El diafragma es uno de los tres lados del triángulo de exposición. Sirve para controlar cuánta luz llega hasta el sensor. Se mide en números f y controla la profundidad de campo de nuestras fotografías, es decir, las zonas nítidas de nuestro disparo. Y si lo sabemos aprovechar, nuestras fotografías cambian.
Los móviles están cambiando la técnica fotográfica. Para empezar solo tienen un diafragma, por lo que todo lo que vamos a decir aquí solo se puede aplicar con las cámaras sin espejo, réflex y demás que encontramos en el mercado. El diafragma permite jugar con la profundidad de campo y con la nitidez. Vamos a conocer todos sus secretos.
Antes de saber cómo utilizarlo, vamos a explicar con detenimiento qué es exactamente, cómo funciona y cómo los móviles han sido capaces de prescindir de él (y de paso recordar que no es algo tan novedoso).
El diafragma y sus propiedades
Sirve para regular la cantidad de luz que llega al sensor. Hoy en día es un mecanismo en forma de iris -que se abre y cierra- que encontramos en el interior de los objetivos. En los primeros tiempos de la fotografía trabajaban con los diafragmas Waterhouse, que eran sencillas placas metálicas con pequeños agujeros.
Los objetivos más preciados son los que tienen mayor número de palas para conseguir el iris, el diámetro, más circular posible y que tanto influye tanto en el bokeh (que es la calidad de las zonas desenfocadas) como en la difracción que veremos más adelante.
¿Y sabéis de dónde viene esa escala que nos resulta tan rara a los de Letras? La mejor respuesta la encontramos en los antiguos libros de fotografía, en concreto en la 4ª edición de 'Fotografía básica. Iniciación a la fotografía profesional' de M. J. Langford:
Cuanto mayor es el número f, menor será el haz luminosos que penetrará en el objetivo, y menos luminosa la imagen que se formará. Necesitamos ahora una serie útil de trabajo de los números f con los cuales indicar el control de la abertura. La elección evidente será esta serie: f1; 2; 4; 8; 16; 32... La desventaja está en que cada cambio implica reducir a la mitad la abertura efectiva, y según vimos, cada vez que se reduce el diámetro a la mitad, se reduce asimismo la iluminación a una cuarta parte... Desde el el punto de vista fotográfico resultaría más útil disponer de una escala para poder reducir la iluminación a la mitad. Esto puede hacerse añadiendo más números f a la escala, en posiciones intermedias. En lugar de una progresión de dos veces, podemos aumentar cada número f por la raíz cuadrada de dos, que es igual a 1,4. De este modo, la escala se completa con: f1; 1,4; 2; 2,8; 4; 5,6; 8; 11; 16; 22; 32...
Esta es la explicación para una de las pesadillas recurrentes de los estudiantes de fotografía, y por lo que hay que acudir siempre a las reglas mnemotécnicas como: Número pequeño, mucha luz; número grande, poca luz. Y gracias a la raíz cuadrada de 2, cualquier objetivo con un diafragma f11 dejará pasar la misma cantidad de información.
¿Para qué sirve el diafragma?
Además de dejar pasar más o menos luz, su función principal es controlar la profundidad de campo, y de nuevo tenemos que acudir a las reglas mnemotécnicas: 'Número pequeño, poca profundidad; número grande, mucha profundidad'.
Así podemos controlar la nitidez de nuestras fotografías. Si queremos que salga nítido desde la hierba que pisamos hasta el fondo de las montañas, tenemos que poner un diafragma cerrado, un f11. Pero si queremos aislar un rostro, debemos hacer lo contrario, que es abrir el diafragma, como un f4.
Con el control de la luz y de la profundidad de campo tenemos muchas posibilidades. En primer lugar, conseguir una exposición perfecta con el control absoluto del triángulo de exposición, en el que contamos con tres posibilidades para conseguir un histograma perfecto, que toque ambos extremos y nos permita una reproducción perfecta de las luces, las sombras y los medios tonos, en función de la luz existente.
En segundo lugar, nos permite ser creativos a la hora de elegir la profundidad de campo. No es lo mismo enfocar todo el campo que dejar nítido solo una parte. El mensaje final será totalmente distinto.
El único problema es que si nos vamos a los extremos que nos ofrece el objetivo, aparecen tres problemas que pueden ser más o menos graves en función de la calidad del objetivo y su relación con el sensor de la cámara.
Así de sencillo. Un diafragma f2 tiene menos profundidad de campo que un diafragma f8. Solo tenemos que ajustar un extremo u otro. Pero no es así. Abrir mucho el diafragma, dejar pasar mucha luz, tiene sus consecuencias. Y cerrarlo mucho, ajustar un diafragma con un número grande, provoca otros problemas.
La difracción, la pérdida de nitidez y el viñeteado
Para entender estos problemas, tenemos que entender cómo pasa la luz a través de las lentes de los objetivos y cómo influye el diafragma.
Si ponemos un diafragma abierto, el máximo del objetivo, la luz llegará desde todo el diámetro de la lente frontal, que es curva. La luz, que se trasmite siempre en línea recta, tiene que cambiar de dirección al golpear en el plano convergente de la lente. Luego la luz que llega desde los extremos recorre más distancia que las que pasan por el centro. Por este motivo solo vemos una parte enfocada.
Con el diafragma cerrado, solo aprovechamos la parte central de la lente, y la luz recorre ahora, más o menos, la misma distancia. Y por eso aumenta la profundidad de campo.
Si todo fuera tan sencillo sería maravilloso, pero surgen los problemas:
- Al abrir el diafragma tenemos más viñeteado, por la mayor distancia que recorre la luz en las esquinas y menos nitidez, por el tamaño de la abertura.
- Al cerrarlo veremos la difracción. Al pasar la luz por una abertura tan pequeña, los rayos de luz que rozan el diafragma distorsionan la luz y perdemos nitidez.
Estos problemas se pueden resolver con buenos diseños ópticos y sobre todo a través del software. Pero es mejor no jugársela si no es necesario. Lo más aconsejable es utilizar siempre los diafragmas medios, con el fin de lograr la máxima calidad posible.
Pero lo más importante es tener la fotografía que quieres, así que nos toca arriesgar o apostar por los mejores objetivos que nos podamos permitir, antes que por una cámara más cara.
El problema de la fotografía móvil y el diafragma
Todos estos juegos que hemos visto aquí son imposibles de aplicar en la fotografía móvil. Salvo excepciones, el diafragma es fijo en los teléfonos. Por dos motivos, para compensar el pequeño tamaño de los sensores y para evitar un elemento más que aumentaría el grosor del terminal.
No queda más remedio que acudir sí o sí a la fotografía computacional y olvidarse de las leyes de la óptica. El diafragma es abierto, pero por el pequeño tamaño de los sensores, tenemos una buena profundidad de campo. Si queremos aislar a una persona solo podremos hacerlo con un filtro u efecto posterior.
En este sentido, los móviles son como las primeras cámaras que salieron al mercado. Un diafragma fijo y listo. Solo se podía fotografiar con buena luz. Para muchos puede ser una limitación, pero no podemos olvidar que Stephen Shore hizo maravillas con su cámara de Mickey Mouse.
Seguramente, con el tiempo, y con el mayor tamaño de los sensores, los móviles tendrán diafragmas y la fotografía computacional será un recurso más, no la única opción. Así que no conviene olvidar todo lo que hemos leído aquí para que no nos pille en el futuro por sorpresa.
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