Luz, color y encuadre son los tres elementos básicos cuando hablamos de fotografía. Puedes hacer fotografías en color y ajustarlo, editarlo o convertirlo en un elemento creativo muy importante incluso si trabajas en blanco y negro. Para profundizar más sobre este tema, hoy damos un profundo repaso a la Teoría del Color y os proponemos consejos para experimentar con el color y sacarle todo el partido en nuestras fotos.
Las longitudes de onda, el fenómeno físico tras el color
El fenómeno físico de la luz y los colores tiene mucho que ver con su longitud de onda. La luz es la radiación electromagnética que nuestros ojos son capaces de ver; a este ‘espectro visible’ es a lo que llamamos luz. Existen radiaciones electromagnéticas que no podemos ver, como los Rayos X, las Ondas Microondas o las Ondas Wi-Fi.
En el caso de las radiaciones electromagnéticas, nuestros ojos tan sólo pueden ver entre los 400 y los 700 nanómetros, un abanico limitado si tenemos en cuenta que las ondas más largas llegan a los 10km y las más cortas y potentes como los Rayos Cósmicos tienen una lnogitud de 10 picómetros, es decir, una billonésima parte de un metro.
La fotografía en color
Pongamos como soporte la fotografía en color para verlo en un plano más práctico. Cuando la luz ilumina la cara de una persona a la que vamos a fotografiar, esa luz rebota hacia una superficie sensible, que es el sensor. Esa luz que llega al sensor queda grabada representando tanto la luminancia (la cantidad de fotones) de la imagen como el color de la toma (la longitud de onda en la que vemos esos fotones), componiendo una fotografía en color.
En el caso que nos ocupa, ha sido la inclusión del color en la fotografía el punto a partir del que los fotógrafos nos hemos interesado por usarlo como un elemento compositivo y artístico más. Una imagen con el mismo encuadre puede cambiar radicalmente su impacto en el espectador dependiendo de su color.
Esto nos lleva irremediablemente a que en campos como la pintura, el diseño o la fotografía se hayan designado combinaciones de colores óptimas para llamar poderosamente la atención del espectador. Esto ya lo sabían pintores como Johannes Vermeer, que empleaban y hacían traer de donde fuese preciso unos carísimos pigmentos que dotaban de un sutil magnetismo a sus obras.
Fue en 1809 cuando por primera vez, Goethe propuso la Teoría de los Colores en base a las investigaciones de Isaac Newton, empleando para ello un primitivo círculo cromático que poco a poco se ha ido desarrollando hasta la creación de lo que hoy conocemos como ‘espacios de color’.
Teoría del color
La Teoría del Color es el sistema más empleado por cualquier tipo de ordenador para clasificar sus colores y hacerlos accesibles al usuario. Esta teoría también da los primeros pasos en la psicología del color, que supuestamente dota a cada color o combinaciones de colores ciertas sensaciones y sentimientos, una percepción que dura hasta nuestros días y parece funcionar aunque los hay muy escépticos que no creen que la psicología del color tenga un impacto real en el espectador.
Con esta teoría se sientan las bases de lo que conocemos como colores primarios y secundarios, atendiendo a las diferencias entre los diferentes colores no solo en su pigmentación sino de forma simbólica, como por ejemplo la contraposición entre rojo y azul para representar una dualidad.
En nuestras fotografías, los colores juegan un papel importante porque son la primera información que el espectador recibe y porque definen el carácter de nuestras imágenes.
Colores primarios y secundarios.
En cuanto a los colores primarios y secundarios y hablando siempre de mezclas aditivas que son las que corresponden a la luz, encontramos como primarios el RGB que son el rojo, el verde y el azul. Combinándolos tres, tendremos luz blanca. En el caso de los colores secundarios, éstos son el cian, el magenta y el amarillo.
Si hablamos de mezclas sustractivas que es el tipo de mezcla que emplean las impresoras para imprimir, los primarios son el CMYK, que son el cian, el magenta y el amarillo. Combinándolos se convierten en negro. En CMYK, los secundarios son el rojo, el azul y el verde.
Contando con los primarios y los secundarios, podemos optar por combinaciones como el rojo y el azul, amarillo y azul o rojo y cian. A pesar de que son las combinaciones más simples, también son las que mejor entran por el ojo y las más clásicas.
Sacando contraste con los colores complementarios
Los colores complementarios suelen ser los más interesantes, y se forman con un primario y un secundario que sea la combinación de los dos restantes (o un terciario que sea la combinación de los dos secundarios restantes).
En RGB, por ejemplo, si cogemos el rojo, su complementario será el secundario del verde y el azul, que es el cyan. En el caso de colores CMYK, el complementario del amarillo resultaría de la mezcla entre cian y magenta, que es el morado.
Si prestamos atención a la luminancia propia del color, podremos deducir que el color es una variable importantísima incluso si trabajamos en blanco y negro, ya que cada color quedará representado con un tono en la escala de grises. Mientras que un amarillo o un color pastel se acercará al blanco, colores como el morado intenso se comportarán prácticamente como negros. En ambos casos, hacer uso de estas combinaciones ayudan a que el contraste en la imagen aumente considerablemente y capte mejor la atención.
De entre todas las técnicas que menciono aquí, personalmente creo que el uso de colores complementarios para crear contrastes es uno de los mejores métodos para iniciarnos y mejorar la toma fotografías en color.
Homogeneizando la escena con colores análogos
En el caso de los análogos, hablamos de una paleta de colores de la misma tonalidad que resultará en una homogeneidad en la fotografía. Por eso, combinar colores de la misma gama siempre quedará bien pero, al contrario que con los complementarios, la fotografía carecerá de puntos de atención y quedará poco contrastada . De la misma forma, si combinamos púrpuras, morados y azules, estamos haciendo uso de colores análogos a costa de limitar el impacto visual que ofrecemos en la imagen, al contrario que si usamos morado y amarillo.
La psicología del color
El concepto de psicología del color ya lo mencionó Goethe en su Teoría del Color y se ha desarrollado más allá de que el rojo puede parecernos un color más activo que el azul, o que el amarillo sea el color de la desconfianza. La psicóloga Eva Heller llegó a establecer una amplísima tabla de colores psicológicos en el que determina exactamente los colores que representan conceptos metafísicos como la eternidad, la deportividad o la magia.
Es por esto que, si bien muchos no descartaríamos la relación de los colores primarios y secundarios con ciertas sensaciones, personalmente me resulta inútil intentar encontrar un simbolismo diferente entre el rojo coral y el rojo frambuesa, por ejemplo.
El simbolismo de los colores es siempre una decisión personal que no debe sujetarse a las convenciones sociales o culturales, sino al simbolismo que personalmente le demos. Por poner un ejemplo, si el verde para muchos es vida y naturaleza, para Lorca fue el color de la muerte. La idea no es tanto hacer uso de los símbolos que todos conocen sino llegar a crear los nuestros propios a través de la experimentación y la investigación para encontrar nuestro estilo a través del color de nuestras fotografías.
Cómo jugar con el color en la composición
En una imagen hay ciertos factores que debemos tener en cuenta a la hora de lograr una composición efectiva, una situación donde el color juega un papel fundamental para añadir peso visual a nuestros trabajos.
Dos elementos a tener en cuenta son el peso y el equilibrio visual, que hacen referencia a la cantidad, tamaño, orden y equilibrio de las figuras que vemos en una imagen. No transmite lo mismo una fotografía en la que todo está dispuesto de forma redonda que una triangular, ni una cuadrada. Tampoco es lo mismo que repartamos los elementos para que queden equilibrados que apelotonarlos todos en la esquina de una imagen, ya que compositivamente llegan al ojo transmitiendo sensaciones muy diferentes.
Las figuras no son las únicas que aportan peso visual y ayudan a ordenar el contenido, ya que el color (e incluso el tono del color), aportan diferentes pesos visuales a la imagen y hacen que su percepción cambie por completo. Normalmente el peso visual es directamente proporcional a la saturación y luminancia del color: cuanto más saturado y/u oscuro sea un color, mayor peso tendrá en la imagen; los colores claros y pasteles tenderán a aportar ligereza.
Si buscamos composiciones clásicas, apostaremos por encontrar la simetría y el equilibrio que remiten figuras geométricas como el triángulo o el cuadrado. Si nos interesa la experimentación nos iremos al otro extremo y romperemos todas las reglas que conozcamos cortando, ordenando y disponiendo los elementos en la fotografía de forma alternativa para encontrar otras opciones muy válidas de componer nuestras imágenes.
Cómo sacarle partido al color en el post-procesado
Como elemento fotográfico, el color es un elemento más en la creación de obra fotográfica en relación a la imagen final que se busque. Para ello, existen técnicas a través de la producción y la postproducción muy efectivas para convertir el color en un elemento de nuestro estilo. A continuación veremos tres técnicas para manipular el color con los que a través de la experimentación podemos conseguir resultados muy creativos.
Ajuste de color a través de las curvas RGB
Todos sabemos cómo crear curvas para manipular el contraste general de nuestra fotografía, pero no muchos se fijan en que podemos trabajar la imagen a través de los canales individuales de color RGB, por lo que podemos modificar el contraste de los rojos en una fotografía sin que ello interfiera en los azules ni los verdes, y viceversa. Esta técnica es especialmente efectiva si trabajamos con colores fuertes en la fotografía, ya que nos permite aislar los tonos y trabajarlos diferenciando los tonos medios, sombras y luces como unas curvas normales.
Manipular el color no implica siempre buscar la saturación, por lo que debemos conocer que la desaturación es un estilo en el que perdemos deliberadamente información del color pero destacamos los detalles y texturas de la imagen. En esos casos, debemos investigar técnicas para sacar detalles finos a la imagen, como el enfoque con paso alto, o conocer a fondo cómo funciona la máscara de enfoque.
Mapas de degradado
Los mapas de degradado son una de las herramientas más útiles y creativas que podemos encontrar en Photoshop para manipular el color de nuestras fotografías.
El funcionamiento es simple: se sustituyen negros y blancos por los dos colores que escojamos, mientras que los grises son sustituidos por los tonos intermedios de los colores escogidos. Por ejemplo, si aplicamos un mapa de degradado de negro a blanco, la imagen quedará en blanco y negro, con una gama de grises intermedios. Si elegimos un mapa de degradado de rojo a azul, los negros se sustiuirán por rojo, los grises por tonos morados y las luces por azules.
Aplicando este efecto, podemos jugar a través de las opciones de capa para darle diferentes efectos, siendo los más recomendables: superposición, luz suave, luz linear o trama. Después, podemos regular las opacidades entre las capas para equilibrar y dar mayor protagonismo de unos tonos u otros, y finalmente reajustar el contraste con las curvas.
Efecto Loomax
Tras ajustar los tonos y contraste de la imagen a través de las curvas, podemos optar por distintas opciones para modificar el color de nuestra escena con plugins, acciones o un procesado manual. Uno de estos procesados manuales es el conocido Efecto Loomax, un procesado de look cinematográfico en el que trabajamos con mapas de degradado, un filtro de fotografía y una capa de ajuste de curvas.
Este efecto es muy popular entre los amantes de la cinematografía porque ofrece un aspecto muy parecido a una película de Hollywood, con una estética desaturada, subexpuesta y con toques azules y verdes para las sombras y amarillos y naranjas para las luces.
Para saber cómo hacer el Loomax, primero tenemos que homogeneizar la escena para que no hayan clippeos de blancos ni negros. Acto seguido creamos tres capas básicas:
- Filtro de fotografía amarillo: Ofrece una potenciación a los tonos cálidos en general, y se emplea por lo general para compensar balances de blancos incorrectos.
- Mapa de degradado de verde a blanco: Esto tintará las sombras de verde, que junto al azul hará que las sombras cobren protagonismo.
- Mapa de degradado de azul a blanco: Como contraposición al verde, el azul hará que la fotografía pueda tener una predominancia mucho más fría.
Además de estas tres capas básicas, recomiendo añadir una capa de curvas y dibujar una U elongada para conseguir que el total de la imagen quede como subexpuesta. A partir de aquí, la experimentación y la imaginación es el límite: yo he añadido una capa con ruido para darle a la fotografia de un toque más cinematográfico, pero esto es completamente opcional.
El resultado final podéis verlo a continuación:
Tras aplicar el Efecto Loomax y cambiar la proporción de la imagen a 2,39:1:
Y aquí, los ajustes de capa realizados:
El Loomax es muy interesante, pero debemos saber usarlo para que quede bien, ya que es una técnica pierde mucha efectividad si no hay sombras o zonas oscuras donde los mapas de degradado puedan hacer su función, o si hacemos un mal balance entre las diferentes capas, estropeando el resultado final. La idea es que quede cinematográfico, pero sutil.
Cómo jugar con el balance de blancos para crear efectos de color
Un experimento muy curioso para realizar al aire libre es la modificación expresa del balance de blancos para conseguir efectos de color en nuestras imágenes. Para ello, tan sólo necesitamos un set de folios o cartulinas de colores que podemos encontrar en cualquier papelería o bazar. Con estas hojas, haremos diferentes balances de blancos personalizados, es decir, haremos una fotografía al papel coloreado homogéneamente iluminado y estableceremos en la cámara que esa fotografía es la referencia de blanco puro que queremos emplear.
Inmediatamente el efecto sale a la luz. Toda la fotografía queda tintada del color complementario al que hayamos empleado como blanco. Si hemos usado el rojo como referencia de blanco, la imagen se verá completamente verde. Si usamos un azul, todo quedará teñido en naranja. Si usamos amarillo, será el tono morado el que cobre el protagonismo. Como es más fácil verlo que explicarlo, en este vídeo entenderéis claramente a lo que me refiero...
Aquí la clave está en experimentar, pasarlo bien y no esperar un resultado concreto. En esta línea, también podemos usar pequeñas tiras de celofán de colores delante del objetivo o en el flash integrado como ya lo hacen cámaras lomo como la Holga, así tendremos mayor control sobre la intensidad y los efectos de color que queramos incorporar a la fotografía.
Maestros de la fotografía a color para inspirarse
Aunque no lo parezca, muchos profesionales de la imagen han trabajado con el color como uno de sus pilares fundamentales para conseguir imágenes de gran potencia, aunque en este caso repasamos cuatro casos notables: Saul Leiter, William Eggleston, Steve McCurry y Ernst Haas.
Saul Leiter
Leiter es conocido por su fotografía urbana que retrató como pocos la Gran Manzana a pie de calle, retratando desde 1946 a los neoyorkinos y su relación con una de las ciudades más icónicas del mundo.
Su uso del color a partir de 1948 es profuso y fueron recogidos en su libro 'Early Color', donde busca siluetas en la colorida Nueva York de los años 50 a través de los coches, los carteles y la ropa de los transeúntes. Su paso al color no le impidió seguir con la fotografía callejera con la que empezó, ampliando sus posibilidades.
Sus trabajos han sido expuestos en algunas de las galerías más importantes del mundo, siendo objeto de numerosos homenajes y retrospectivas desde su muerte el 26 de noviembre del 2013.
William Eggleston
Otro de los grandes y polémicos fotógrafos defensores del color es William Eggleston, uno de los primeros fotógrafos en color de los años 70 que reivindicaron el color como un elemento fundamental en la fotografía.
Muchas de sus fotografías beben de la obra de Andy Warhol y ello puede verse reflejado en fotografías como "The Red Ceiling", en la que Eggleston fotografía una habitación completamente roja con una bombilla en el techo.
En sus trabajos, se interesó por elementos corrientes de la cultura americana (como gasolineras, máquinas expendedoras o carteles) y la búsqueda del color en una filosofía de trabajo que nos recuerda a los estudios de color de Kandinsky. Ello le trajo una profunda dualidad en los espectadores, que se ven poderosamente atraídos o lo consideran banal. Sus trabajos se han expuesto en museos como el MoMA o el Victoria and Albert Museum en Londres.
De Eggleston podemos aprender que el color puede ser el elemento clave de nuestros trabajos por encima de la forma o el contenido. Ya se hizo en la pintura con gente como Jackson Pollock, Wassily Kandinsky, Henri Matisse o el español Joan Miró y aunque la fotografía es un medio representativo también puede gozar del expresionismo brutal que el color puede aportar a una imagen.
Steve McCurry
Uno de los fotógrafos más reconocidos y laureados del mundo es Steve McCurry. Un maestro del fotoperiodismo humanista contemporáneo que empezó como corresponsal de guerra durante la Guerra de Afganistán y la Guerra del Golfo, para acabar siendo uno de los grandes fotógrafos que ha retratado la vida en multitud de países, entre los que destacan India y Oriente Próximo.
Su obra más famosa es 'Afghan Girl', un retrato a una niña afgana que huía hacia Pakistán por la guerra. En un campo de refugiados, McCurry tomó la fotografía que National Geographic publicó en 1985 y por la que se hizo mundialmente famoso.
Nadie pasará por alto que el retrato es excelente, pero muchos pasarán por alto el hiyab rojo de la niña que contrasta con los ojos de color verde profundo, así como el fondo y la ropa bajo la túnica; colores complementarios que provocan, como elementos invisibles, que la imagen impacte en la retina del espectador.
Ernst Haas
Ernst Haas fue uno de los grandes fotógrafos que investigó la disciplina en su vertiente más expresiva. Se alejó de la representación para experimentar con los colores y los reflejos, deformando las figuras empleando velocidades de obturación bajas para deformar la realidad y generando la sensación de un trazo de pincel, probablemente porque Haas estudió en primera instancia, pintura.
Es un fotógrafo influenciado por el arte (y por la pintura concretamente) y sus resultados fotográficos lo corroboran. Si nos fijamos, en la mayoría de sus fotografías el punto de atención global lo es porque destaca o contrasta en color con su entorno. Si además ese punto de atención se encuentra trepidado, el resultado se asemeja a una pincelada de color que vibra en la retina del espectador, un elemento sobre el que Haas articula gran parte de sus fotografías.
El color, un importantísimo elemento (in)visible
Con todo lo dicho, podemos deducir que el color es un elemento importantísimo que suele pasar desapercibido por la mayoría de espectadores y creadores, pero que juega un papel clave en el resultado final de una fotografía o cualquier elemento visual. Con los conocimientos básicos sobre la forma, el uso del color de manera inteligente hará que nuestras fotografías despeguen de las dos dimensiones e impregnen la retina del espectador.
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