marcada por una cuasi continuidad del español David López, el tebeo no dejó de dar bandazos en los lápices.
Pero hay una cara de esos bandazos; que los artistas que aterrizaban efímeramente en 'Capitana Marvel' eran brutales. De Emma Ríos, poco se puede decir ya que no se haya dicho; a ella se le deben las dos mejores páginas de este personaje; ese espectacular desenlace del primer gran arco de 'Captain Marvel' (#1-6). Dexter Coy, el más longevo de los primeros 14 números, me encanta porque me recuerda muchísimo a ese arte agresivo, prolijo en aristas y en negros, de Yoji Shinkawa, el inseparable de Hideo Kojima. Y Filipo Andrade lo llevó todo a un terreno más onírico y expresionista que tal vez no sea el arte que mejor encaje, a priori, con la épica del personaje; pero es tan bello que te lo tragas.
Aun así, creo que es el tándem DeConnick-López, con un color maravilloso de Lee Loughridge, el que estaba destinado a perdurar. Pero fueron solo 15 números: 15 inolvidables y efímeros números. Y ni siquiera, porque en el #7 y #8 Mike Takara sustituyó a López. Así que 13, mal número donde los haya. Y, a la vez, el mejor número para Carol Danvers.
15 números inolvidables
Os dije que el gato, Goose, de la peli es inolvidable, ¿verdad? Bueno, pues ese mismo gato, bajo el nombre de Chewie , se le debe a la imaginación efervescente de Kelly Sue DeConnick. Y en el tebeo es igual o más loco que en la película.
Vean, vean.
El gato _alien_ de Carol Danvers es solo una de las miles de ocurrencias que albergan estos 15 números, en los que un artista (el canario David López) firma la etapa más consistente, loca y divertida que ha tenido el personaje en más de cuatro décadas de historia. Es un auténtico _tour de force_ imaginativo que solo resulta agridulce porque da la sensación que DeConnick estaba flexionando los músculos, preparándose para vuelos aún mayores.
Todo comienza con una metáfora, la del final del primer número de este nuevo reinicio del personaje. Tras hablar con su amante James Rhodes y confesarle que quiere perder de vista a la Tierrra por un tiempo , Danvers se lanza al cielo en el monólogo que comentábamos hace un par de epígrafes. Recordemos cómo termina: "Y, tal vez, si vuelo lo suficientemente alto, seré capaz de darme la vuelta y mirar al mundo.Y ver en qué lugar encajo…"
Los 14 números que siguen es un llevar a la práctica ese propósito: volar muy, muy, muy alto. Hay de todo en estos 14 números: piratas espaciales, cientos de gatos-aliens , una versión extraña de 'Un cuento de navidad de Dickens' y hasta un capítulo enteramente en verso. Por no hablar de que los compañeros de viaje de Carol Danvers son una IA llamada Harrison y un gato llamado Chewie. Es uno de los grandes hitos del cómic contemporáneo esta traca de fantasía desbordante que ofrece Kelly Sue DeConnick, maravillosamente ilustrada por López. Es, me atrevo a decirlo, una etapa clásica con imágenes inolvidables.
Es además la etapa que más ha moldeado al personaje que vemos en la gran pantalla. Ya no solo por el chiste de Goose, sino porque demuestra la flexibilidad del personaje. Normalmente, un héroe de Marvel encaja en un determinado molde genérico: lo mágico, la ciencia ficción, lo realista, lo fantasioso, etcétera, etcétera. Danvers puede encajar, con naturalidad, en cualquier tipo de historia. Su origen híbrido, su naturaleza humana y _kree_, permite que la imaginación del autor vuele adonde le dé la gana. No hay límites. Por eso la película es tantas cosas al mismo tiempo ; porque Kelly Sue demostró que Danvers podía ser, literalmente, lo que quisiera.
Quiero cerrar este epígrafe con una imagen que me parece fascinante, por cerrar tan bien la vertiente fantasiosa y realista de Danvers en una _splash-page_. Está bajo estas líneas. La que mira es Tracy Burke, la periodista veterana que asumía la dirección de la revista 'Woman' durante las ausencias de su heroica jefa. La segunda, la observada, es Carol Danvers; por una vez, el espíritu de la Navidad. Cierra el número #100 del personaje de manera inolvidable.
¿Quién es Kamala Khan?
Cierro con un recordatorio de algo que ha dejado caer Kevin Fiege: "Estamos trabajando en Ms. Marvel, nuestra heroína musulmana inspirada por Capitana Marvel. Tenemos planes para ella una vez que presentemos a Carol Danvers."
Prepárense, porque Kamala Kahn, esa heroína musulmana de la que habla Fiege, dará para otro extenso repaso como el que nos ocupa. Lo haré con el mayor de los placeres. Me despido con una página de su primer episodio que siempre me ha encandilado. Una promesa de que seguiremos hablando, y con suerte no dejaremos de hablar, de las damas Marvel.
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