Antes de que llegarán teléfonos móviles, antes de las GoPro, había cámaras de vídeos dedicadas a grabar, y no tenía uno que ser una gran productora para crear contenidos. Vale, a muchos nos pilló la explosión de las cámaras de cinta para bodas, bautizos y comuniones, pero años atrás hubo otro fenómeno - especialmente en el extranjero - llamado ‘Super 8’.
Un formato basado en película de ocho milímetros que Kodak puso en el mercado en 1965 con la intención de que más gente tuviera acceso a la grabación. Los contenidos quedaban registrados en un cartucho, y la calidad, suficiente como para inspirar a futuros cineastas. ¿Por qué os traemos esto en plena era digital? A la nueva Kodak le ha dado por rejuvenecer la idea.
Han pasado más de 50 años, la película está muerta a nivel doméstico, y queda relegada a unos ámbitos muy especiales. Parece ser que Kodak quiere aprovechar ese tirón que tiene lo retro - ¿tocadiscos en el CES? -, y para eso se ha asociado con el estudio de diseño de Yves Béhar. Le han dado forma a una cámara que no pierde la esencia de lo que era una Super 8.
Al margen del aspecto, la misión de Kodak y FuseProject - el departamento de diseño de Yves Béhar - no es la de únicamente crear una cámara de película hoy en día, también había que introducir tecnología actual de alguna forma.
Por lo pronto nos encontramos con baterías intercambiables, puerto USB, micrófono que graba en una tarjeta SD, un visor LCD, y la posibilidad de grabar en cinco velocidades diferentes: 9, 12, 18, 24 y 25 imágenes por segundo.
Para dar más juego las lentes son intercambiables, y la óptica que viene de serie sería una Ricoh 6mm, o si prefieres un zoom, hay un Ricoh 6-48mm. Es bueno que hayan elegido un tipo de montura como C mount, así no faltarán lentes.
En la mano, la cámara tiene un acabado profesional, robusto y de generosas dimensiones. Está construida para ser una herramienta, y es complicado reducir dimensiones si todavía debe haber espacio ahí dentro para un cartucho y mecanismos.
En las imágenes oficiales compartidas se ve que hay dos diseños diferentes, uno más redondeado que otro, pero aparentemente el mismo interior y capacidades.
No hay todavía nada claro sobre precios y fechas, aunque adelantan que debería costar unos 1.000 dólares, con la esperanza de que vaya bajando en sucesivas generaciones o tiempo de vida de la cámara, hasta llegar a unos 400 dólares. Todavía alto pero asequible para un público menos especial.
Kodak tratará las películas
Kodak quiere montar toda una infraestructura alrededor del producto, así que vamos a lo que os interesa conocer. ¿Dónde graba este aparato? Pues en cartuchos Super 8. Aunque podamos mirar por su LCD y haya más circuitería ahí dentro que antaño, en la ‘Kodak Super 8’ se seguirá grabando en película.
¿Cómo podemos verlo? Pues Kodak dice que hay que enviar el cartucho a un centro donde se trata y ellos te lo devuelven en formato digital, hacen copias, lo preparan para la visualización en proyectores, o lo que consideres oportuno. Se interpreta que hay una posibilidad de conseguir los archivos directamente desde una web, para tenerlos antes a mano.
Todo el proceso no debería costar más de 50 dólares - 75 dólares a lo sumo -, por una película de 3 minutos. Suena a broma en nuestros tiempos, pero es así, y no me sorprendería que tuviera su mercado.
Comentar que se van a ofertar tres tipos de negativos para el Super 8, con diferentes sensibilidades ISO, o blanco y negro. También es momento de recordar que no son los únicos locos jugando con este formato, los hay incluso que lo elevan al ámbito profesional.
No creemos que este negocio le vaya a reportar a Kodak millones de dólares, pero sí parece haber una necesidad en artistas y estudiantes de conocer el formato, así que agradecimos quedamos con la propuesta. Os dejamos con la Kodak Super 8 en sus diferentes ángulos, formas, y colores:
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