En menos de tres meses, la mitad de la población de Londres, un millón de personas, había cruzado el Támesis por debajo. Hablamos del Londres de 1843, donde usar el primer túnel bajo un río costaba un penique.
Esa popular obra de ingeniería civil se había convertido en una atracción para la población pero lo verdaderamente extraordinario había arrancado 20 años antes con el inicio de las obras y el uso por primera vez de una tuneladora. Humana.
La primera tuneladora de la historia era rectangular
Cuando citamos tuneladoras para grandes obras de ingeniería nos vienen a la mente gigantescas máquinas de más de 5000 toneladas de peso y cerca de 200 metros de longitud. Son las llamadas Tunnel Boring Machine y su destino es hacer historia excavando túneles para carreteras, líneas de ferrocarril o redes de metro.
La considerada como primera tuneladora fue usada en la construcción de un túnel de 400 metros bajo el río Támesis. Se trataba de una obra necesaria para poder realizar el transporte de mercancías y ciudadanos de una orilla a otra del río sin interrumpir el tráfico de grandes cargueros, que a diario sumaban más de 3000.
Era la primera vez que se planteaba una obra de esta envergadura bajo un río. Desprendimientos o inundaciones eran peligros que se tenían que salvar durante la construcción, y para ello era necesario proteger a los trabajadores.
En 1818, siete años antes del inicio de las obras del túnel bajo el Támesis, el ingeniero francés Marc Isambard Brunel había patentado una estructura de protección con forma rectangular. Era la primera de su clase y el trabajo lo realizó junto a Lord Cochrane.
El diseño patentado encajaba perfectamente con las necesidades de esa primera obra de un túnel bajo un río. Fue por ello considerada como la primera tuneladora pese a que la máquina ideada por Brunel no era realmente una tuneladora completa.
Su diseño estaba centrado en proteger a los mineros que se encargaban de horadar el túnel bajo el río. Y pese a ello, durante la obra se sucedieron varios incidentes que acabaron la vida de seis operarios. Estas situaciones, junto con problemas económicos por el alto coste de la obra, alargaron la construcción durante 18 años.
La tuneladora de Brunel estaba construida en hierro y se componía de tres niveles, cada uno de ellos con doce secciones. Dentro, los operarios realizaban las tareas de excavación y extracción del material, a mano y relevándose los equipos cada cuatro horas.
En los siguientes grandes proyectos de ingeniería bajo ríos siguieron usándose tuneladoras humanas. Pero con una diferencia: ya ninguna fue diseñada con un formato rectangular sino cilíndrico, patente que ya usó James Henry Greathead para los primeros túneles del metro de Londres que pasaban bajo el río.
Imágenes | Brunel Museum.
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