Una de los mayores placeres fotográficos del mundo es hacer un buen retrato, porque sabes que eres el único que lo ha podido hacer en ese momento. Y no es fácil conseguirlo, porque hay muchas cosas de las que hay que estar pendientes. La luz, la empatía entre los dos implicados, la técnica, el momento, el objetivo elegido, el revelado, el fondo... Aquí vamos a ver cómo conseguir un buen trabajo cuando nos dicen 'Hazme una foto'.
La ciencia del retrato fotográfico
Un retrato es la representación de una persona. Ni más ni menos. Y es el resultado del trabajo de, al menos, dos personas, a no ser que seas fotógrafo de un gran estudio y tengas decenas de ayudantes para conseguir el disparo.
Y lo mejor de todo es que muchas veces no hace falta ver su rostro. Uno de los mejores retratos que he visto nunca de Pelé, el mítico futbolista, solo nos enseñaba sus pies, su herramienta principal de trabajo. Es obra de Annie Leibovitz.
Es una comunión perfecta, un robo al tiempo, y si está bien hecho, puedes descubrir cómo es la persona que aparece, y si me apuras, cómo es el fotógrafo que la hace. Y da igual la cámara o los flashes que utilices. Una de las cámaras de Richard Avedon era la Rolleiflex, y nadie, con ella en las manos, lo hace igual que él.
Si el retrato es bueno, veremos la personalidad del retratado, como ya vimos con Velázquez y su retrato del papa Inocencio X o con Goya y cualquiera de sus obras maestras. No es obligatorio. De hecho, pocas veces encontramos la personalidad del modelo en el arte. Solo a partir del siglo XIX, cuando se presentó la fotografía, empezó a importar la psicología del personaje más allá del estereotipo.
Los maestros trabajan de muchas formas. Algunos improvisan en el momento, como Cartier Bresson; otros agotan al modelo hasta límites insospechados, como Richard Avedon; y algunos solo buscaban complicar la vida lo menos posible, como Irving Penn.
No voy a engañar, no existe el truco secreto y milagroso para conseguir el mejor retrato, ni la cámara o el móvil ideal para lograrlo. Depende de muchas cosas que vamos a ver ahora. Igual a ti no te sirve ninguna, o aprovechas todas las que hay. Así que te invitamos a leer todo lo que viene a continuación con mucha cautela y a probarlo hasta dar con tu "combinación mágica".
No hay que creer en todo lo que nos dicen cuando hacemos un retrato
Así que hay que desconfiar de esos artículos donde aseguran conocer los secretos del retrato, los pasos para conseguir el mejor resultado posible. Depende, en primer lugar, de nosotros mismos, y de tantas cosas que es imposible conocer las claves.
Lo mejor es resumir todo lo que nos han enseñado los maestros para escoger el camino que queremos seguir. Al final ser bueno o no en esta especialidad depende, sobre todo, de cada uno de nosotros. Puede que no tengas ni idea de hacer fotos, que todo lo hagas con los automatismos del móvil. Pero tienes algo en tu mirar que te hace prometedor.
Los fotógrafos se enfrentan a su modelo de distintas formas. Y nosotros tenemos que saber elegir cuál es la que mejor podemos interpretar. No puedes ser impetuoso con la cámara si pides permiso para todo, por ejemplo.
No tiene sentido decir que tienes que iluminar la escena con tres luces si en tu vida has usado un flash. Ni decir que si no trabajas en estudio con una cámara de banco no llegarás a ningún sitio. O que es fundamental hablar con el modelo cuando por tu forma de ser no lo necesitas o no te sale de dentro.
Hacer un buen retrato no depende de la técnica, sino de cómo seas. Esta es la verdad que muchas veces nos ocultan bajo datos y más datos técnicos, y sobre todo en la fotografía de retrato. De todas formas siempre viene bien conocer unos cuántos consejos técnicos para empezar, solo para hacer tus primeros pinitos.
Son para eso, para empezar. Si te limitas a hacer siempre lo mismo en el retrato puedes encasillarte... En las primeras pruebas conviene arriesgar poco, pero enseguida tienes que hacer lo que necesitas, no lo que te dicen:
Consejos técnicos para hacer retratos
No puedes pensar en hacer alta cocina si no sabes freir un huevo o hacer un buen filete a la plancha. Es imprescindible conocer la técnica para poder pensar sin ataduras en cosas nuevas:
- Dispara siempre con el ISO más bajo que puedas en función de la luz que tengas a tu disposición.
- Es importante congelar el movimiento y lograr la máxima nitidez posible. Intenta que el tiempo de obturación sea lo más rápido posible.
- Si el tiempo de obturación es muy bajo, cuenta con el apoyo de un trípode para lograrlo. Resta dinamismo pero te ayuda a componer. Y pide al modelo que no se mueva mucho.
- Olvídate del objetivo apropiado para el retrato. No existe. Lo importante es la distancia entre el modelo y la cámara. Con un angular puedes sacar a tu modelo integrado con el entorno. Eso sí, no te acerques si no quieres sufrir los efectos de la óptica. Un teleobjetivo te permite cerrar el encuadre en el rostro.
- A la hora de componer olvídate de las reglas. Tienes que conseguir que el sujeto sea lo más importante. Y que todo lo que le rodea no distraiga al espectador.
Consejos conceptuales para un buen retrato
Os puedo dar los consejos que a mí me funcionan, pero por lo que acabo de contar, hacer un buen retrato depende de otras cosas que no se pueden enseñar y que intento resumir a continuación:
- La comunicación con el modelo es fundamental. Algunos prefieren dar toda la información, otros son más distantes y no hablan nada o poco con él. En mi caso particular, necesito conocer a la persona. Me gusta hablar con ella antes de disparar, ver lo que ha hecho o simplemente tomar un café para tener empatía, o no, y fotografiar en consecuencia.
- Nunca estreno una cámara cuando fotografío a alguien. Tengo que conocerla a la perfección para olvidarme de ella durante la sesión. Y en función de lo que quiero hacer disparo con un objetivo u otro. Lo importante es respetar siempre la distancia en función de la focal. A no ser que quiera deformar al sujeto, nunca me acercaré a él con un 35 mm. Y si quiero un primer plano siempre utilizo un 90 mm, en concreto un Tamrom.
- Respecto a la iluminación, siempre huyo de las complicaciones técnicas. Posar es muy difícil para la mayoría de las personas y si tiene que estar rodeado de decenas de luces se puede perder. Por este motivo siempre trabajo con luz natural o a lo sumo con un flash. Y la clave, cuánto más potente, más sencillo será el esquema de iluminación. Todo es mejor con un 500w, de verdad.
- Es muy difícil dirigir la pose a una persona que no sabe. Para mí el secreto es crear buen ambiente para que se relaje y corregir mínimamente la posición. Por este motivo es importante conocer bien a quién vas a retratar, así sabrás qué es lo que tienes que decirle. O si es bueno enseñarle las fotos durante la sesión.
- Y ante todo, no llegar a la sesión sin nada previsto. Es lo peor que puedes hacer. A lo mejor no funciona cuando empiezas, pero al menos arrancas con algo que dé confianza al modelo. Tienes que dar seguridad, es algo fundamental.
Anécdotas de un retratero
Siempre cuento una anécdota de una sesión de retrato. La revista para la que trabajaba consiguió una entrevista con el actor argentino Federico Luppi. Como le admiraba muchísimo, quise hacer algo original con él. Ni corto ni perezoso me llevé un espejo para que posara con él en medio de la Gran Vía de Madrid. Un actor siempre es el reflejo del que representa.
Así que cuando empezó la entrevista me di cuenta de que no se me iba a caer el mito y de que estaba ante una persona única. Al finalizar las preguntas llegó mi turno. Y le conté mi idea de la sesión. Lo mejor de todo es que me contestó que sí, pero tenía miedo de que la gente pensara que era un presumido por mirarse en el espejo.
Le expliqué que solo quería ver cómo se desdoblaba en otro a través del espejo, como si fuera un personaje de la novela de Carroll. Y con todo el entusiasmo del mundo posó con él por la Gran Vía. Esa fotografía fue portada de la revista. Y no tuve que llevar iluminación ni nada. Diafragma abierto, focal larga y todo el tiempo del mundo con un gran actor que al final me dio las gracias. El original se perdió, eso sí.
La historia de la fotografía de Iker Casillas es distinta. Nunca había fotografiado a una estrella del deporte. Y de repente me dicen que tengo que ir al entrenamiento del Real Madrid para fotografiar a uno de sus 'galácticos'.
En este caso teníamos bastante presupuesto y tiempo. Pero todo se torció al llegar. La sesión se haría después del entrenamiento y la entrevista en primer lugar. No recuerdo el tiempo que esperamos, pero me dio tiempo a ponerme nervioso.
De repente empezaron a salir por una puerta los jugadores de aquella época: Ronaldo, Figo, el gran Zinedine Zidane, etc. Yo me sentí como en Barcelona en 1992 cuando vi al Dream Team pasar a mi lado. Pequeño, muy pequeño. Y de repente apareció Casillas.
La cámara hizo de escudo. Es la mejor herramienta para no ponerse nervioso. Y como él dijo, era un chico de barrio que quedaba con sus amigos para tomar pipas en el banco del parque. Así que le propuse algo que le encantó. Le hablé de la foto de Pelé. Y que quería hacer lo mismo con sus manos de portero. Estaba agotado pero creo que lo agradeció bastante.
Un flash de 500w a la izquierda con un gran paraguas traslúcido y listo. Enséñame las manos y mírame. Clic.
Siempre voy ligero de equipo. No necesito ayudante para mover un equipo mínimo que me permite cambiar cualquier cosa en un instante. Os aseguro que es algo que agradece todo el mundo. La rapidez y la eficacia siempre viene bien. Así que la próxima vez que os enfrentéis a un retrato no os escudéis en el equipo, y no olvidéis nunca todo lo que habéis aprendido de vosotros a lo largo de los años.
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