La increíble audacia del Ericofone: el teléfono que Ericsson creó en 1956 y que a día de hoy aún parece futurista

Hace 70 años, Ericsson creó un teléfono con un diseño tan particular que se siente fuera de lugar en cualquier época

En gustos no hay nada escrito, pero algo evidente es que hay diseños que marcaron una época y fueron tan diferentes al resto de productos contemporáneos que, incluso, logran traspasar las barreras del tiempo. Diseños que se me ocurren son el de la Game Boy (de la cual siguen saliendo clones con las mismas formas, versiones modernas como la Analogue Pocket), el iMac G4 'Lamparita', las sillas huevo o el Citromatic de Braun. Sí, un exprimidor.

Quizá el de la Game Boy no, pero en el caso del iMac, la silla o del Citromatic, son diseños que, incluso, estaban fuera de lugar, como si no pertenecieran a la época en la que se lanzaron. Y, de un modo u otro, siguen los cánones del diseño industrial. Hay muchos parámetros que pueden definir el diseño industrial, pero aparte de englobar productos hechos en masa, se trata de productos en los que el énfasis está en la experiencia de usuario.

Si el usuario tiene una necesidad (o puede tenerla), los diseñadores entran en juego para dar respuesta a la misma. La escuela Bauhaus se fundó en 1919 y fue un referente en cuestión de diseño, implantando las bases del diseño industrial que tantos y tantos siguieron a pies juntillas años posteriores. Y una de esas empresas fue la sueca Ericsson, creadores de algunos de los móviles más influyentes de finales de los 90, pero también del Ericofon, un teléfono fijo que es difícil de describir.

Espiando a los alemanes

En una época en la que la mayoría de teléfonos se veían como imaginamos ahora un teléfono retro (incluso el emoji para "teléfono" incluye tanto esa representación retro como la de un smartphone), Ericsson logró destacar con un diseño atrevido, pero sobre todo extremadamente funcional y compacto para la época.

En la industria telefónica más reciente hemos visto varias tendencias. Hace un par de décadas, la miniaturización. Después, los móviles con teclado deslizable, los móviles con pantallas táctiles, los smartphones, las pantallas enormes y las actuales guerras de especificaciones en todas las gamas. Esa misma batalla estaba en los años 30. Ericsson había revolucionado el mercado con el DBH 1001 de plástico y la industria estaba compitiendo por ver quién podía crear el diseño más cómodo para el usuario: un teléfono de una sola pieza.

Los alemanes Siemens & Halske crearon un prototipo de un teléfono de este tipo, pero no dieron con la clave y su proyecto no pasó de la mesa de pruebas. Sin embargo, quien vio potencial fue Ericsson. Potencial… y algo de información confidencial, ya que la propia compañía afirma que sus ingenieros y diseñadores se propusieron cumplir este sueño de revolucionar el diseño de los teléfonos fijos tras acceder a información sobre el proyecto de Siemens.

Fue así cuando la empresa comenzó a trabajar en él, con los ingenieros de la empresa viendo cómo podían inventar un diseño viable y con el máximo responsable técnico de la empresa, Hugo Blomberg, aprobando partidas para crear algo que se conocía internamente como 'Erifon'. Realizaron varios conceptos y bocetos y parecía que no habría problema en crear un dispositivo con el dial de marcación en la base, el botón de 'colgar' en el centro del dial y el timbre y cable a la red en una caja colocar en la pared. Y, evidentemente, tanto el auricular como el micrófono estaban integrados.

Blomberg quería sacar adelante ese proyecto y realizó algunos fichajes en 1939. El más importante, posiblemente, fue Ralph Lysell. Es considerado el padre del diseño industrial sueco y tenía conocimientos tanto del diseño como del mercado estadounidense debido a que vivió unos años allí, por lo que parecía una adición genial al equipo. En su taller dentro de la compañía, realizó varias maquetas de madera y arcilla, algo que permitía ver las dimensiones y evaluar su ergonomía.

Avanzó bastante, con varios diseños bastante firmes con formas redondeadas, pero a comienzos de los 40, el trabajo en el Erifon se detuvo.

Batallas internas y la Segunda Guerra Mundial

Algo habitual en las empresas (tanto occidentales como orientales) es tener dos o más equipos realizando diseños para diferentes productos. Esto tiene un objetivo: que haya cuantas más cabezas pensantes, mejor, y que los equipos compitan de forma interna por ver quién se gana el favor de los jefes, quienes tienen que aprobar o desechar los proyectos. Nintendo dio vida a Game Boy y Super Nintendo de esta forma y la propia Microsoft también tuvo dos Xbox originales completamente distintas sobre la mesa.

Normalmente, cada equipo está liderado por una persona, pero en el caso de Ericsson, Lysell era tan relevante para la compañía que tenía otro proyecto paralelo al Erifon. Se llamaba Unifon (no se complicaban demasiado con los nombres, la verdad) y básicamente era otro proyecto para ver si podían crear un teléfono horizontal de una sola pieza. Querían crear un teléfono que se dejara caer sobre una base en la que estaba el timbre y la conexión con la línea telefónica y que, por el propio peso del teléfono, se activara el interruptor para colgar.

Tras varias complicaciones, Lysell dio con la clave y ya estaba todo listo para empezar la producción, pero de pronto llegó la movilización militar en Suecia y Ericsson tuvo que aparcar proyectos. Se dedicaron a la creación de armamento (como muchas empresas europeas de la época) y sistemas de comunicación. Tras la guerra, no había fuerza para sacar adelante todos los proyectos y decidieron que, si querían penetrar en el codiciado mercado norteamericano, debían ir a por un teléfono de diseño vertical.

Llegó la cobra

Fue así como en 1949, Ericsson se enfocó en el Erifon, conocido como 'Cobra' debido a su particular diseño. Lysell ya no estaba en la empresa, pero había dejado multitud de diseños y maquetas en los talleres de carpintería, por lo que el proyecto pasó a manos de Gösta Thames. Sin embargo, había flecos que pulir y Thames decidió volver a ponerse en contacto con Lysell para finalizar el proyecto. Así, gracias a nuevas maquetas, ambos consiguieron un diseño ergonómico y, sorprendentemente, fácil de fabricar en masa gracias a un nuevo material.

Con el dispositivo bautizado finalmente con el nombre de Ericofon, Ericsson estaba convencida de usar baquelita como material principal. Era la mejor opción, ya que el metal estaba descartado y la baquelita (el primer plástico sintético) era el material ideal, pero justo apareció el ABS, un termoplástico con dos características clave: era más resistente a los impactos y se podía fabricar en cualquier color.

Teniendo la baquelita un color oscuro, el poder crear un teléfono con un diseño único y en colores era una opción que Ericsson no iba a dejar pasar. Tras la última ronda de pruebas, empezó la producción en las fábricas de Karlskrona, donde se fabricaron 2,5 millones de Ericofon entre 1956 y 1982. La propia compañía estima que sólo el 20% de la producción se quedó en suelo sueco, ya que el resto fue a otros mercados.

Países europeos y Australia fueron los grandes beneficiados y Estados Unidos al que Ericsson quería ingresar con ahínco… se complicó. El problema es que Bell System no permitía que equipos de terceros funcionaran en su red (la mayoritaria), por lo que el Ericofon sólo podía ser utilizado por compañías independientes.

Inmortal

El Ericofon tuvo dos versiones principales: una fabricada en dos partes y una en una sola pieza, llegando ambas en 18 colores y cuesta imaginar que este teléfono tiene la friolera de 70 años. Ha aparecido en numerosas producciones, pero quizá la que mejor representa ese diseño ajeno a su época es que apareció en 'Men in Black'.

En esta fantástica película de 1997 (41 años después del lanzamiento del primer Ericofon, cuando ya había otros muchos diseños disponibles en el mercado y hasta teléfonos móviles extremadamente compactos), se puede ver que cada escritorio de una agencia gubernamental supersecreta tiene un Ericofon sobre la mesa.

Viendo la película en la actualidad, hay cosas que 'chocan' debido a que han pasado casi 30 años, pero lo cierto es que algo que no ha pasado de moda son teclados que usan y, evidentemente, el teléfono de Ericsson. Era tan singular que incluso parece futurista en esta película en la que hay extraterrestres conviviendo con los humanos y, sin duda, es una muestra de que el tiempo no pasa por un dispositivo con un buen diseño.

Igual que ocurre con la Game Boy, con el iMac G4 y con… el exprimidor de Braun.

Imágenes | Ericsson

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