Si hablamos de fotografía aérea es inevitable mencionar a los drones, tan de moda en los últimos años y a los que dedicamos este artículo práctico hace unos meses. Pero desde luego éste no es el único medio para captar imágenes desde las alturas, ni el ocio su única finalidad. Aviones, helicópteros, globos aerostáticos o zepellines han sido medios tradicionales en este ámbito, aunque también los hay mucho más aventureros y ecológicos como el paramotor, el sueño de cualquier fotógrafo al que también le apasione la aventura.
Y es que, en contra de lo que podamos pensar, tradicionalmente la fotografía aérea ha tenido un papel bastante poco artístico. Se trata de algo que se lleva realizando desde que el hombre logró la proeza de volar pero con un objetivo claramente económico/ industrial: generar modelos para el análisis y conocimiento del entorno geográfico, la elaboración de cartografía topográfica, catastral, de ordenamiento territorial, etc.
En este sentido, es normal que la Agencia estatal de Seguridad Aérea catalogue la foto aérea dentro de las operaciones comerciales, “distintas del transporte aéreo comercial, en las que se utilice una aeronave para realizar operaciones especializadas, por ejemplo en agricultura, construcción, fotografía […]. Los trabajos aéreos se pueden diferenciar por el tipo de aeronave que utilizan (avión, helicóptero, globo, RPAS (drones)) y por el tipo de actividad que se realiza”.
Mi pueblo desde el cielo
Fuera del ámbito institucional, la foto aérea también ha tenido un importante recorrido en un terreno mucho más cercano a cualquiera de nosotros. Porque ¿quién no ha visto la típica foto aérea de un pueblo enmarcada en la pared de un bar o restaurante de carretera?
Ciertamente, las fotos de los diversos pueblos del mundo han sido populares también entre los particulares, aunque el recurso a la fotografía aérea ha sido mucho más común por parte de empresas y particulares que querían tener una prueba visual para aportarla en procesos litigiosos sobre lindes de propiedades inmobiliarias y casos similares.
Por eso, hace muchos años que se desarrolló todo un sector que buscaba plasmar en imágenes todos los pueblos, ciudades, monumentos, obras públicas y privadas de los distintos países, tanto por encargo de organismos institucionales como empresas privadas y clientes particulares. Estas empresas, además de trabajar en casos litigiosos, también han recopilado una base de datos de fotos de toda la geografía nacional que venden a particulares.
En España por ejemplo tenemos Paisajes Españoles, una empresa que fue pionera en este campo en nuestro país. Y si bien en principio las fotos que realizaban tenía un carácter técnico, por lo cual sobre todo se realizaban fotos verticales (conocidas como ortofotos o fotos planas), pronto empezaron también a realizar fotografía oblicua. Es decir la realizada con un grado de inclinación de aproximadamente 45 grados que daba a la imagen otro punto de vista ofreciendo un mejor reflejo del entorno y un carácter más artístico.
Claro que si buscamos este lado artístico debemos fijarnos más que en empresas en fotógrafos profesionales que se han especializado en este tipo de temáticas. Profesionales que ocasionalmente pueden realizar trabajos como los antes comentados pero que, sobre todo, tratan de mostrarnos desde las alturas otra visión del mundo. Un buen ejemplo es Mario Ortiz Nuevo, un profesional malagueño especializado en fotografía aérea en paramotor.
Vuelo en paramotor
Un paramotor en una aeronave motorizada que consta de dos partes esenciales. Una es la vela o parapente, fabricada con tela y cuerdas, y que es la que sustenta al piloto en el aire. La otra es el motor que el sujeto lleva acoplado a la espalda y que es lo que le da potencia para despegar y subir. Es decir es una especie de parapente con un "suoerventilador" en la espalda que le aporta autonomía para volar de forma independiente a las corrientes del aire.
El trabajo de Mario, según sus propias palabras, es el de “un reportero aéreo que busca la belleza de los paisajes que nos rodean gracias a la perspectiva que me otorga el vuelo”. Y es que antes de practicar este tipo de fotografía ya tenía una gran afición por la naturaleza y la montaña “y después conocí el parapente, que me brindo una plataforma increíble para fotografiar el mundo a vista de pájaro”.
Aficionado a la fotografía de adolescente (“revelando mis propias fotos en blanco y negro en el instituto”, nos cuenta), desde el año 2000 que empezó a volar decidió dedicar la mayor parte de su tiempo a la fotografía aérea y hacer de ella su sustento. “Lo que me llevo a convertirme en fotógrafo fue una obligación que sentía de compartir las sensaciones vividas en el aire y sensibilizar a los que me rodean de la magnificencia de la naturaleza. También, cómo no, para sufragar gastos de un equipo que es bastante caro”.
Hacer fotos desde la altura aporta a Mario una visión inédita del mundo. Así, el vuelo en paramotor se convierte en una especie de herramienta de exploración que aúna arte y aventura en una sola actividad y que le ha reportado muchos momentos especiales: “Recuerdo gratamente ―nos cuenta― un trabajo de colaboración con la Agencia de Medio Ambiente de Málaga para localizar nidos de aguilucho cenizo con el fin de evitar que las segadoras los destruyeran, ya que estas aves esteparias ponen sus huevos en campos de cereal”.
Mario también recuerda como le impresionó “la primera vez que vi mi sombra reflejada en una nube, un fenómeno que se conoce como ‘Espectro de Brocken’”. Para realizar su trabajo, el fotógrafo cuenta con un equipo compuesto por una Canon EOS 5D y objetivos Canon 24-70, 70-200 y un ojo de pez de 15 mm, además de una cámara GoPro Hero4. Como es lógico, allí arriba es importante no ir demasiado cargado por eso no tiene más remedio que llevar un solo cuerpo de cámara aunque preferiría llevar otro “para no tener que cambiar constantemente de objetivos en el aire”.
Mario tampoco es ajeno a la moda de los drones y asegura que estos dispositivos van a permitir tomar imágenes de lugares que de otra manera no se podrían realizar y, con ello, a popularizar la fotografía aérea. “Yo tengo uno ―nos cuenta― y me lo paso pipa buscando perspectivas imposibles de hacer desde un paramotor”.
De momento, Mario sigue haciendo fotos aéreas desde su privilegiada atalaya y nos confiesa que, para el futuro, se conforma con poder seguir explorando muchos rincones de su tierra andaluza que aún desconoce, aunque confiesa que le “encantaría ir a Tanzania a hacer un safari fotográfico en paramotor”.
Página web | Mario Ortiz Nuevo
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Fotografías de Mario Ortiz reproducidas con permiso del autor para este artículo
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