Mucho antes de que "nuestro padre el Sol, viendo a los hombres en el estado en el que estaban, se apiadara de nosotros y enviara a su hijo Manco Capac para fundar Cuzco" y crear el Imperio del Inca, la cordillera de los Andes ya era un hervidero de pueblos que escalaban de un lado a otro las montañas conectando con enormes esfuerzos la costa del Pacífico con la selva amazónica. El mejor ejemplo es el Chavín de Huántar.
A 450 km al noroeste de Lima y a una altura de 3200 metros sobre el nivel del mar, esta tupida red de caminos y galerías de piedra fue un centro administrativo y religioso a mitad de camino entre un lado y otro de la cordillera desde, al menos, 1500 años antes de la era cristiana. En 1985 fue declarado patrimonio de la Humanidad, ahora acabamos de descubrir que es algo mucho más complejo de lo que imaginábamos.
El descubrimiento que (casi) se llevó la pandemia. Ahora un equipo de arqueólogos de la Universidad de Stanford ha descubierto una red oculta de pasadizos y otros objetos bajo uno de los templos prehistóricos más importantes de América del Sur. Hace unos años, el equipo decidió utilizar pequeños dispositivos (como cámaras) para "mapear" aquellos conductos que eran incapaces de explorar de forma tradicional.
El enfoque prometía mucho, pero lo cierto es que la investigación no dio muchos resultados hasta que, en los primeros meses de 2019, los arqueólogos encontraron algo interesante. La expectación fue muy grande, pero rápidamente (antes de poder examinar las nuevas pruebas) la pandemia clausuró el yacimiento y amenazó con volver a sepultar el descubrimiento en el corazón de la montaña. Se olvidaron de todo ello hasta hace unas semanas.
Un laberinto en el corazón de la montaña. Gracias a un pequeño puñado de imágenes de 2019, los investigadores han descubierto al menos 35 pasadizos que se conectan entre sí y que fueron construidos entre 1.200 y 200 años antes de Cristo. De hecho, según John Rick, el director de la investigación, estos pasadizos podrían haber sido construidos antes que las galerías laberínticas del templo.
Este mismo mes de mayo, Rick y su equipo fueron capaces de acceder a un estrecho pasaje de unos 40 centímetros de diámetro y encontraron dos vasijas escultóricas (una de las cuales tenía la figura de un cóndor y pesaba 17 kilos). Son precisamente esas cerámicas las que guardan "rasgos de épocas más tempranas nunca vistas".
América es, pese a todo, un sitio muy desconocido. Si hace unas semanas encontrábamos una civilización entera oculta bajo la selva, ahora vemos que los pueblos más antiguos eran mucho más complejo de lo esperado. En muchos sentidos, nuestra comprensión del mundo andino es deudora de la cultura incaica. Pero olvidamos rápidamente que el Imperio inca es un fenómeno muy reciente que se comió todo lo que había antes de él: ahora empezamos a aprender a escuchar todos esos secretos que aún se ocultan en las montañas.
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