Hubo una vez en la que teníamos que pagar 89 céntimos por usar WhatsApp. Fue una chapuza

Hasta la compra por parte de Facebook, WhatsApp tuvo un modelo de compra y suscripción algo extraño y, sobre todo, con condiciones muy laxas

Que el smartphone se haya convertido en un ordenador de bolsillo es algo que tiene enormes ventajas en muchos aspectos. Es una consola, una herramienta de trabajo, una agenda y, sobre todo, sigue siendo un genial dispositivo de comunicación. Puede que la función de teléfono haya quedado en un segundo plano, pero podemos estar cerca de quienes tenemos lejos gracias a las redes sociales y, sobre todo, apps como WhatsApp y Telegram.

Son aplicaciones totalmente gratuitas (cedemos nuestros datos, pero eso ya es otro tema) y nos parecería un chiste tener que pagar por usarlas. Sin embargo, hubo un tiempo en el que WhatsApp era una aplicación de pago. O, mejor dicho, lo intentaba en algunos casos.

Llegó la revolución. Muchas cosas han cambiado desde 2009. Llamábamos por teléfono, mandábamos SMS, hablábamos por Messenger y hasta existía Tuenti. Había algunos móviles que tenían Messenger, pero al final lo más común eran los SMS y, si tenías suerte, el servicio BlackBerry Messenger que era gratuito si tenías un móvil de la marca.

Sin embargo, todo estaba a punto de cambiar. Ese año, WhatsApp Inc. lanzó WhatsApp. Primero llegó a iOS, y lo hizo con algo que hoy suena muy raro: un muro de pago. Concretamente, 79 céntimos que debías pagar sí o sí para poder utilizar la aplicación. A Android llegó un año después con una propuesta diferente: un año gratis y luego a pagar. O no.

Un poquito más gratis, por favor. Aquí es donde empieza a ponerse extraña la película porque si un servicio o producto es de pago, evidentemente tenemos que pagar para poder beneficiarnos, ¿verdad? Lo que ocurría con WhatsApp es que parecía más un pago voluntario. En iOS no, ahí tenías que pagar (aunque también había usuarios que lo pudieron descargar gratuitamente), pero en Android la cosa cambiaba.

Cuando ya tenías la aplicación durante un año, WhatsApp mandaba una notificación que indicaba que se terminaba el periodo gratuito y tendrías que ir pensando en desembolsar. ¿El precio? 89 céntimos que no era demasiado, pero si los usuarios no estaban acostumbrados a pagar en móviles, aún menos en Android. Sin embargo, WhatsApp nos daba la opción de ir prorrogando ese pago.

Una suscripción un poco chapucera. Es decir, podías elegir pagar, pero también seguías teniendo la aplicación totalmente gratis si decidías no hacerlo. Esto suena raro y, realmente, lo es. También puede que fuera lo que propició la popularidad extrema de la aplicación en territorios como el europeo, desplazando completamente a los SMS. El jaleo no terminaba ahí. iOS tenía el comentado precio de entrada de 78 céntimos para una suscripción vitalicia, pero en 2013 se decidió cobrar anualmente 89 céntimos para los nuevos usuarios en este sistema.

El negocio de WhatsApp no estuvo claro durante aquellos años y hace un tiempo nos comentasteis casos de todo tipo: usuarios que pagaron y otros que no. Es evidente que todo esto ocurrió porque WhatsApp así lo permitió, ya que si en algún momento hubieran querido que todos los usuarios fueran de pago, habrían obligado a ello.

Y llegó Facebook. Al final, todo se resolvió de una manera muy sencilla y un tiempo después de la compra de WhatsApp por parte de Facebook, la aplicación pasó a ser totalmente gratuita en 2016.

Tengo que decir que siempre pude utilizar WhatsApp gratis. Fui prorrogando el pago a cada oportunidad que me daba la propia WhatsApp y nunca tuve que desembolsar ni un céntimo en Android. Sin embargo, apoyo esa decisión de mi compañero Iván y comparto que si una app te da un buen servicio, pagar para recompensar a los creadores es una buena decisión.

Por poner un símil, es lo que ocurre con videojuegos en plataformas de tarifa plana como Game Pass: puedes jugarlo en Game Pass, pero si te gusta muchísimo, no está de más comprarlo. No sólo lo tendrás en propiedad, sino que también estarás mostrando ese apoyo al desarrollador. Y, ahora, nos gustaría leerte en comentarios: ¿pagaste por utilizar la aplicación o lo hiciste aunque no fuera obligatorio?

Imagen | Iván Linares, Alex Alcolea

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